Tarde de renuncias
Los tres toreros decidieron renunciar a la gloria. Los tres decidieron no jugarse la vida. Dicho as¨ª, de sopet¨®n, puede parecer muy fuerte, pero la cruda realidad es que ¨¦sta es una profesi¨®n de h¨¦roes, y los h¨¦roes lo son porque se juegan la vida y corren el serio peligro de perderla. Pero la recompensa es la gloria. Por eso, ¨¦sta es una vocaci¨®n para unos pocos elegidos.
Los tres toreros prefirieron ayer seguir siendo ciudadanos de a pie antes que probar suerte para acceder a la categor¨ªa de figura del toreo. Y est¨¢n en su derecho, faltar¨ªa m¨¢s, pero quede constancia de que han tenido la oportunidad y la han desaprovechado. Ellos fueron ayer due?os de su destino y optaron por lo m¨¢s f¨¢cil, lo cual es propio de humanos e impropio de h¨¦roes. Es lo que diferencia a los toreros de las grandes figuras.
San Lorenzo / El Califa, de Mora, Cort¨¦s
Toros de El Puerto de San Lorenzo -el 2? devuelto por inv¨¢lido-, bien presentados, blandos y con recorrido en el tercio final; el 3?, inv¨¢lido y muy noble; el 6?, manso y rajado; el sobrero, del Conde de la Maza, bravo en el caballo y bronco. El Califa: casi entera (divisi¨®n); pinchazo, media perpendicular -aviso- (silencio). Eugenio de Mora: metisaca y estocada baja (silencio); media (silencio). Ant¨®n Cort¨¦s: cuatro pinchazos -aviso-, estocada atravesada, descabello (ovaci¨®n); seis pinchazos (aviso) cuatro pinchazos y tres descabellos (silencio). El pr¨ªncipe Felipe y su prometida Letizia Ortiz asistieron en una barrera del tendido 1. Plaza de Las Ventas, 12 de mayo. 4? corrida de feria. Tres cuartos de entrada.
Tal es el caso, por ejemplo, de Ant¨®n Cort¨¦s, a quien le toc¨® en primer lugar un toro inv¨¢lido, muy protestado por el p¨²blico, que lleg¨® a la muleta con una nobleza extraordinaria, aunque con las fuerzas muy justas. Cort¨¦s se coloc¨® a la distancia adecuada y despleg¨® por momentos toda una sinfon¨ªa de elegancia y hondura en tandas muy cortas -otra renuncia-, pero muy templadas. Los redondos fueron escasos y muy bellos, y bell¨ªsimos los naturales y un largo pase de pecho. Abroch¨® la faena con unos ayudados por bajo de exquisita ejecuci¨®n. En ese punto, la plaza estaba volcada con el torero. Llegado el momento de la verdad, con las manos del p¨²blico en los pa?uelos, Ant¨®n Cort¨¦s mont¨® la espada, se perfil¨® y se ech¨® fuera en el momento de la reuni¨®n. Un pinchazo, dos, tres y un cuarto, y cambi¨® la gloria por el infierno del olvido. Qued¨® en el recuerdo, no obstante, su toreo de alta escuela y una ver¨®nica por el lado derecho que dur¨® una eternidad.
Pretendi¨® arreglarlo en el sexto y lo empeor¨®. Lo que son las cosas... El toro, rajado, manso y huidizo, no respondi¨® a su esfuerzo por recomponer lo que ya ten¨ªa dif¨ªcil compostura. Al final, se descubri¨® que el manejo de la espada es algo m¨¢s que su flanco d¨¦bil: nada menos que 10 pinchazos son muchos para aspirar a ser figura del toreo. No cabe mayor renuncia.
Tambi¨¦n renunci¨® El Califa, el triunfador del a?o anterior y que, de momento, ha pasado de puntillas. Se enfrent¨® a dos toros que exig¨ªan un torero firme y seguro, dominador y batallador. Dos toros de cogida o de triunfo grande; toros dificultosos de los que dan importancia a toda labor torera. El Califa se dedic¨® a probar en diferentes terrenos, tore¨® siempre hacia fuera y con pocos recursos. En su primero, hasta la sexta tanda no se embraguet¨® en unos redondos ce?idos; y algo parecido le ocurri¨® en el cuarto: desconfiado, a merced de su oponente, carente de ideas y con un toreo muy tosco, se comport¨® como un pegapases moderno hasta que, al final, traz¨® algunos redondos de buena factura.
Tambi¨¦n renunci¨® al triunfo Eugenio de Mora, quien prefiri¨® tirar l¨ªneas y que el calvario pasara cuanto antes. Cre¨® unas falsas expectativas al iniciar la faena de muleta a su primero con unos derechazos templados, y ah¨ª se acab¨® todo. Rectific¨® terrenos y todo transcurri¨® sin orden ni concierto. Decididamente le falt¨® la convicci¨®n necesaria para erigirse en figura del toreo. Lo que se atisb¨® en el segundo lo confirm¨® en el quinto: no se confi¨® nunca y present¨® su renuncia.
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