Por qu¨¦ todo puede ir peor en Palestina
La expresi¨®n que los periodistas deber¨ªamos emplear con la mayor parsimonia es eso de los procesos irreversibles.
La jaculatoria de la irrever
sibilidad se emple¨® profusamente a partir de septiembre de 1993 para calificar el proceso de paz palestino-israel¨ª, inaugurado entonces en la Casa Blanca de Clinton. El t¨¦rmino se usaba para confortar al optimismo deca¨ªdo, asegurando que por mal que fueran las cosas, por m¨¢s muertos que se hacinaran en los titulares, lo irreversible era que ya hab¨ªa un di¨¢logo en marcha, que los palestinos ten¨ªan un territorio sobre el que ejerc¨ªan una cierta autonom¨ªa, y que ello era un progreso gigantesco en relaci¨®n a un pasado, es verdad que con muchas menos muertes, pero en el que ni palestinos ni israel¨ªes estaban dispuestos a reconocer su rec¨ªproca existencia.
Contrariamente, los hechos demuestran que nada que vaya francamente mal, est¨¢ exento de ir much¨ªsimo peor.
Durante los tres a?os largos que lleva en el poder Ariel Sharon, se ha debatido si el proceso de paz -hoy llamado Hoja de Ruta- estaba muerto, agonizante, o en la nevera, cuando, en realidad, el primer ministro hab¨ªa dado comienzo a un proceso pol¨ªtico unilateral, no negociador y, por ello, totalmente diferente a lo firmado en Washington en septiembre de aquel a?o.
As¨ª, despu¨¦s de alguna d¨¦cada de o¨ªr a numerosos dirigentes laboristas y hasta a algunos del Likud, que un d¨ªa ser¨ªa imperativa la retirada de Gaza, incluso sin tener en cuenta lo que pensara la Autoridad Palestina, cuando hoy el propio Sharon hace suya la idea, mejor¨¢ndola, porque, en contrapartida, Israel ya no tendr¨ªa que evacuar m¨¢s que puntos aislados del resto de los territorios, resulta que tampoco ese repliegue es posible porque la ultraderecha del Likud se opone a ello.
De inmediato, el primer ministro se ha aplicado, sin embargo, a solucionar el problema. Si retirarse de toda la franja es inaceptable porque, como dice el irredentismo israel¨ª, "ser¨ªa un premio para los terroristas", siempre cabe urdir un nuevo plan (que pronto se har¨¢ p¨²blico) en el que se contemple a¨²n menos la retirada. El votante israel¨ª tiene siempre la ¨²ltima palabra; mientras que al palestino, que vota en una categor¨ªa inferior, s¨®lo le cabe decir que no, y, encima, si lo hace, le dejan sin nada.
Ese plan, que rompe con las posiciones hist¨®ricas de las partes que hasta la victoria electoral de Sharon negociaban sobre la base de la formaci¨®n de una entidad pol¨ªtica palestina a cambio de la retirada de la mayor parte de los territorios ocupados, ha sido inequ¨ªvocamente refrendado por Estados Unidos. En una declaraci¨®n en abril, el presidente Bush daba su visto bueno a la operaci¨®n, es decir, a la retirada de Israel de lo que le d¨¦ la gana en Cisjordania -lo menos posible-; en Jerusal¨¦n Este -nada-; y en Gaza -ya veremos qu¨¦-. Y, todo ello, proclamado, simult¨¢neamente, en Jerusal¨¦n y Washington, como un nuevo y decisivo paso para la paz, que, aunque provoc¨® una masiva cr¨ªtica internacional, la misma result¨® enormemente sosegada. La Uni¨®n Europea, en particular, lamentaba que semejante viraje fuera todo menos una buena idea.
Lo irreversible parece, por tanto, ser ¨²nicamente el descenso a los infiernos. En momentos en que Estados Unidos sufre uno de los mayores oprobios de su historia, con el best seller fotogr¨¢fico de las torturas generalizadas que imparte Washington a sus prisioneros iraqu¨ªes, esa nueva vuelta de tuerca en Palestina viene a grabar otra muesca en el abismo de incomprensi¨®n que se agranda entre Occidente y el mundo isl¨¢mico.
Estamos, por ello, ante un linkage perverso, una conexi¨®n arrasadora, entre Oriente Pr¨®ximo -Palestina- y Oriente Medio -Irak-. Cuando toda la humanidad ilustrada coincide en que s¨®lo una soluci¨®n pasablemente justa al primer conflicto, puede hacer cre¨ªble el presunto intento norteamericano de implantar un sistema representativo en Irak, lo que se hace es todo lo contrario: destruir cualquier posibilidad de paz en Palestina, para que se vuelva a¨²n m¨¢s intratable el conflicto en la antigua Mesopotamia. Un horror alimenta golosamente al otro. Hasta ahora, lo ¨²nico que parece irreversible es la pol¨ªtica de Bush.
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