La sobrecogedora destrucci¨®n de la familia Friedman
Andrew Jarecki rescata los v¨ªdeos caseros de un pederasta y sus hijos
Capturing the Friedmans (cuyo estreno en Espa?a ser¨¢ la pr¨®xima semana) se detiene en otro asunto: el entorno del sujeto linchado.
Arnold Friedman era un respetado profesor de inform¨¢tica que viv¨ªa con su mujer y sus tres hijos en Great Neck, una preciosa pen¨ªnsula de Long Island. Alegre, cari?oso y divertido, Arnold ense?aba piano a sus hijos, jugaba con ellos y era su mejor aliado. Todo parec¨ªa funcionar hasta que un d¨ªa la polic¨ªa llam¨® a la puerta del hogar: el profesor y su hijo menor, Jesse, estaban acusados de cientos de delitos de pederastia. A partir de ese d¨ªa, y con asombrosa frialdad, los Friedman grabaron en v¨ªdeo su vida: la calma del padre, las discusiones con la madre, las dudas y la locura. "No s¨¦ si grab¨¦ todo aquello para no olvidar, pero lo curioso es que s¨®lo recuerdo lo que est¨¢ grabado. El resto se ha borrado", dice David Friedman, el hijo mayor. "Los Friedman eran muy narcisistas, grabaron los v¨ªdeos para intentar entender y tambi¨¦n para verse", afirma el director de la pel¨ªcula, Andrew Jarecki.
David guard¨® durante 15 a?os las pel¨ªculas de su familia hasta que se las dio a Jarecki para que contara la historia de su padre y de lo que, a su juicio, fue una brutal injusticia. El odio de los hijos a la madre (a la que culparon de no creer y no apoyar a su marido); la veneraci¨®n de los ni?os por el padre, un ser atormentado y enigm¨¢tico; la chapucera investigaci¨®n policial; la histeria de una comunidad que acus¨® a Friedman y a su hijo menor de org¨ªas de sexo y sangre con sus alumnos, y, finalmente, la desintegraci¨®n total de un modelo familiar. Testimonios que se contradicen, pruebas endebles y, de fondo, un hombre enfermo, adicto a la pornograf¨ªa infantil, que hab¨ªa seguido varias terapias y que juraba que era inocente de la atrocidad de la que le acusaban. Arnold se suicid¨® en la c¨¢rcel y su hijo cumpli¨® una condena de 13 a?os.
"Es peligroso coger a un hombre y llamarle monstruo, eso no nos absuelve de nuestra responsabilidad de intentar comprenderle. Tengo dos hijos y la pedofilia de Arnold Friedman es algo inquietante para m¨ª. Lo importante no es s¨®lo ser lo m¨¢s objetivo posible, sino recordar que la verdad no es f¨¢cil de agarrar. Arnold era pederasta pero tambi¨¦n fue v¨ªctima de un linchamiento. Esa histeria arrastr¨® a su hijo. Esta pel¨ªcula acepta la incertidumbre, que ni sabemos todo ni podemos saberlo".
Babelia
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