Doble resurrecci¨®n
La manifestaci¨®n de un aneurisma cerebral en plena carrera provoc¨® la grave ca¨ªda de Contador en Asturias, en la que estuvo a punto de tragarse la lengua
Muchos viejos aficionados ven correr a Alberto Contador (Pinto, Madrid, 6 de diciembre de 1982) e inmediatamente recuerdan al joven Perico Delgado. Observan su magro cuerpo de escalador, 1,76 metros, 59 kilos, le siguen en carrera, sus demarrajes incansables, su desparpajo, su persistencia, una y otra vez, en la Vuelta a Arag¨®n, en la Par¨ªs-Niza, en la Setmana Catalana, en Rioja... Alberto Contador tiene clase. Tambi¨¦n sabe exprimir su cuerpo en las contrarreloj. Tambi¨¦n tiene cabeza. Es un hombre Tour. Sue?a con el Tour. Quiere ganar el Tour alg¨²n a?o. El mejor d¨ªa de su vida, pensaba, fue un d¨ªa de abril en que Manolo Saiz, su director en el Liberty, le anunci¨® que este a?o debutar¨ªa en el Tour. Anteayer, mi¨¦rcoles, sin embargo, cuando se enter¨® de que hab¨ªa salvado su vida dos veces, Alberto Contador quiz¨¢s cambi¨® de opini¨®n.
Contador se retorci¨®, convulso, en la bicicleta. Perdi¨® el control, se fue a un lado, cay¨® al suelo
David Navas, corredor del Illes Balears-Banesto, iba a su lado. Bajaban a toda velocidad camino de Infiesto por el kil¨®metro 40 de la primera etapa de la Vuelta a Asturias cuando, de repente, Navas vio que Contador empezaba a retorcerse, convulso, sobre la bicicleta. Perdi¨® el control, se fue hacia un lado, cay¨® con un ruido sordo al suelo. Tremendo golpe de barbilla. Qued¨® inconsciente, sigui¨® sufriendo convulsiones, como si sufriera un ataque epil¨¦ptico. Comenz¨® a tragarse la lengua, a asfixiarse. Estaba a punto de morir cuando lleg¨® el m¨¦dico de la carrera, Santiago Zubizarreta, y lo impidi¨® introduci¨¦ndole en la boca un tubo de Guedel, una c¨¢nula curva, para evitar que la lengua, en su marcha inexorable hacia el es¨®fago, no le siguiera obstruyendo las v¨ªas respiratorias. En la ambulancia que le traslad¨® al hospital Central de Asturias, en Oviedo, Contador recuper¨® el conocimiento, pero no la memoria.
Las consecuencias de la ca¨ªda fueron m¨ªnimas -de chapa y pintura, que dicen los ciclistas: una fractura del malar, erosiones y heridas en la cara y una peque?a hemorragia cerebral que se resolvi¨® bien- y poco preocupantes, no as¨ª las causas. A investigarlas se pusieron enseguida los neurocirujanos del hospital asturiano.
Ayer, Contador, asustado porque en su familia hay antecedentes de problemas cerebrales -un hermano suyo sufri¨® de reci¨¦n nacido un accidente cerebral- se despert¨® de mejor humor, comi¨® s¨®lido incluso y se someti¨® a todo tipo de pruebas: angiograf¨ªas, resonancias, esc¨¢neres.... Descartado casi de inicio un ataque epil¨¦ptico -Contador nunca ha sufrido un ataque-, y a falta de las pruebas de confirmaci¨®n que se efectuar¨¢n a las 48 horas, los m¨¦dicos concluyeron, seg¨²n fuentes del Liberty, que Contador sufre, gen¨¦ticamente, un aneurisma cerebral y que las convulsiones, afortunadamente, eran la forma en que se hab¨ªa manifestado.
Un aneurisma es la dilataci¨®n de una arteria cerebral, que al crecer de tama?o comprime el resto del cerebro provocando insufribles cefaleas, n¨¢useas, v¨®mitos, convulsiones, temblores. Si no se detecta a tiempo, la arteria dilatada termina por ceder y explotar, provocando una hemorragia muchas veces mortal. La ca¨ªda que sigui¨® a las convulsiones permiti¨® a los m¨¦dicos examinarle el cerebro con detenimiento, descubrir el aneurisma, salvarle, casi con total seguridad, la vida.
Contador no hab¨ªa tomado ayer ninguna decisi¨®n sobre el tratamiento futuro de la anomal¨ªa, pero si decide operarse -el aneurisma se suele resolver con un bypass de la arteria, una circunvalaci¨®n pl¨¢stica que evite a la sangre recorrer la zona dilatada- nada indica que no podr¨¢ volver a ser ciclista, a hacer recordar a los viejos al joven Perico Delgado, a atacar y atacar hasta que las piernas aguanten, a seguir so?ando con el Tour, aunque quiz¨¢s, debido a la ca¨ªda que la salv¨® la vida tenga que aplazar un a?o su descubrimiento.
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