Supervivientes
Eso que llamamos campeonato de Liga es en realidad la suma de tres competiciones delimitadas por la clasificaci¨®n: la de los aspirantes al t¨ªtulo, la de los que sue?an con Europa y la de los que luchan por la comida. Las dos primeras representan la espuma del torneo; es decir, el brillo provisional de la gloria del deporte. La tercera tiene el pulso febril de las agon¨ªas: es la visi¨®n adelantada de un naufragio cuyas v¨ªctimas se disputan un mismo lugar en el agujero del salvavidas.
En esa escena, como en una secuencia fotogr¨¢fica, identificamos todas las visiones posibles del amigo desheredado. Abajo est¨¢n los restos del Murcia, el cuerpo que perdi¨® pie y se dej¨® arrastrar a las profundidades convencido de que es in¨²til oponerse a la fatalidad. Encima, con el agua al cuello, el Valladolid busca una salida por el registro de la alcantarilla. Probablemente la tuvo hace alg¨²n tiempo: estaba escrita en la libreta de Fernando V¨¢zquez. Sin embargo perdi¨® la fe en el entrenador, olvid¨® su dibujo, y desde entonces Bizarri se sinti¨® solo, Caminero entr¨® en una fase de melancol¨ªa y Fernando Sales se qued¨® en tierra de nadie, agarrado a su velocidad como un conejo en fuga.
Un punto por encima, a medio gol de distancia, el Celta sufre una crisis de ambivalencia: a ratos juega pasado de revoluciones y a ratos entra en estado de pasividad. A¨²n recordamos cuando disfrutaba de Alex Mostovoi, aquel futbolista on the rocks que s¨®lo se pon¨ªa incandescente para recibir la pelota, o de Makelele, la mancha de alquitr¨¢n, o de Valery Karpin, el guerrillero que giraba sobre el v¨¦rtice del ¨¢rea como un torbellino. Era un Celta envolvente que provocaba en los espectadores el mismo efecto que la h¨¦lice en el agua; las turbulencias de su juego se trasmit¨ªan a todo el estadio de Bala¨ªdos y, mientras la pelota se deslizaba sobre la superficie, las gradas, ondi?as ve?en, ondi?as van, levantaban una vibrante ola musical.
En la boca del pozo, el Espanyol se encomienda a Iv¨¢n de la Pe?a, el percusionista a quien anta?o llamaban El Peque?o Buda, y le pide a Hadji un minuto de inspiraci¨®n y a Tamudo un segundo de punter¨ªa. A su lado, el Racing tambi¨¦n sigue atrapado en el laberinto de su doble personalidad: ahora es la gaviota m¨¢s r¨¢pida del Sardinero y luego el m¨¢s lento de los gal¨¢pagos. Por delante esperan turno ante el pat¨ªbulo el Zaragoza, que tiene a Miguel Pardeza con el sistema nervioso deshecho, y la Real Sociedad, que ha llevado Reynald Denoueix hasta el altar y a Javi de Pedro hasta la puerta del manicomio.
Gracias a ellos hemos vuelto a comprobar que en la aventura del deporte caben todos los dramas. Hoy juegas por la bolsa; ma?ana juegas por la vida.
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