Ensayo general en Copenhague
Don Felipe y la futura princesa de Asturias asisten a la boda del heredero del trono dan¨¦s a una semana de su enlace
Felipe de Borb¨®n se convirti¨® ayer en el ¨²ltimo pr¨ªncipe heredero europeo soltero, condici¨®n que s¨®lo mantendr¨¢ una semana m¨¢s. Federico de Dinamarca, de 36 a?os, la misma edad del pr¨ªncipe de Asturias, le coloc¨® en esta situaci¨®n tras contraer matrimonio con Mary Donaldson, en una ceremonia cargada de emoci¨®n y sentimientos en la que, a diferencia de otras bodas, las l¨¢grimas que rodaron fueron las del novio, que tard¨® cuatro a?os en convencer a su madre, la reina Margarita, de que esta abogada australiana de 32 a?os es la mujer de su vida.
El pr¨ªncipe de Asturias lleg¨® a la catedral de Copenhague 10 minutos antes de las cuatro de la tarde, hora prevista para que comenzara el enlace del heredero de la corona danesa. Para entonces ya aguardaba Federico de Dinamarca la llegada de Mary Donaldson, al final de una larga alfombra roja, de 65 metros.
Federico de Dinamarca rompi¨® a llorar antes de que la novia entrara por la puerta principal
Unos 20 espa?oles, con una bandera de Asturias, vitorearon a los reci¨¦n casados
Don Felipe daba el brazo a su prometida, Letizia Ortiz. La pareja caminaba entre otros pr¨ªncipes herederos y s¨®lo unos metros m¨¢s atr¨¢s de la Reina, acompa?ada de Alberto y Paola de B¨¦lgica. Do?a Sof¨ªa sonri¨® cuando escuch¨® c¨®mo en la plaza de la catedral se recib¨ªa la llegada de su hijo y la futura Princesa de Asturias.
Ayer se casaban Federico y Mary, pero en Copenhague la presencia del pr¨ªncipe de Asturias y de Letizia ha sido seguida con gran inter¨¦s por los daneses y por cientos de periodistas de todo el mundo.
La televisi¨®n danesa, que comenz¨® un programa especial sobre la boda a las ocho de la ma?ana que dur¨® hasta medianoche, dedic¨® muchas im¨¢genes a la pareja, que dentro de una semana protagonizar¨¢ otra boda real, esta vez en la catedral de la Almudena de Madrid.
Letizia Ortiz se pase¨® por la alfombra de acceso a la iglesia con soltura, incluso con desparpajo, como si esta situaci¨®n la hubiera vivido en m¨¢s ocasiones. Incluso levant¨® varias veces su mano derecha para saludar a los que la reclamaban y a los cientos de fot¨®grafos que quer¨ªan obtener una imagen de la periodista que ser¨¢ princesa de Asturias el pr¨®ximo d¨ªa 22.
De nuevo la prometida de don Felipe recurri¨® al dise?ador espa?ol Lorenzo Caprile para vestirse de princesa. Y de nuevo opt¨® por el rojo. El traje, de escote trapecio, est¨¢ confeccionado en crep¨¦ satinado y tul de seda natural, tejidos procedentes por expreso deseo de Letizia de la firma madrile?a Jos¨¦ Mar¨ªa Ruiz, informa Europa Press.
Do?a Sof¨ªa le prest¨® las joyas: unos broches y pendientes art d¨¦co en brillantes y rub¨ªes. El pelo lo llevaba recogido en un mo?o bajo peinado a un lado con una onda muy marcada. El bolso, realizado con canutillos de cristal, es una aut¨¦ntica pieza de museo de principios del siglo XX. El Pr¨ªncipe vest¨ªa uniforme de capit¨¢n de corbeta de la Armada.
En el cortejo tambi¨¦n participaron las infantas. Do?a Elena, acompa?ada de su esposo, Jaime de Marichalar, vest¨ªa un traje blanco de gran volumen y sobre ¨¦l un espectacular abrigo en tonos fucsias de Christian Lacroix. Do?a Cristina, con un dise?o granate con chaqueta verde, mucho m¨¢s minimalista, creado por Jes¨²s del Pozo, caminaba junto a su esposo, I?aki Urdangar¨ªn. La Reina luci¨® un traje en color gris antracita y chal a juego.
La llegada de Mary Donaldson cumpli¨® con todos los requisitos de la ocasi¨®n. A pesar de la exactitud con que se midieron todos los tiempos de la ceremonia, ella hizo uso de los 10 minutos que toda novia parece tener concedidos el d¨ªa de su boda. Mary lleg¨® del brazo de su padre, John, ataviado con un traje t¨ªpico escoc¨¦s, pasadas las cuatro y diez, y con ¨¦l avanz¨® hasta el altar central de la catedral de Copenhague, un templo neocl¨¢sico decorado con flores en tonos fucsia. A la derecha del altar le esperaba Federico, que rompi¨® a llorar antes de que la puerta principal se abriera y entrara la novia.
Cuando vio a Mary, las l¨¢grimas ya rodaban por sus mejillas. La novia vest¨ªa un traje de seda en blanco roto, con una falda pa?uelo y una larga cola; en la cabeza una mantilla espectacular que sal¨ªa de una diadema de brillantes de la reina Margarita, que acompa?aba a unos pendientes de brillantes y perlas en forma de pera.
La imagen de este joven enamorado que no pod¨ªa contener su emoci¨®n era contemplada por los m¨¢s altos representantes de todas las casas reales. Do?a Sof¨ªa ocupaba un destacado lugar junto a Beatriz de Holanda y Alberto y Paola, reyes de los belgas. Muy cerca de ellos, Carlos Gustavo y Silvia de Suecia, y Harald y Sonia de Noruega.
En la tercera fila, los pr¨ªncipes herederos. Victoria de Suecia se sent¨® a la derecha de don Felipe, que ten¨ªa a su izquierda a Letizia; al lado de ¨¦sta, Guillermo y M¨¢xima de Holanda, quien no par¨® de comentar con Letizia todos los detalles de la boda, quiz¨¢ en un gesto de solidaridad con la reci¨¦n llegada que por primera vez asist¨ªa a una boda real, una situaci¨®n que ella vivi¨® hace s¨®lo tres a?os cuando contrajo matrimonio con el heredero holand¨¦s.
Letizia ser¨¢ una princesa m¨¢s dentro de una semana y a su boda asistir¨¢n casi todos los miembros de la realeza, a los que conoci¨® en esta boda. En Copenhague tambi¨¦n estaban los Grandes Duques de Luxemburgo, el pr¨ªncipe Naruhito de Jap¨®n, Haakon de Noruega y Mette-Marit, y su hermana Marta Luisa, con su esposo Ari Behn; el pr¨ªncipe Alberto de B¨¦lgica y Matilde; Eduardo de Inglaterra y su esposa Sophie, y Magdalena y Carlos de Suecia. Tampoco faltaron Alberto de M¨®naco y su hermana Carolina, con su esposo Ernesto de Hannover. Entre los bancos de la familia estaban Constantino de Grecia y Ana Mar¨ªa, t¨ªa del contrayente, y todos sus hijos.
A la izquierda del altar se situ¨® la familia de Mary Donaldson llegada desde Tasmania (Australia). Su padre John (profesor de universidad), su segunda esposa, sus dos hijas y su hijo. Los Donaldson (la madre de Mary falleci¨®) han pedido un cr¨¦dito para afrontar todos los gastos de la boda. Ellos se vieron tambi¨¦n ayer envueltos de un mundo nuevo.
Don Felipe y Letizia no perdieron detalle de la ceremonia. Se les vio comentando algunas cosas, quiz¨¢ comparando este acto con el que ellos han organizado para el pr¨®ximo s¨¢bado. Ayer en la catedral de Copenhague se cas¨® un pr¨ªncipe enamorado y don Felipe proclama siempre que puede su amor por Letizia.
Pasaban 10 minutos de las cinco cuando Federico y Mary salieron de la catedral. Y, como un saludo de los dioses, por fin brill¨® el sol que no se hab¨ªa visto en toda la semana. Tanto se tem¨ªa a la lluvia que se
prepararon dos recorridos nupciales alternativos y dos carruajes, uno de ellos cubierto. Al final los novios se subieron en una carroza tirada por seis caballos y escoltada por 48 jinetes para recorrer las calles m¨¢s c¨¦ntricas de la ciudad y mostrar al mundo que su historia de amor gan¨® a las reticencias de la reina Margarita, que en un principio no vio bien esta relaci¨®n.
En la plaza del Ayuntamiento una veintena de espa?oles vitorearon a los reci¨¦n casados con una bandera de Asturias, en homenaje a Letizia y a su boda.
La cena de gala se celebr¨® en el palacio de Frendensborg. Faltaban cuatro minutos para la medianoche cuando, siguiendo la tradici¨®n, los novios bailaron el vals rodeados de los 400 invitados que asistieron a esta parte de la celebraci¨®n. Despu¨¦s, todos los presentes se sumaron al baile, entre ellos el Pr¨ªncipe y Letizia. Ayer en Copenhague fue el ensayo general.
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