Torturas
La humillaci¨®n es una forma de informaci¨®n. A veces en la paz, y siempre en los tiempos de guerra. Ni este modo operacional lo han inaugurado los norteamericanos ni tampoco los iraqu¨ªes. El esc¨¢ndalo internacional a prop¨®sito de las torturas tiene que ver m¨¢s con el impudor que en relaci¨®n al honor. Con una diferencia, adem¨¢s, entre los dos bandos porque, mientras las v¨ªctimas de los norteamericanos comparecen encapuchadas, semiborradas y an¨®nimas en las sevicias, el reciente soldado degollado por los iraqu¨ªes se presenta a cara descubierta, f¨¢cil de identificar y nominar.
Los chi¨ªes o los sun¨ªes sangran seres humanos, pero los norteamericanos utilizan el jugo de unidades enemigas. De nuevo, la idea que condujo a la intervenci¨®n de Estados Unidos con los subsiguientes estragos se corresponde con una noci¨®n abstracta de lo extranjero; f¨ªsicamente distinto y asombrosamente ignorante de la lengua inglesa. Estos tipos ser¨¢n seres humanos, pero qu¨¦ duda cabe que no lo parecen del todo. Son seres vivos, pero qu¨¦ duda cabe que su vida valdr¨¢ menos.
Enfundarles la cabeza en un saco fabricado en serie para homologar los elementos a tratar es coherente con la perspectiva del mont¨®n y su consideraci¨®n como estricta materia prima de la informaci¨®n. Por el contrario, segarle el cuello a alguien identificable, con la sangr¨ªa y el grito en directo, es mostrar el aspecto incalculable de la tragedia: el destrozo de una persona ¨²nica, sin acumular ni velar. Con ello, los iraqu¨ªes hablan a Estados Unidos desde el car¨¢cter real de la matanza. Es decir: el lenguaje m¨¢s actual de la guerra, donde las bajas no se perciben como algoritmos f¨¢ciles de tragar, sino que cuentan como datos de la degradaci¨®n humana. ?Escandalizarse por las torturas? Este esc¨¢ndalo podr¨ªa parecer hip¨®crita conociendo la historia de la crueldad, pero hoy la imagen y el sonido en vivo, la difusi¨®n globalizada y la diaria cultura del reality show, han procurado enorme instrucci¨®n a los telespectadores y, en adelante, no ser¨¢ tan decisiva la pertenencia al credo de una naci¨®n como la militancia moral del mundo entero en cuanto audiencia.
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