El encanto de una ciudad l¨ªmite
G?rlitz, la urbe m¨¢s oriental de Alemania, redescubre su pasado
Nos pusimos en camino con la idea de descubrir los tesoros de Cracovia.
Ten¨ªamos intenci¨®n de pasar la primera noche en G?rlitz, la ciudad m¨¢s oriental de Alemania, y al d¨ªa siguiente cruzar la frontera germano-polaca. Pero los acontecimientos siguieron un curso muy diferente: durante un paseo nocturno bajo las arcadas de las b¨®vedas de crucer¨ªa que forman parte de las casas de comerciantes de aspecto ya claramente bohemio situadas junto al Untermarkt, el poderoso atractivo de esta ciudad hist¨®rica nos hizo desistir de nuestro plan. Al final fueron ocho los d¨ªas que pasamos all¨ª, haciendo tambi¨¦n excursiones por los alrededores.
Esta ciudad, que no sufri¨® los bombardeos de la II Guerra Mundial y fue ocupada por el Ej¨¦rcito Rojo sin encontrar resistencia, est¨¢ situada a unos 200 kil¨®metros al sureste de Berl¨ªn, en la regi¨®n de Oberlausitz; se puede llegar a ella c¨®modamente por autopista o en tren desde Berl¨ªn (el trayecto dura sus buenas dos horas y media). Su emplazamiento a orillas del Lausitzer Neisse ha convertido a G?rlitz en una ciudad doble: con el desplazamiento de la frontera de Polonia hacia el oeste en el a?o 1945, los barrios situados al este del r¨ªo se metamorfosearon en la ciudad polaca de Zgorzelec, y G?rlitz pas¨® a formar parte del land de Sajonia.
Si en el pasado el barrio de G?rlitz situado en la ribera este del Neisse ten¨ªa una extensi¨®n irrelevante, el actual Zgorzelec, con su eterno aire de provisionalidad, su cruda mezcla de edificios antiguos a medio rehabilitar y monstruosas torres de viviendas y una poblaci¨®n que ronda los 40.000 habitantes, se ha convertido con el paso del tiempo en un vecino pr¨¢cticamente equiparable, ya que G?rlitz va encogiendo cada vez m¨¢s, como ocurre con tantas ciudades de la antigua RDA. En 1990, cuando la Alemania socialista desapareci¨® de los mapas de Europa, unas 72.000 personas viv¨ªan en esta ciudad. Hoy son tan s¨®lo 60.000. Los motivos que explican este proceso son de lo m¨¢s variado, pero el m¨¢s importante es la elevada tasa de paro que se registra en lo que ha sido hasta ahora la frontera oriental de la Uni¨®n Europea y que instiga, sobre todo a los j¨®venes de G?rlitz, a probar fortuna fuera de su ciudad natal.
Rehabilitaciones
A diferencia de lo que ocurre en otras ciudades de Alemania del Este, este despoblamiento no salta inmediatamente a la vista del viajero. En el a?o 1990, el centro medieval y el barrio perif¨¦rico de San Nicol¨¢s, situado al norte de la ciudad, estaban avejentad¨ªsimos tras d¨¦cadas de abandono en las que su rico patrimonio de monumentos religiosos y profanos de primera fila, en estilo g¨®tico, renacentista y barroco, no hab¨ªa recibido el m¨¢s m¨ªnimo cuidado. Adem¨¢s, apenas exist¨ªan comercios que aportaran vitalidad, y las calles estaban plagadas de innumerables ruinas deshabitadas. Pero en el ¨ªnterin se han rehabilitado la mitad de los edificios antiguos, en muchos casos con gran despliegue de medios; en las plantas bajas y en los s¨®tanos se han instalado peque?os comercios, restaurantes y bares, y, adem¨¢s, la cifra de habitantes experimenta un crecimiento constante.
Porque los niveles de despoblaci¨®n se acrecientan sobre todo en las 300 hect¨¢reas de la ampliaci¨®n urbana efectuada en el siglo XIX, que constituye probablemente un conjunto monumental ¨²nico en su g¨¦nero en Alemania, integrado por cerca de 3.100 inmuebles monumentales. Casi el 40% de estas espaciosas viviendas -genuino testimonio de la cultura de la burgues¨ªa- est¨¢n deshabitadas. Muchas de ellas forman parte de edificios ya rehabilitados, casi todos ellos de nuevo en manos del capital privado, lo que permite confiar en la posibilidad de conservar a largo plazo este valioso patrimonio arquitect¨®nico; no hay que olvidar que no es el casco antiguo, sino la herencia construida a lo largo del siglo XIX el motivo alegado en la solicitud de reconocimiento de la ciudad como patrimonio cultural de la humanidad presentada a la Unesco.
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