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Estaba en Z¨²rich y me entr¨® un ataque de risa cuando me dijeron que en Barcelona se hab¨ªa estropeado el Trambaix porque en los ra¨ªles hab¨ªan encontrado chapapote. Yo me hab¨ªa pasado toda la ma?ana viajando en tranv¨ªas y ni si me hab¨ªa ocurrido que ¨¦stos pod¨ªan estropearse. En tranv¨ªa por Z¨²rich, siempre de un lado para otro, hab¨ªa visto por primera vez en mi vida lugares viejos que para m¨ª eran rutilantemente nuevos. El Caf¨¦ Odeon, por ejemplo, donde Lenin y Joyce se conocieron y Mata-Hari sol¨ªa inventar danzas revolucionarias. O el local donde naci¨® el movimiento dad¨¢, el cabaret Voltaire de la Spiegelgasse, un espacio que hace dos a?os unos okupas, restaurando su memoria, salvaron de la desaparici¨®n y ahora el Ayuntamiento y una firma de relojes dicen estarlo salvando para la ciudad de Z¨²rich.
Pensando en lugares viejos que para m¨ª eran nuevos, ca¨ª en la cuenta de que la noticia del tranv¨ªa de Barcelona estropeado pod¨ªa parecer nueva cuando en realidad era tan vieja como la invenci¨®n misma del tranv¨ªa. Y me pregunt¨¦, me pregunto, qu¨¦ es en realidad nuevo. Ni siquiera el F¨®rum lo es tanto como creemos. Las im¨¢genes que, al volver de Z¨²rich, he podido ver de la inauguraci¨®n me parecieron id¨¦nticas a las del d¨ªa en que la Fura dels Baus abri¨® los Juegos Ol¨ªmpicos. Un primer plano de Samaranch, uno de los invitados al estreno del F¨®rum, me confirm¨® a¨²n m¨¢s esta impresi¨®n. "El viejo est¨¢ en lo nuevo y lo nuevo est¨¢ en el viejo", dice un refr¨¢n lituano. Y ya Oscar Wilde dec¨ªa que no hay nada tan peligroso como ser demasiado moderno, pues uno entonces tiene tendencia a quedarse anticuado r¨¢pidamente. Seguramente lo ¨²nico realmente nuevo del F¨®rum ha sido ese esperp¨¦ntico secuestro de las botellas de agua mineral. Pero tengo mis dudas, tampoco puede decirse con seguridad que eso haya sido realmente nuevo. Despu¨¦s de todo, secuestros del agua los ha habido siempre. Ah¨ª est¨¢, sin ir m¨¢s lejos, el Plan Hidrol¨®gico Nacional.
No voy a negar que el primer avi¨®n secuestrado fue una novedad. Pero el mimetismo que sigui¨® a esa toma de avi¨®n con rehenes fue impresionante. Hubo una d¨¦cada en la que cada semana los terroristas se apropiaban de uno o dos aviones. La noticia, por vieja, hasta nos lleg¨® a cansar. Y fatigaba tambi¨¦n el mimetismo y la escasa imaginaci¨®n de los secuestradores. El atentado de las Torres Gemelas nos pareci¨® algo completamente nuevo, pero en realidad era la misma noticia de siempre, s¨®lo que llevada hasta su m¨¢ximo extremo y paroxismo. Y tal vez por eso, err¨®neamente, nos pareci¨® nueva.
En realidad casi nunca pasa nada nuevo, y menos a¨²n cuando nos parece que pasa algo en este viejo mundo que a veces tan err¨®neamente vemos como un tranv¨ªa reci¨¦n estrenado. Borges ya dec¨ªa que el lector de peri¨®dicos es alguien que cree que cada d¨ªa sucede algo nuevo. Pienso en las torturas, por ejemplo. Nuestros ojos de hoy ven im¨¢genes de Irak tan viejas como la noche de los tiempos. Ni siquiera la cara de petr¨®leo de Bush es nueva. Y en cuanto a la de Rumsfeld, ya est¨¢ en la Biblia. En realidad lo que seguramente nunca nos parecer¨¢ nuevo ni noticiable es "lo que no se nota, lo que no tiene importancia, lo que pasa cuando no pasa nada, salvo tiempo, gente, autos y nubes", que dec¨ªa Perec. ?Hay algo que no pueda pasar nunca por nuevo siendo tan viejo como es? Pues supongo que levantarse, vestirse, comer, defecar, desvestirse, acostarse. Por el momento, la vieja rutina cotidiana del mundo no lleva trazas de convertirse en enga?osa novedad. "Tanto abrochar y desabrochar", dej¨® escrito un suicida an¨®nimo en el nuevo manicomio de la vieja Z¨²rich.
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