Unas guerrillas simb¨®licas
El F¨®rum ha nacido con pol¨¦micas pol¨ªticas. Se ha reiterado que el evento se hace al margen de los estados, pero lo ha inaugurado el jefe del Estado. La pol¨¦mica de las banderas, tambi¨¦n, ha crecido por su puesta en escena intencional. Una bandera catalana, tras el p¨²lpito de los oradores y a su derecha, la convirti¨® en necesaria protagonista visual en los encuadres televisivos, mientras que a un metro de distancia del orador languidec¨ªa, a la izquierda, la bandera espa?ola (significado simb¨®lico: los protagonistas son aqu¨ª los pueblos y no los estados). Pero el proclamado pluralismo del F¨®rum se enturbi¨® al comprobar que en el acto de inauguraci¨®n intervinieron cinco varones cauc¨¢sicos, un asi¨¢tico y una mujer negra: no se trat¨®, precisamente, de un casting representativo de la diversidad ¨¦tnica. Por a?adidura, el alcalde Clos proclam¨® una obviedad al decir que Barcelona parla catal¨¤, constataci¨®n que no s¨®lo olvidaba la lengua cooficial de su ciudad sino que, y esto es m¨¢s grave, marginaba a nuestra comunidad latinoamericana, am¨¦n de olvidarse del ¨¢rabe, paquistan¨ª, etc¨¦tera, de los conciudadanos que est¨¢n frenando nuestro alarmante declive demogr¨¢fico en los ¨²ltimos a?os. Sinceramente, no me imagino a los alcaldes de Nueva York o de Los ?ngeles pronunciando una orgullosa afirmaci¨®n de monoling¨¹ismo militante. Es exactamente lo contrario del proyecto multicultural que se dice defender.
Para que no se interprete torcidamente mi cr¨ªtica a estas disfunciones, quiero aclarar que pienso que lo que separa a las gentes no son tanto sus diferentes lenguas como sus ideas. Y me parece que en el dise?o intelectual del F¨®rum anida el peligro de querer proclamar las excelencias del multiculturalismo y del mestizaje a la vez que se blinda con suspicacia excluyente la monocultura local.
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