Las otras vidas rotas
M¨¢s de 2.000 personas fueron atendidas en hospitales tras el 11-M. La mayor¨ªa ya est¨¢ de vuelta en casa, intentando recuperar su vida
Hace unos d¨ªas, por la noche, Zahira Obaya se asom¨® a la ventana de su casa de Entrev¨ªas (Madrid) para ver llover. A esta gaditana de 21 a?os, tarife?a para m¨¢s se?as, siempre le ha gustado la lluvia, pero aquella noche algo interrumpi¨® bruscamente su visi¨®n. Su propio reflejo en el cristal la llev¨® impulsivamente a encender la luz de la habitaci¨®n y a apartarse de la ventana. Zahira hab¨ªa olvidado que no llevaba puesto el parche que protege su cavidad ocular, desde que el pasado 11 de marzo perdiera el ojo izquierdo tras la explosi¨®n de una bomba en uno de los trenes de Atocha, y todav¨ªa le cuesta mucho verse y reconocerse sin ¨¦l.
"Me cuesta horrores. He estado con el labio ca¨ªdo y me ha dado igual, pero eso me impresiona mucho. La primera vez que me mir¨¦ al espejo casi me me¨¦ encima. S¨¦ que tengo que hacerlo y asumirlo, pero me cuesta y lo evito. En casa me cago en la madre de todos los espejos que me encuentro", dice ri¨¦ndose en el sof¨¢ de su casa y bajo la tierna mirada de su novio Julio, que es quien le hace las curas.
Pasado el limbo hospitalario, los heridos comienzan a tomar conciencia de las secuelas
Zahira es una de las m¨¢s de 2.000 personas que fueron atendidas en hospitales p¨²blicos y privados tras el atentado del 11-M, seg¨²n los datos de la Consejer¨ªa de Sanidad de la Comunidad de Madrid. Es una de las otras vidas rotas, las de todos aquellos que se salvaron pero que, de alg¨²n modo, salieron mellados de aquella masacre, que seg¨® las vidas de 192 personas.
Cuando se han cumplido dos meses de aquello, a¨²n quedan 16 personas ingresadas en los hospitales de la capital espa?ola, de las cuales seis contin¨²an graves, seg¨²n los ¨²ltimos datos de la Consejer¨ªa. La mayor¨ªa ha vuelto a su casa a intentar recuperar su vida. Unos m¨¢s solos que antes, porque perdieron a otros en aquel fat¨ªdico trayecto, y otros acompa?ados. Pero para todos algo se ha roto y se ha marcado para siempre una gruesa l¨ªnea temporal que dividir¨¢ sus vidas entre el antes y el despu¨¦s de aquella ma?ana del 11 de marzo.
Como los muchos estudiantes que cogieron el tren aquel d¨ªa para ir a clase, Zahira se dirig¨ªa -excepcionalmente, porque sol¨ªa ir por las tardes- a su trabajo en una tienda en el centro de la capital. Y luego a clase, en un instituto tambi¨¦n del centro. Su tren fue el que explot¨® al lado de la calle T¨¦llez. Ella consigui¨® salir por su propio pie del primer vag¨®n con la ayuda de un hombre.
Jana Gallardo, de 18 a?os, se dirig¨ªa a la facultad de INEF en el mismo tren, que hab¨ªa tomado en Coslada. La explosi¨®n a ella la dej¨® inconsciente durante varios minutos, pero acab¨® con la vida de su novio. Emilio, un cabo primero del Ej¨¦rcito de Tierra que ven¨ªa en otro tren desde Aranjuez, la sac¨® del vag¨®n porque no pod¨ªa mover las piernas. Tres v¨¦rtebras aplastaron su m¨¦dula, pero milagrosamente no la da?aron lo suficiente como para producirle una par¨¢lisis. De hecho Jana, que ahora lleva un cors¨¦ de la cadera al cuello y que sufri¨® adem¨¢s una contusi¨®n pulmonar, perforaci¨®n de los t¨ªmpanos y politraumatismo, ser¨¢ la atleta que recoja la antorcha ol¨ªmpica el 27 de junio en Madrid.
Tanto ella como Zahira pasaron por el polideportivo de la calle T¨¦llez, en el que se empez¨® a atender a los heridos. Y las dos ingresaron en el hospital Cl¨ªnico San Carlos. All¨ª, inevitablemente, la relaci¨®n entre los familiares de los afectados por el atentado que se repart¨ªan por las habitaciones, UCI y plantas del hospital, dio lugar a entra?ables amistades que se mantienen hoy. Todos saben un poco de todos. Zahira no se olvida del coraje de su compa?era de habitaci¨®n, Yolanda, la madre de Patricia, la ni?a polaca de siete meses que falleci¨® a los pocos d¨ªas de su ingreso, poco despu¨¦s que su padre.
"Mi obsesi¨®n, tras la explosi¨®n, era hablar. No paraba de decir mi nombre para que llamaran a mi familia", recuerda. "En el polideportivo yo escuchaba que era una de las graves y que ten¨ªa que salir r¨¢pido. Nos metieron en un coche de polic¨ªa a tres y nos ingresaron", dice y muestra la foto de un peri¨®dico en la que se la ve pidiendo ayuda, sentada contra una pared y sujet¨¢ndose contra el rostro un pa?uelo ensangrentado.
"Lleg¨® consciente y bastante orientada", explica Almudena Alonso, la cirujana maxilofacial que dirigi¨® durante ocho horas su operaci¨®n de reconstrucci¨®n de rostro y que ha seguido su evoluci¨®n. "Ten¨ªa una herida tremenda, con destrozos de partes ¨®seas, nariz, ¨®rbita, seno maxilar, p¨®mulo, p¨¦rdida de globo ocular, secci¨®n de mand¨ªbula, lesi¨®n del nervio que da movilidad a la mitad de la cara... Hab¨ªa perdido mucha sangre y hubo momentos cr¨ªticos. Reconstruimos todo lo que pudimos, como un gran puzzle, a pelo. Era una operaci¨®n de emergencia, sin foto, sin nada, la prioridad era recuperar la m¨¢xima funcionalidad de sus ¨®rganos".
A Zahira como a casi todos los heridos, tras un mes hospitalizada, le quedan muchas cosas por hacer para recuperarse. A¨²n no tiene el alta definitiva y tiene cita semanal en el hospital con los distintos especialistas: cirujanos, oftalm¨®logos, psic¨®logos...
Lo dif¨ªcil para todos ellos viene ahora. Tras la prolongada estancia en el limbo hospitalario, empiezan a tomar conciencia de las secuelas de sus lesiones y de sus nuevas limitaciones y sus nuevos miedos.
"La parte superior de la cara le va a quedar sin movilidad probablemente. La idea es hacerle una cirug¨ªa que le mantenga el ojo abierto, (aparte de la pr¨®tesis de ojo), ya que el p¨¢rpado va a ser dif¨ªcil que ella lo pueda abrir y cerrar sola. Hay que volver a intervenir para estabilizar el tabique nasal, puesto que tiene dificultad para respirar. Y est¨¦ticamente los resultados son mejorables. Pero yo esperar¨ªa un a?o a que las cicatrices se asienten", explica la doctora Alonso, que a?ade: "Nosotros la hemos sacado adelante para que viva, pero ?ahora qu¨¦? Dentro de cuatro a?os ser¨¢ ella con su nueva cara y su vida transformada".
Para Valent¨ªn Fatu, un rumano de 27 a?os que aquella ma?ana se dirig¨ªa a su trabajo de alba?il en situaci¨®n irregular en un pueblo de Madrid, hablar de dentro de cuatro a?os le parece un mundo. ?l no iba en ninguno de los trenes pero, tras la primera explosi¨®n corri¨® a auxiliar a los heridos que hab¨ªa dentro de la estaci¨®n de Atocha, donde hac¨ªa trasbordo. La segunda explosi¨®n le pill¨® de lleno. Su cuerpo es ahora una combinaci¨®n de clavos y huesos que no terminan de soldar bien, junto a varios injertos de piel. No puede levantar el brazo izquierdo ni la pierna derecha y se vale de una muleta para andar. ?l pas¨® 41 d¨ªas en el Cl¨ªnico. "No s¨¦ que hacer. Llevo s¨®lo un a?o y pico en Espa?a. Apenas hablo el idioma. A¨²n no tengo papeles. El Ayuntamiento de Parla me ha dado 3.000 euros para que pueda seguir viviendo en mi casa sin trabajar, pero no s¨¦ lo que va a ser de m¨ª. Yo quiero volver a trabajar y a sentirme como antes", comenta con ojos llorosos en una terraza de la estaci¨®n de Atocha. Todav¨ªa no sabe c¨®mo debe hacer para solicitar la nacionalidad o la regularizaci¨®n que el Ministerio del Interior puso en marcha tras el atentado, en favor de las v¨ªctimas que estaban irregularmente en el pa¨ªs. Hasta el momento, seg¨²n los datos del ministerio, 1.997 personas han solicitado su regularizaci¨®n y, 1.209, la nacionalidad. Adem¨¢s, se han concedido 310 tarjetas de residencia por circunstancias excepcionales y se han autorizado 417 nacionalizaciones.
Una compatriota de Fatu de 22 a?os, Emilia Mavru, que tambi¨¦n result¨® gravemente herida, con el 27% de la superficie del cuerpo quemada con una profundidad del 12% y con una pierna destrozada, estuvo ingresada en la unidad de grandes quemados del hospital de Getafe hasta el pasado 23 de abril y ya ha solicitado, sin embargo, la nacionalidad espa?ola. Desde su casa en Coslada, sin apenas poder andar debido a las heridas, Emilia espera a empezar la rehabilitaci¨®n la semana que viene: "Temo no poder doblar la pierna".
Tambi¨¦n en su casa, desde hace tres semanas, Silvia Espinosa, observa c¨®mo su lesi¨®n cerebral se va diluyendo. Frente a las brutales heridas de la mayor¨ªa de los afectados, a Silvia la onda expansiva le produjo co¨¢gulos cerebrales y desconexiones neuronales. Su ¨²nico aliado era el tiempo, ya que no hab¨ªa intervenci¨®n quir¨²rgica posible. "Me advirtieron de que despertar¨ªa con un trastorno del comportamiento y que tendr¨ªa hiperactividad y deshinibici¨®n", dice Mar¨ªa Teresa, su madre. Silvia se r¨ªe cuando le cuentan lo que hac¨ªa y dec¨ªa durante esos d¨ªas en el hospital, de los cuales no recuerda nada. Todav¨ªa tiene que recuperar capacidad de concentraci¨®n "pero lo peor ya ha pasado", dice.
Todos coinciden en que su mayor deseo es recuperarse cuanto antes. De las indemnizaciones todos han o¨ªdo hablar y todos han rellenado y presentado papeles, pero saben que hasta que no reciban el alta definitiva, y se valore su situaci¨®n, no sabr¨¢n qu¨¦ les corresponde. Son algunos de los protagonistas de la tragedia, pero el tiempo y el olvido, les har¨¢ cada vez m¨¢s an¨®nimos y seguir¨¢n siendo protagonistas, pero de sus propias vidas.
El trauma de ser herido
La mayor parte de los afectados por el atentado del 11 de marzo est¨¢n recibiendo atenci¨®n psicol¨®gica o psiqui¨¢trica. Bien sean heridos o familiares de v¨ªctimas. Las consecuencias traum¨¢ticas de este tipo de cat¨¢strofes tardan en salir y tardan en curar. De hecho, a veces salen cuando la sociedad ya se ha olvidado de lo acontecido, por espantoso que haya sido, seg¨²n explican los psic¨®logos.
En casi todos los hospitales madrile?os se han creado dispositivos especiales de atenci¨®n psicol¨®gica para atender a estas personas y, los servicios de psicolog¨ªa de los ambulatorios de la capital y de los pueblos de la periferia, reciben semanalmente a los miles de heridos y afectados por el atentado.
All¨ª trabajan con ellos sus nuevos miedos y hablan de la manera de afrontar una nueva vida, en muchas ocasiones con otras limitaciones.
"Tras una cat¨¢strofe as¨ª se act¨²a sobre una persona traumatizada. No quiere decir esto que todos los afectados desarrollen un estr¨¦s postraum¨¢tico, pero en principio, requerir¨¢n un tratamiento", explica Manuel Desviat, director del Instituto Psiqui¨¢trico Jos¨¦ Germain de Legan¨¦s, uno de los psiquiatras que atendi¨® a los afectados el 11-M.
"Ahora, en general, se est¨¢ incrementando la patolog¨ªa en Madrid. No hay un tratamiento espec¨ªfico en estos casos, m¨¢s all¨¢ de las t¨¦cnicas de psicoterapia y las farmacol¨®gicas comunes. Pero es cierto que no deben ser olvidados y que han de sentirse apoyados por la sociedad no s¨®lo moralmente. Es importante que se articulen las protecciones sociales necesarias que faciliten la asunci¨®n de sus nuevas vidas: indemnizaciones, ayudas m¨¦dicas...".
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