No es tiempo de vetos

Quiero pensar que s¨ª. Desde el 14 de marzo hay una coincidencia generalizada en que las cosas han cambiado, y que lo han hecho a mejor. Yo comparto esa idea y creo que quienes consideramos que ahora va a ser posible proponer cualquier cuesti¨®n para su debate p¨²blico no debemos caer en el error de reproducir, con un leguaje m¨¢s amable y un tono m¨¢s sosegado, eso s¨ª, la misma cerraz¨®n que tanto hemos criticado. Por eso, no me parece constructivo hacer cuesti¨®n innegociable la exigencia de la retirada de un proyecto que se viene gestando en las instituciones democr¨¢ticas desde hace dos a?os y medio y que se encuentra en estos momentos en su sede natural: el Parlamento vasco.

Ahora que tanto se ensalza y se alardea del cumplimiento de las promesas electorales, no est¨¢ de m¨¢s recordar que la propuesta de reforma estatutaria en curso fue una promesa electoral que fue avalada en las urnas y que su elaboraci¨®n es el fruto de los trabajos de una ponencia constituida ad hoc que, durante siete u ocho meses, discuti¨® desde cero todo lo que los grupos representados en el Parlamento vasco tuvieron a bien plantear. No fue una invenci¨®n instant¨¢nea, sino una ardua tarea; no es una obra cerrada y terminada, sino una simple iniciativa cuya virtualidad fundamental es dar cuerpo a lo que fueron las orientaciones recogidas en el Parlamento.

Lo esencial es un consenso amplio, y eso depende de la voluntad de comprometerse

La propuesta de reforma estatutaria fue una promesa electoral avalada en las urnas

Como tal iniciativa, y pese al incesante esfuerzo del anterior Gobierno de cortocircuitarla a trav¨¦s de su fallida impugnaci¨®n ante el Tribunal Constitucional, la propuesta est¨¢ depositada en la C¨¢mara vasca a la espera de que quienes afirman estar comprometidos con el di¨¢logo y con la voluntad popular hagan efectivas esas solemnes declaraciones y asuman la responsabilidad de defender su postura. Nadie ha escatimado facilidades para que se incorporen al juego parlamentario, que es un juego de debate, transacci¨®n y consenso. Un cauce de integraci¨®n pol¨ªtica y de b¨²squeda de compromisos. Por eso, no implicarse en los trabajos parlamentarios y rehuir la participaci¨®n en la elaboraci¨®n de un proyecto de convivencia, en vez de contribuir a acercar las posiciones, lo ¨²nico que propicia es el distanciamiento y la duda de si lo que se est¨¢ esperando es una ocasi¨®n m¨¢s favorable o de mayor fortaleza.

El Tribunal Constitucional ha avalado que la Propuesta del Gobierno vasco es una iniciativa de reforma del Estatuto de Gernika amparada en su art¨ªculo 46. Es, pues, una propuesta que nace y tiene su cauce en el propio Estatuto de Gernika y, por tanto, desde este punto de vista, una propuesta perfectamente estatutaria que se atiene al procedimiento y a las reglas previstas para su elaboraci¨®n, presentaci¨®n y discusi¨®n en el Parlamento. Considera que se trata de un debate intachablemente democr¨¢tico cuyo foro es, y s¨®lo puede ser, el Parlamento vasco y no los tribunales, incluido el propio Constitucional. (L¨¦anse con calma los fundamentos jur¨ªdicos 4, 5, 6 y 7, p¨¢ginas 22 a 29, del Auto del TC de 20-4-2004).

En contra de quienes conciben la Constituci¨®n Espa?ola como un marco cerrado e inamovible, el Tribunal Constitucional deja plenamente sentada la constitucionalidad ilimitada del debate pol¨ªtico y, como no pod¨ªa ser de otro modo, la constitucionalidad de la posibilidad de plantear la propia reforma de la Constituci¨®n, ya que la espa?ola, a diferencia de la francesa o la alemana, no excluye de tal posibilidad ninguno de sus preceptos, ni somete la revisi¨®n constitucional a m¨¢s l¨ªmites expresos que los estrictamente formales o de procedimiento. Echa por tierra el Tribunal la tesis de los que a s¨ª mismos se llaman constitucionalistas, seg¨²n la cual ellos detentan la exclusividad de la interpretaci¨®n, unilateral y un¨ªvoca, de la constitucionalidad de las cosas, como si hubiera una verdad constitucional s¨®lo a ellos revelada.

Creo, en definitiva, que no es tiempo de vetos ni de circunloquios acerca del procedimiento de reforma seguido hasta ahora ni de compararlo con el elegido en Catalu?a. Lo esencial es lograr un consenso amplio, y eso s¨®lo depende de la voluntad de comprometerse en su b¨²squeda y materializaci¨®n y, por supuesto, de aceptar el resultado que el veredicto de las urnas arroje. La ausencia de mayor¨ªas absolutas y la necesidad de acuerdos para superar las que establecen las normas vigentes obligan a que se llegue a un acuerdo entre fuerzas pol¨ªticas muy distintas. M¨¢s garant¨ªas no se pueden dar. Por eso, el que no se sume ejercer¨¢ su libre y leg¨ªtima opci¨®n pol¨ªtica, pero tendr¨¢ que explicarla a los ciudadanos y asumir la responsabilidad pol¨ªtica por esa decisi¨®n. Una explicaci¨®n que, si es sincera, no podr¨¢ basarse, en mi opini¨®n, en problemas de m¨¦todo, sino, simplemente, en la falta de voluntad de participar en la decisi¨®n pol¨ªtica m¨¢s importante para Euskadi de los ¨²ltimos 25 a?os.

Margarita Ur¨ªa es diputada del PNV en el Congreso y jurista.