?Qui¨¦n teme a los escritores?
"Ser¨ªa hip¨®crita mirar atr¨¢s, hacia los a?os 1940-1945", afirma W. G. Sebald, "y decir que aqu¨¦lla fue una ¨¦poca terrible. Creo que a¨²n nos encontramos de lleno en esa ¨¦poca". La obra de Sebald ha alterado nuestra comprensi¨®n de la novela para hacernos caminar por ese tiempo a primera vista fuera de alcance: la permanencia de aquellos a?os y de su violencia extrema. La narraci¨®n del presente de aquel pasado es sin duda un reto a la capacidad imaginativa del lector. Jorge Sempr¨²n le interpela desde las primeras p¨¢ginas de La escritura o la vida: "?Pero puede o¨ªrse todo, imaginarse todo? ?Podr¨¢ hacerse alguna vez? ?Tendr¨¢n la paciencia, la pasi¨®n, la compasi¨®n, el rigor necesarios?".
La cita de Sebald encabeza la ¨²ltima novela de Emili Teixidor, Pa negre, que es un verdadero acontecimiento de lectura. La novela narra la vida de Andreu, el ni?o de un pueblecito de la Plana de Vic que es testigo de la detenci¨®n, encarcelamiento, humillaci¨®n, enfermedad y condena a muerte de su padre a causa de las represalias de la posguerra. M¨¢s all¨¢ de lo que solemos llamar "recuperaci¨®n de la memoria hist¨®rica", Teixidor consigue, gracias a una permanente reflexi¨®n de segundo grado de los personajes sobre su propia memoria personal, que los a?os de la posguerra pierdan su condici¨®n de pasado. La actualizaci¨®n de la represi¨®n franquista, vivida a retazos desde la conciencia del ni?o y de los interrogantes que le plantea, destruye las barreras temporales y hace irrumpir de lleno la violencia subterr¨¢nea de nuestra democracia amn¨¦sica.
En Europa y fuera de ella, la llamada globalizaci¨®n, con el proceso de homogeneizaci¨®n cultural que comporta, ha convertido la memoria colectiva de cada pueblo en un reto pol¨ªtico de primer orden. En la ¨ªntima conversaci¨®n entre autor y lector se plantea la fidelidad a lo que fue. El futuro se introduce en el pasado mediante el relato que de ¨¦l se hace hoy y se har¨¢ ma?ana. Contra ese proceso de elaboraci¨®n de la memoria colectiva, que tiene como protagonista a la literatura y otras formas de arte, se ejercen actualmente formas sutiles (pero tambi¨¦n brutales) de violencia, una de las cuales es la radical negaci¨®n de derechos ling¨¹¨ªsticos a algunos pueblos. Baste leer a Ngugi Wa Thiong'o, cuya obra es un esfuerzo por tejer la memoria colectiva para que su cultura pueda sobrevivir. "?C¨®mo podr¨ªamos cegar los pozos de nuestro jard¨ªn con hojas o hierba, haci¨¦ndonos creer a nosotros mismos que ya no podemos ver los agujeros, mientras nuestros hijos corretean por el jard¨ªn?", se pregunta Ngugi en la primera p¨¢gina de El diablo en la cruz. En su caso, la memoria tambi¨¦n incluye la recuperaci¨®n de las palabras negadas: Ngugi Wa Thiong'o estuvo preso por obras escritas en su propia lengua, una lengua prohibida, el gikuyu, y actualmente vive en el exilio. Por eso tiene tanta fuerza su llamada a los escritores africanos para que creen una literatura escrita en sus propias lenguas. ?Qui¨¦n escribir¨¢ la memoria colectiva de los exilios, usando la lengua incierta de los refugiados y de los emigrantes? Es una buena noticia la progresiva traducci¨®n entre nosotros al catal¨¢n y al castellano de la obra de Emine Sevgi ?zdamar, su narrativa basada en el recuerdo y la iron¨ªa, dibujando el camino que la lleva, como emigrante turca, de los talleres de Telefunken hasta los medios teatrales de Berl¨ªn, donde por fin estallar¨¢ la vocaci¨®n de actriz y de dramaturga.
En alg¨²n momento de la lectura de todos estos autores, el lector puede escuchar esa voz interior del relato que, como la del h¨¦roe de Los hijos de la medianoche, de Salman Rushdie, se pregunta con una mezcla de humor y angustia: "?Por qu¨¦ raz¨®n, entre los m¨¢s de quinientos millones, tengo que ser yo quien cargue con el peso de la historia?".
Rushdie, Sempr¨²n, Teixidor, Ngugi, ?zdamar: todos ellos participan en el di¨¢logo El valor de la palabra, en el marco del F¨®rum, organizado por el PEN internacional. En sesiones abiertas al p¨²blico, debatir¨¢n sobre temas como la literatura como forjadora de memorias, en di¨¢logo con m¨¢s de cien escritores venidos de los cinco continentes.
Los debates de la memoria siempre nos llevan de vuelta a los conflictos de nuestro presente. En el F¨®rum estar¨¢n algunas de las v¨ªctimas de la aplicaci¨®n de leyes antiterroristas con el fin de limitar la libertad de expresi¨®n despu¨¦s del 11 de septiembre del 2001: Ragip Zarakolu y Muge Sokmen, editores turcos perseguidos por publicar a autores que tratan de la violencia ejercida contra la poblaci¨®n kurda; Ana Politk¨®vskaia, periodista rusa que es testigo directo, tanto por sus cr¨®nicas como por las amenazas y detenciones que ha sufrido, del crimen masivo (y masivamente oculto) de la guerra de Chechenia, y Martxelo Otamendi, director del clausurado peri¨®dico Egunkaria, el ¨²nico que en su momento se publicaba en euskera. ?Qui¨¦n teme a los escritores? Una de las m¨¢s bellas paradojas de Pa negre es la plena conciencia de tantas palabras del catal¨¢n que a¨²n ha o¨ªdo Andreu en su infancia y que, en el torbellino de la violencia, desaparecer¨¢n. Hasta el punto de que conseguir que alguna de ellas recobre sentido en el presente (ah¨ª est¨¢ la paradoja, pues reviven en el presente de la lectura de Pa negre) se transforma en un brazo tendido a la cadena de los muertos. ?Quien teme a esa hilera misteriosa e invisible de los que se dan la mano y dependen de nuestra memoria para no caer definitivamente?
Carles Torner dirige el di¨¢logo El valor de la palabra
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