"Abuela, ?los has visto?, ?son los jugadores!"
La fiesta uni¨® a gente de lo m¨¢s diverso: grupos de j¨®venes, familias enteras, ancianos, extranjeros
El regreso triunfal a la ciudad del Valencia campe¨®n de la UEFA uni¨® por unas horas a miles de aficionados. Fue una curiosa mezcla de seguidores. Abundaron los grupos de j¨®venes, entre ellos muchas chicas, pero tambi¨¦n gran cantidad de ni?os acompa?ados de sus padres y madres y gente m¨¢s mayor. Todos disfrutan de la etapa m¨¢s gloriosa de la historia del club, coronada con su quinto t¨ªtulo europeo. Desde el aeropuerto de Manises hasta la plaza del Ayuntamiento, pasando por la Bas¨ªlica y la Generalitat, la expedici¨®n del Valencia salud¨® a los aficionados, impacientes por el retraso, pero entregados de una forma casi hist¨¦rica a sus ¨ªdolos. Desde los m¨¢s peque?os hasta los ancianos de una residencia de la tercera edad.
Do?a Luc¨ªa, a la puerta de la residencia, cantaba 'Amunt Val¨¨ncia' y agitaba los brazos
"?Por d¨®nde van?, ?por d¨®nde?", preguntaban impacientes muchos de los seguidores
Eran las cuatro y media de la tarde, y cientos de aficionados ya esperaban en la plaza del Ayuntamiento. Los jugadores llegar¨ªan m¨¢s de cuatro horas despu¨¦s, pero ah¨ª estaban, desafiando al tremendo calor que marcan los term¨®metros: 27 grados. Proliferaban los j¨®venes, siempre en grupo, y siempre con adornos. Una bufanda, una camiseta, banderas, la cara pintada... todo val¨ªa. La media era de unos 15 a?os. Para muchos el t¨ªtulo era casi s¨®lo una excusa para unirse a la fiesta. "?Si no pita, no pasa"!, gritaban ante los coches, en mitad de las carreteras, hasta que los cl¨¢xones no ten¨ªan m¨¢s remedio que hacerse notar. Sonaba m¨²sica maquinera y canciones t¨ªpicas valencianas para soportar la espera.
Las calles estaban cortadas y un vecino protest¨® por no poder acceder a su domicilio con el coche, como hace diez d¨ªas, cuando se celebraba la Liga, mientras una pareja de novios preguntaba a la polic¨ªa por los actos previstos. Hab¨ªa gente de todos los lugares. Una pe?a de El Puig exhib¨ªa una gran pancarta celebrando el doblete. Muchos llegaban a la estaci¨®n del Norte y se zambull¨ªan en la multitud.
La catedral estaba llena antes de las seis. Un par de extranjeros, ingleses, con sendas bufandas al cuello, miraban alucinados. "Esto es incre¨ªble. ?Cu¨¢nta gente!", comenta. "?Por d¨®nde entran?". La gente hormigueaba sin parar arriba y abajo.
En el palacio de Fuentehermosa, las encargadas de mantenimiento hab¨ªan pedido unos pastelillos para unirse a la fiesta. Junto a la puerta, pegado a las vallas sin soltarse, un ni?o peque?o esperaba impaciente. "Mam¨¢, quiero un aut¨®grafo. Cu¨ªdame el sitio, que ahora vengo", dice. Otros ni?os lloraban por la espera. Las vallas protectoras recorr¨ªan desde la Bas¨ªlica hasta la plaza de Manises y la calle de Serranos, y en ellas se apoyaba gente de todas las edades: unas ni?as con la falda del colegio compart¨ªan espacio con una aficionada japonesa, expectante ante la llegada de Aimar y Ca?izares, los dos iconos del club en Asia. Un poco m¨¢s lejos, un matrimonio de Meliana radiaba la llegada de los futbolistas. "Ahora est¨¢n por la avenida del Cid", exclam¨® la mujer. No se mov¨ªa de su sitio. Su marido, mientras, daba peque?os paseos. Se cruz¨® con un grupo de madres con sus hijos peque?os. "Me ha dicho el profesor de gimnasia que en el colegio no hab¨ªa ni?o que no llevara el escudo del Valencia. En la clase no se hablaba de otra cosa. Ya tienen ganas de que todo esto pase para que se tranquilicen".
Los jugadores tardaron mucho y la gente preguntaba a los periodistas y a la polic¨ªa. "?Por d¨®nde van?, ?por d¨®nde van?". "A la altura del Hospital General. Est¨¢n pasando por una pasarela", respondi¨® uno de los agentes. No hab¨ªa rinc¨®n en que no se palpara la tensi¨®n. En una esquina, una peque?a cafeter¨ªa parec¨ªa un sitio tranquilo, casi vac¨ªa. Pero no. El due?o sali¨® corriendo de la barra despu¨¦s de servir un caf¨¦ y se coloc¨® una peluca naranja de trenzas. Su hijo acab¨® con rapidez los deberes de Historia para el colegio -sobre la sociedad y la econom¨ªa espa?olas entre 1900 y 1930- mientras miraba de vez en cuando hacia afuera por si llegaban los jugadores. Por la radio del bar sonaba el himno del Valencia, pero en la calle s¨®lo se o¨ªa lo mismo. "?Por d¨®nde van?, ?por d¨®nde van?". Ni rastro todav¨ªa.
Una de las escenas m¨¢s emotivas se vivi¨® en la puerta de un centro residencial de la tercera edad. Las enfermeras hab¨ªan salido a la calle con los ancianos, varios de ellos en sillas de ruedas. Ram¨®n no ve mucho, pero sonre¨ªa cuando le dijeron que iban a pasar por ah¨ª los jugadores del Valencia. Do?a Luc¨ªa no conoce el nombre de la mayor¨ªa de los ganadores de la UEFA, pero cantaba el Amunt Val¨¨ncia con voz temblorosa mientras agitaba los brazos y daba unos peque?os aplausos. Amunt Val¨¨ncia, visca el Val¨¨ncia, ¨¦s el millor... Eran ya las siete de la tarde, la hora de cenar para ellos, y la comida esperaba en el comedor, para nadie se quer¨ªa mover hasta la llegada de los futbolistas. "?Que se enfr¨ªe!", dijo do?a Luc¨ªa cuando le comentaron que ten¨ªa que entrar a cenar, y todos se rieron a su alrededor, hasta las enfermeras.
De repente, los petardos comenzaron a explotar uno tras otro, un helic¨®ptero sobrevolaba la calle y un murmullo se extendi¨® en pocos segundos. "?Ya est¨¢n aqu¨ª!". La gran algarab¨ªa de motocicletas y coches escoltaba al autob¨²s descapotable que trasladaba al Valencia por la calle Serranos. Desde los balcones ca¨ªa confeti a pu?ados, y do?a Luc¨ªa y sus compa?eros miraban con los ojos abiertos como platos. "?Has visto a los jugadores, abuela, los has visto?", pregunt¨® una nieta a su parienta al tiempo que le regalaba un peluche vestido con el uniforme del Valencia. La abuela, Rosa, no respondi¨®, quiz¨¢ por los nervios, pero se le escap¨® una lagrimilla. S¨ª los ha visto.
La avalancha transcurr¨ªa revolucion¨¢ndolo todo a su paso. Un matrimonio alem¨¢n no se perdi¨® detalle a trav¨¦s del objetivo de su c¨¢mara de video. "Amunt, amunt", les dijo a su lado una seguidora del Valencia, anim¨¢ndoles a unirse a la fiesta como unos valencianos m¨¢s. "S¨ª, s¨ª, amount, amount", respondi¨® el hombre mientras segu¨ªa con la grabaci¨®n. Las calles se paralizaban al paso del autob¨²s y de los jugadores. Un mimo hizo una pausa en su n¨²mero sobre un taburete y un dibujante aprovech¨® para estampar la escena sobre un bloc. Otros dos seguidores recordaban c¨®mo hace dos temporadas el Valencia estuvo a punto de destituir a Rafa Ben¨ªtez, pero ¨¦ste salv¨® el cargo tras ganar en Montju?c un encuentro que perd¨ªa por 2-0 en el descanso. "Iba a la calle, ya le iban a despedir, pero mira, acab¨® ganando... y aqu¨ª estamos, de celebraciones".
Las paradas se sucedieron casi ya de forma tradicional: la Bas¨ªlica, la Generalitat y la plaza del Ayuntamiento. S¨®lo Mestalla se salv¨® de las celebraciones para no deteriorar el c¨¦sped de cara al partido de Liga, el ¨²ltimo de la temporada, del pr¨®ximo domingo ante el Albacete, a las 21.00. Por todos los lugares, el paso de los jugadores era rapid¨ªsimo, lo que provocaba reacciones de todo tipo. Entusiasmo en algunos aficionados por ver unos segundos a sus h¨¦roes, alg¨²n lloro de emoci¨®n, y tambi¨¦n decepci¨®n por lo fugaz del momento. "?Qu¨¦ copa m¨¢s grande, dicen que pesa 15 kilos. El arzobispo no pod¨ªa con ella!", cont¨® una mujer a su madre al salir de la Bas¨ªlica. Un grupo de aficionadas m¨¢s j¨®venes luc¨ªan orgullosas una pancarta para su jugador preferido, David Albelda, el capit¨¢n, mientras comentaban entre risas las fotos del jugador sin ropa aparecidas esta semana en una revista.
La celebraci¨®n, claro, no era del gusto de todo el mundo. Algunos vecinos se quejaban de que no hab¨ªan podido dormir "hasta muy tarde" la noche anterior debido a los festejos en la plaza del Ayuntamiento, abarrotada de miles de seguidores. Tambi¨¦n un grupo de personas escuchaba, por fin, atentas, las explicaciones de una gu¨ªa tur¨ªstica acerca de la Plaza de la Virgen y la Catedral. Los jugadores ya se han alejado, la fiesta se extingue poco a poco.
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