Rosenquist: ?por qu¨¦ no soy un artista pop?
Hubo un artista m¨¢s veloz que Andy Warhol, alguien capaz de hacer de cualquiera una celebridad antes de quince minutos. Se llama James Albert Rosenquist, el pistolero m¨¢s r¨¢pido del Oeste Pop -al Este, el pop m¨¢s conceptual de los ingleses Hamilton y Hockney- y probablemente el ¨²nico que admir¨® a Salvador Dal¨ª con la misma intensidad con que lo despreci¨® el retra¨ªdo albino de Pittsburgh.
James Rosenquist (Dakota del Norte, 1933) fue, en efecto, una m¨¢quina. De uno de sus retratos de personajes famosos (Marilyn Monroe I, 1962), explica: "Lo pint¨¦ en el momento en que la estrella muri¨®, y lo hice con la misma rapidez con la que pas¨® su vida. ?sta es una especie de pintura ef¨ªmera de ella, como un folleto publicitario que se lleva el viento". De padres sueco y noruega, Rosenquist es al arte de la segunda mitad del siglo XX lo que Ikea a la decoraci¨®n de interiores. La suya es una pintura de grandes formatos, muy eficaz, que se construye con im¨¢genes de aqu¨ª y de all¨¢, un ajuste de tuerca cubista, un mosaico dad¨¢, un empapelado futurista en una habitaci¨®n surrealista, boquitas mullidas y pintalabios como misiles; un cielo magritteano, aqu¨ª un urinario ready-made o un assemblage decorativo a lo Rauschenberg. Y para la habitaci¨®n de las ni?as, retratos de mu?ecas envueltas en celof¨¢n. Rosenquist redecor¨® la casa del expresionismo con una pintura limpia y desapasionada, que bordeaba la abstracci¨®n a base de superponer temas y dejar actuar en la retina el impacto de sus colores caramelo.
JAMES ROSENQUIST
Museo Guggenheim-Bilbao
Abandoibarra, 2. Bilbao
Comisarios: Walter Hopps
y Sarah Bancroft
Hasta el 17 de octubre
A los ocho a?os, Rosenquist ya se hab¨ªa convertido en ¨¢vido constructor de maquetas de aviones. En sus constantes viajes con su padre por California y M¨¦xico, descubre las maneras de las vallas publicitarias que rompen la monoton¨ªa de un paisaje. Aquellas im¨¢genes fueron para ¨¦l lo que los fiordos para Edvard Munch. A los veinte a?os entra a trabajar en la empresa Fischer, que le contrata para pintar vallas de anuncios de Phillips 66 y carteles de promoci¨®n de pel¨ªculas. En Manhattan y Brooklyn destaca como dibujante de decorados de escaparates de la Quinta Avenida y de carteles gigantes para los teatros de Times Square. A lo lejos, parec¨ªa el hombre ara?a retocando el atractivo rostro de Gregory Peck o las cejas como arcos rom¨¢nicos de Joan Crawford. Una experiencia le conect¨® definitivamente con su trabajo posterior, la dificultad de hacer algo que parezca totalmente realista desde medio kil¨®metro de distancia, cuando se est¨¢ pegado a ello y no se puede ver como un todo. Rosenquist dej¨® de pintar vallas en 1960, despu¨¦s de que un compa?ero suyo muriera al caer de un andamio.
En 1972, en el Whitney de Nueva York le dedica una gran retrospectiva que lo consagra definitivamente; y no ha sido hasta ahora, con la exposici¨®n en el Guggenheim de Bilbao, tras pasar por Houston y Nueva York, cuando se revisa todo su trabajo, a trav¨¦s de una selecci¨®n de 150 obras, entre pinturas, esculturas, dibujos, grabados y los collages -compuestos por im¨¢genes que ¨¦l llama "fuentes", extra¨ªdas de las revistas Vogue y Life- concebidos como obras acabadas y que subrayaban la funci¨®n del objeto encontrado para introducir la experiencia cotidiana en la esfera del arte.
Rosenquist es un pintor convencional que produce im¨¢genes nada convencionales. Despu¨¦s de ver sus collages, uno piensa que su logro m¨¢s peculiar dentro del movimiento pop fue el desprecio por los procedimientos mec¨¢nicos como las serigraf¨ªas a los que tan aficionados eran Lichtenstein y Warhol. Rosenquist fue el ¨²nico que cre¨® fondos. En sus cuadros, pasan cosas por detr¨¢s, otras pugnan por salirse del marco o hay cambios dr¨¢sticos en la escala. Su mirada fragmentaria dota a su trabajo de una mir¨ªada de interpretaciones. Si Warhol multiplic¨® a sus Marilyns (1964), dos a?os antes, Rosenquist s¨®lo deja ver parte de su cara y una curva de su cuerpo. Marilyn es una estrella rota, mejor, deconstruida, mientras que otros elementos de la composici¨®n, las letras A-R-I-L-Y por un lado sugieren y por otra ocultan.
Por el espacio interestelar de Ladr¨®n de estrellas (1980) -una de las obras m¨¢s impresionantes del recorrido- flotan lonchas de beicon, una cabeza de mujer cortada por manojos de cables de fibra ¨®ptica,una silla de oficina y engranajes industriales. En Cuatro chicos de 1949 (1962) y 4 j¨®venes revolucionarios, el artista divide los espacios pict¨®ricos del lienzo en cuatro cuadrantes sim¨¦tricos, y en cada uno de ellos coloca un retrato que parece ocultar algo. En otras composiciones, el objeto se sale del marco, como en C¨¢psula flamenco (1970), que se presenta como una eleg¨ªa al programa espacial norteamericano con unos paneles de Mylar aluminizado en los extremos que reflejan los lienzos pintados.
Presidente electo (1961) -uno de los mejores trabajos de Rosenquist prestado por el Pompidou de Par¨ªs- constituye un ejemplo cl¨¢sico de su pintura, una estructura tripartita con un primer plano de la cara de John F. Kennedy, las manos de una mujer sujetando un trozo de pastel y parte de un autom¨®vil. "Me interesaba mucho la gente que hac¨ªa publicidad de s¨ª misma. ?Qu¨¦ pon¨ªan en un anuncio sobre s¨ª mismos? ?sa era la cara, y su promesa era la mitad de un chevrolet y un trozo de pastel seco", comenta su autor.
Se incluyen tambi¨¦n la dekooniana Woman I (1962) y otros t¨ªtulos no menos reveladores como Roce de coches (1966), Perro bajando la escalera (1979), la escultura Clip (1974), las pinturas sobre flores (Bienvenido al planeta agua, 1987), las siniestras Mu?ecas envueltas para regalo (1992-1993), la serie sobre pistolas (1996), donde el artista deja constancia de su odio hacia las armas, y las m¨¢s abstractas La velocidad de la luz (1999), que tienen como base fotocopias de envases de objetos de consumo distorsionadas en espiral.
La muestra termina en la
planta baja con el grupo pict¨®rico El nadador en la a-bruma-dora econom¨ªa (1997-1998), incluida en la presentaci¨®n de fondos de la colecci¨®n permanente de Arte Pop, junto a la serpiente de Serra, los Lichtenstein, Dine y Oldenburg, una lectura actualizada de la gran obra maestra de Rosenquist, hoy en poder del MOMA, F-111 (1965), el famoso mural de 26 metros de largo en contra de la guerra de Vietnam, tambi¨¦n llamado el Guernica de los sesenta. El nadador... fue encargada por el Deutsche Guggenheim y representa un torbellino de fuerzas amorfas donde asoma la imagen de la ni?a que hac¨ªa de piloto en el F-111, convertida ahora en una soltera adinerada que controla Wall Street. En su esfuerzo por traducir el pop a los lenguajes de la modernidad, Rosenquist es un pintor totalmente vivo. Su ansiedad por ser un artista pol¨ªtico le coloca enfrente y al margen de su propia cultura decadente.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.