Conor McPherson: el poder de la narraci¨®n
Uno. Despu¨¦s del ¨¦xito de El maestro y Margarita, de Bulgakov, la gran perla secreta del Grec 2003, Xicu Mas¨® ha vuelto con una producci¨®n del Centro Dram¨¢tico del Vall¨¦s, presentada en la sala Beckett de Barcelona: This Lime Tree Bower, de Conor McPherson. ("Sota el til.ler", en traducci¨®n de Ernest Riera). Conor McPherson es uno de los mejores dramaturgos de la "nueva ola" anglosajona y, para variar, un casi absoluto desconocido en nuestro pa¨ªs. Un joven at¨ªpico, que escapa de los clich¨¦s (ojos arrancados, frases af¨¢sicas, cielos pintados de negro) del In-Yer-Face-Theatre, la l¨ªnea descoyuntada y rabiosa que a finales de los noventa brot¨® de la toma de corriente del Royal Court para pegarle un buen calambrazo a la escena anglosajona.
McPherson est¨¢, por as¨ª decirlo, m¨¢s cerca de Patrick Marber o Joe Penhall que de Sarah Kane o Antony Neilson. Es un humanista, l¨ªrico y agridulce, que muestra siempre una absoluta comprensi¨®n y un gran respeto hacia sus criaturas, a las que contempla con verdadero afecto, sin regodearse en sus miserias, sin juzgarles ni convertirles en marionetas a su servicio.
Dram¨¢ticamente sigue el surco abierto por Brian Friel, el gran patr¨®n del teatro irland¨¦s contempor¨¢neo, con los cuatro mon¨®logos de Faith Healer (1979), que, bonita coincidencia, Mas¨® estrenar¨¢ en el Lliure al comienzo de la pr¨®xima temporada: un teatro esencialmente narrativo, en la m¨¢s pura tradici¨®n oral de la isla. Toda la acci¨®n surge de la palabra, a trav¨¦s de peroratas solitarias o entrelazadas, donde el car¨¢cter de los personajes se revela por lo que cuentan y, sobre todo, por lo que callan. McPherson se dio a conocer internacionalmente en 1996 con This Lime Tree Bower, de la que luego hablaremos, y St. Nicholas (1997), la sorprendente confesi¨®n de un viejo cr¨ªtico de teatro, interpretado por el gran Brian Cox, que por amor loco hacia una joven actriz acaba formando parte de una secta vamp¨ªrica. En 1998 arras¨®, primero en el Royal Court y luego en Broadway, con The Weir, para mi gusto su obra maestra: los habituales de un pub irland¨¦s, durante una noche de tormenta, relatan historias de fantasmas para impresionar a una reci¨¦n llegada y acaban descubriendo que los muertos tienen m¨¢s vida que todos ellos. La funci¨®n, dirigida en el Romea por Manel Dueso, fue uno de los grandes ¨¦xitos del teatro catal¨¢n reciente que, tambi¨¦n para variar, no gir¨® por Espa?a. En 2000, McPherson estren¨® Port Authority, otra nueva vuelta de tuerca (tres mon¨®logos, tres generaciones), esta vez en clave elegiaca y chejoviana, al tema de las vidas malgastadas y las oportunidades perdidas. Al a?o siguiente, volvi¨® al Court con Dublin Carol y su actor-fetiche, Brian Cox, soberbio en el rol de John Plunkett, un alcoh¨®lico solitario y autodestructivo, que repasa su existencia -con m¨¢s humor y bonhom¨ªa de lo que cabr¨ªa imaginar- a lo largo de tres di¨¢logos con dos j¨®venes, su hija perdida y el hijo del due?o de la funeraria donde trabaja.
Dos. Hablemos ya de This Lime Tree Bower. Un pueblo de la costa irlandesa, al sur de Dubl¨ªn. Dos hermanos, Joe y Ray. Y Frank, profesor de filosof¨ªa, que sale con Carmel, la hermana de ambos. Joe es un adolescente ingenuo y acomplejado, que cree encontrar al amigo ideal en Damien, un estudiante amoral y salvaje. Ray, el hermano mayor, trabaja como camarero en el fish & chips de su padre, al que quiere liberar de una deuda de juego con el g¨¢nster local, Simple Simon McCurdie. En cuanto a Frank, arrogante, borracho, mujeriego y descre¨ªdo, su objetivo es arruinar el prestigio universitario de Wolfgang Konigsberg, un catedr¨¢tico visitante, adorado por todos. Tres historias, tres mon¨®logos entrelazados y tres tonos narrativos muy distintos: el relato, ¨¤ la Carver, de una iniciaci¨®n y una amistad traicionada (Joe), la cr¨®nica, ¨¤ la Manchette, de un atraco imposible (Ray) y las aventuras y desventuras, ¨¤ la Philip Roth, de un intelectual promiscuo y alegremente desesperado. Tres personajes que pasean por el filo del desastre y que un buen d¨ªa se encuentran con un bot¨ªn de treinta mil libras entre las manos. McDonagh hace maravillas con su estructura, combinando musicalmente las tres tonalidades (l¨ªrica, hardboiled, sarc¨¢stica), y aunque el relato de Joe es quiz¨¢ demasiado previsible, consigue que con Ray y Frank sintamos una empat¨ªa inmediata, casi conspiratoria. Las narraciones son ¨¢giles, envolventes y v¨ªvidas, con una singular capacidad para crear im¨¢genes memorables, pintar ambientes y dibujar a los personajes a partir de detalles cotidianos certeramente observados. El montaje no puede ser m¨¢s sencillo. En primer t¨¦rmino, tres bancos para los actores. Al fondo, los perfiles esquematizados de un fish & chips tradicional. Los tres narradores -Jacob Torres, Pere Eugeni Font, Xavier Pujolr¨¢s- permanecen juntos la mayor parte del tiempo, escuchando antes de echar su respectivo cuarto a espadas; a ratos, cuando el mon¨®logo de Joe se vuelve m¨¢s ¨ªntimo o doloroso, pasan al segundo t¨¦rmino, donde parecen moverse apenas o muy lentamente, como en aquel efecto de extra?amiento que Huston patent¨® en Fat City. Jacob Torres, un notable actor, espl¨¦ndido Bottom en El sue?o de una noche de verano de Angel Ll¨¤cer, quiz¨¢ infantiliza en exceso a Joe, apoy¨¢ndose demasiado en el lirismo del relato. Pere Eugeni Font compone un Ray arrasador, con una gran fuerza c¨®mica; Xavier Pujolr¨¢s -para m¨ª un descubrimiento- interpreta a Frank con una gran t¨¦cnica al servicio de una naturalidad fresca y pasmosa. La mejor baza de los tres y de la direcci¨®n de Xicu Mas¨® radica en su multiplicidad evocativa. Sin artificio alguno, con la palabra y el gesto como ¨²nicos instrumentos, llenan la escena de una vasta n¨®mina de ausentes: el padre acosado por las deudas, el pomposo Konigsberg y sus ac¨®litos, Carmel y las sucesivas amantes de Frank, McCurdie y su turbio hijo, el inquietante Damien y su disfuncional¨ªsima familia. Otro espect¨¢culo -bueno, bonito, barato- que est¨¢ pidiendo gira.
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