Un fil¨®sofo indiscreto
Cl¨¦ment Rosset ha hecho de la sobriedad su estilo. Autor de no demasiados libros y de no demasiadas p¨¢ginas cada uno, act¨²a no obstante con una suerte de indiscreci¨®n peri¨®dica que nada tiene, desde luego, de personal ni de accidental. Fuera cual fuera la finalidad a cuyo servicio naci¨® la filosof¨ªa, todo parece indicar que quienes discurren por ella, si no guardan un secreto, comparten al menos una reserva esencial sobre su asunto. Como este asunto es, ni m¨¢s ni menos, lo real, est¨¢ permitido -y hasta fomentado- discutir acerca de si la realidad es o no cognoscible y disertar sobre las herramientas que han de conducir mejor a su exploraci¨®n; en cambio, comete una impertinencia quien confiesa p¨²blicamente -como viene haciendo Rosset-, traicionando el secreto profesional, que lo real no es problem¨¢tico por ser dif¨ªcil de conocer, intrincado o inabarcable, sino sencillamente porque es horroroso, despiadado, insensato e idiota. Este conocimiento, que no conviene divulgar en exceso, choca frontalmente con la sed de sentido que afecta end¨¦micamente a nuestra especie y, por tanto, conduce a quien lo acepta a un pensamiento inc¨®modo que, hist¨®ricamente puntuado por Lucrecio, Pascal, Spinoza, Schopenhauer o Nietzsche, s¨®lo puede denominarse con el t¨ªtulo que Rosset eligi¨® para el suyo desde la publicaci¨®n, en 1971, de su L¨®gica de lo peor, a saber, filosof¨ªa tr¨¢gica.
LO REAL
Cl¨¦ment Rosset. Traducci¨®n de Rafael del Hierro
Pre-Textos. Valencia, 2004
197 p¨¢ginas. 15 euros
En filosof¨ªa, la sobriedad comporta una suerte de continencia metaf¨ªsica que requiere hasta un temperamento especial -que para Rosset representa la alegr¨ªa, tan insensata e inmotivada como lo real mismo-, apto para resistir la constante tentaci¨®n de a?adirle a lo real un suplemento que lo haga m¨¢s soportable y compatible con nuestros deseos. En otros de sus libros Rosset hab¨ªa dedicado m¨¢s esfuerzo a poner de manifiesto la genealog¨ªa de las numerosas ilusiones con las que sazonamos la insufrible y cruda realidad, como si as¨ª pudi¨¦ramos digerir su crueldad; en ¨¦ste, que es uno de sus trabajos m¨¢s logrados, se ocupa m¨¢s bien de intentar devolver sus derechos mancillados a la estricta, desnuda e ins¨ªpida realidad, liberada del porcentaje de IVA intelectual que llamamos valor o sentido. Una empresa, en cierto modo, necesariamente condenada al fracaso. Como lo real nunca deja de parecernos poco, insuficiente, nunca dejamos nosotros de recubrirlo con espejismos y reflejos religiosos, metaf¨ªsicos, ideol¨®gicos o dram¨¢ticos, cuando no con la ebriedad -que nos hace "ver doble" y, por tanto, el doble de lo que hay- o con la paranoia -que nos invita a delirar tras cada cosa una raz¨®n o un motivo-.
Mostrar lo real no es, pues, algo que pueda hacerse "pura y simplemente", de un modo inmediato, sino que siempre implica una denuncia de las m¨¢scaras que deforman y "enriquecen" la realidad, que tiene una tendencia natural a ocultarse de nosotros. Por eso mismo, la labor de la filosof¨ªa tr¨¢gica es interminable, y de vez en cuando necesitamos un libro de Rosset, aunque no sea muy voluminoso, para aprender a re¨ªrnos de nuestra propia capacidad de autoenga?o. No hay temor de que la indiscreci¨®n cometida por Rosset haga demasiados estragos. Somos tan incapaces de aceptar lo real en su solemne idiotez que, despu¨¦s de leer cada uno de sus textos, volvemos a caer como ni?os en la misma patolog¨ªa que Rosset se empe?a una y otra vez en aliviar, con perfecta consciencia, eso s¨ª, de su car¨¢cter radicalmente incurable.
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