Torremolinos, vuelta a los sesenta
Bares y hoteles que marcaron ¨¦poca en las cercan¨ªas del paseo mar¨ªtimo
Thomas Bernhard sali¨® una ma?ana de su casa, a los 16 a?os, y decidi¨® tomar la direcci¨®n opuesta a la acostumbrada que le llevaba al instituto. La prosa del escritor austriaco es una melod¨ªa repetida, variaciones alrededor de una idea que se expande mecida por las vueltas de las repeticiones. Thomas Bernhard ten¨ªa 16 a?os, y el fr¨ªo austriaco del a?o 1947 corro¨ªa sus entra?as, y su rutina, y sus aspiraciones, y su visi¨®n. Pero una ma?ana tom¨® la direcci¨®n opuesta y encontr¨® trabajo como aprendiz en una tienda de comestibles de un barrio marginal de Salzburgo.
Bernhard ten¨ªa que existir contra todo o no existir ya, "en el momento en que hay que dar la vuelta o s¨®lo queda matarse", y tuvo la fuerza -cuenta en El s¨®tano, una de las novelas que conforman su autobiograf¨ªa- de existir contra todo y ser. Y se convierte en un escritor molesto, confiesa; remueve la conciencia del pueblo austriaco, para quien la guerra hab¨ªa terminado en la superficie, pero segu¨ªa haciendo estragos en su mente. Huyendo del fr¨ªo busc¨® tierras c¨¢lidas, el Mediterr¨¢neo, y al final de sus d¨ªas pas¨® semanas en un hotel en primera l¨ªnea de playa, La Barracuda, la playa de ese mosaico vanguardista y extravagante, de ese pedazo de costa chirriante y moderna, escandalosa y tolerante, de todo lo que es Torremolinos. Era diciembre de 1988, y busca sol y un lugar donde no le agobien los periodistas. Elige el hotel La Barracuda. No sospechaba que su enfermedad avanzaba como el fr¨ªo. Unas semanas m¨¢s tarde, su m¨¦dico de cabecera, su propio hermano, se traslada a Torremolinos, y juntos vuelven a Austria, donde fallece al poco.
Quince a?os despu¨¦s, en el s¨®tano donde se sit¨²a el bar del hotel La Barracuda, algunas parejas de brit¨¢nicos maduros sorben ex¨®ticos c¨®cteles sentados en sof¨¢s cubiertos de terciopelo. Sobre la barra, tres hombres y una mujer observan las pantallas de los dos televisores colocados uno junto a otro: en uno se retransmite un partido de f¨²tbol; en el otro, dos inmensos japoneses casi desnudos se empujan en un combate de sumo. La mujer se despoja de la chaqueta y se aleja hacia un escenario al fondo sin que ninguno de los tres hombres aparte la mirada de los televisores para seguirla. Un gesto de la mujer hace que los m¨²sicos comiencen a tocar. Su voz es firme y dulce, joven aunque cante las baladas de siempre de los hoteles de siempre, un tono melanc¨®lico que sube escaleras arriba y se mezcla con el rumor de las olas, y crece, dibujando las calles que dan lugar a Torremolinos. Porque Torremolinos ya no es s¨®lo lo que surge alrededor de Piper's, una discoteca m¨ªtica en mi mente, la de un adolescente malague?o, pocos a?os antes de la muerte del hombre que tom¨® la direcci¨®n opuesta. Torremolinos es el boom urban¨ªstico sin control y sus consecuencias; es la configuraci¨®n de una ciudad con elementos modernos que casi s¨®lo pod¨ªan verse por aquel entonces en Madrid y Barcelona; es el contraste de la presencia n¨®rdica, con sus democracias asentadas y la Espa?a ca?¨ª; es la serie de proyectos del arquitecto Lamela y el edificio Bazar Aladino, de Fernando Morillas -con forma de barco lento de paseo-, y el hotel Pez Espada, de J¨¢uregui y Mu?oz, y, de la ¨¦poca de la Rep¨²blica, el n¨ªtido edificio racionalista de Francisco Alonso Martos, antes Colegio de Hu¨¦rfanos Ferroviarios y ahora felizmente recuperado como centro cultural; es la ciudad moderna circunvalada por la avenida de Manuel Fraga Iribarne.
Avioneta sobre la pista
Piper's era un s¨®tano m¨ªtico en la cabeza de un adolescente. Contaban que se bajaban unas escaleras y que del alto techo de un amplio sal¨®n con varias pistas de baile colgaba una avioneta. S¨®lo hab¨ªa que tomar el tren para comprobarlo, para darse cuenta de que Torremolinos entero era el barco de Morillas, mientras alrededor, cientos de kil¨®metros cuadrados alrededor, Espa?a iba desprendi¨¦ndose del ropaje oscuro y gris, mientras Torremolinos era Piper's en un entorno de tabernas s¨®lo para hombres, y Lamela proyectaba la urbanizaci¨®n La Nogalera -en cuyos bajos, el pasaje, abr¨ªan bares de ambiente en un entorno donde la homosexualidad era tab¨², y verg¨¹enza, y pecado, y enfermedad; y en el barco que era Torremolinos se abr¨ªan bares de ambiente- y proyectaba la urbanizaci¨®n Playamar en el mosaico extra?o e impactante, digno de visitar, que es Torremolinos, ese barco independizado de M¨¢laga en 1988 para cuyo Ayuntamiento crea un edificio genial, acorde con la proa que es Torremolinos, Moreno Peralta, y donde a?os despu¨¦s -y sirve de ejemplo para entender ese barco a veces a la deriva- el alcalde trata de instalar un balc¨®n y un reloj, porque Torremolinos es la ciudad cosmopolita, con una poblaci¨®n censada procedente de 122 nacionalidades, y tambi¨¦n un pueblo, una ciudad de 53.000 habitantes, pero que en temporada baja se multiplica por cuatro y en la alta por siete; con su paseo mar¨ªtimo reci¨¦n estrenado recorriendo todo su litoral; con la taberna La Campana y con el Franki's Bar, ese bien recuperado bar ingl¨¦s con dise?o de los cincuenta en el Pez Espada, el primer gran hotel de la Costa del Sol, cuyas curvas acristaladas recuerdan a Mendelsohn, otro arquitecto moderno, como Torremolinos; con su movida paralela a la madrile?a; con sus bares y su Danza Invisible, y sus discotecas, y ese s¨®tano con su avioneta suspendida, y sus grupos de ingleses que con su jaleo provocaron que Thomas Bernhard -como cuenta Miguel S¨¢enz, su magn¨ªfico traductor y bi¨®grafo- cambiase varias veces de habitaci¨®n, como su forma de escribir, variaciones sobre una melod¨ªa, circular, como el edificio de J¨¢uregui y Mu?oz, como su periplo por las habitaciones de La Barracuda, Thomas Bernhard, que no deja indiferente, como Torremolinos.
- Pablo Aranda Ruiz (M¨¢laga, 1968) es autor de la novela La otra ciudad (Espasa).
GU?A PR?CTICA
Dormir
- Hotel Pez Espada (952 38 03 00 y www.medplaya.com). Avenida de Salvador Allende, 11. Torremolinos. La habitaci¨®n doble con desayuno, en junio, 52 euros por persona.
- Hotel La Barracuda (952 38 54 00). Avenida de Espa?a, 1. Torremolinos. La doble, del 1 al 20 de junio, 38,80 euros por persona con media pensi¨®n; ni?os gratis si comparten habitaci¨®n con los padres. Del 21 de junio al 10 de julio, 45 euros por persona.
Comer
- El Roqueo (952 38 49 46). Carmen, 35. La Carihuela, Torremolinos. Precio medio, entre 30 y 40 euros.
- Antonio (952 38 52 10). Plaza del Remo, s/n. La Carihuela. Unos 30 euros.
- Frutos (952 38 14 50). Avenida de la Riviera, 80. Los ?lamos. Carnes y mariscos. A partir de unos 45 euros.
- Poseid¨®n (952 38 00 40). Plaza del Lido, s/n. Platos sencillos en una animada terraza playera. 15 euros.
- La Playa, en Los ?lamos, un chiringuito para tomarse una copa en la misma arena.
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