Este pa¨ªs no puede permit¨ªrselo
Aunque de dudosa eficacia, puede resultar democr¨¢ticamente saludable una comisi¨®n de investigaci¨®n parlamentaria sobre el 11-M. Lo que este pa¨ªs no se puede permitir es desclasificar por razones pol¨ªticas m¨¢s papeles del CNI (Centro Nacional de Informaci¨®n). ?Por qu¨¦? Muy sencillo. Si despu¨¦s de lo ocurrido hace algunos a?os y de que el Gobierno en funciones de Aznar desclasificara de forma ins¨®lita unos documentos para intentar demostrar que no enga?¨® tras el atentado, se desclasifican otros, los servicios de informaci¨®n dejar¨¢n de redactar informes (en algunos casos, equivocados) de inteligencia para, sabiendo que pueden acabar siendo p¨²blicos, limitarse a notas de prensa. Y, lo que es m¨¢s grave, se cerrar¨ªa el grifo de la informaci¨®n de los servicios de otros pa¨ªses que reh¨²yen la publicidad y exigen la independencia de estos servicios de la pol¨ªtica, algo que se puede haber perdido, aqu¨ª y en otros lugares. Si algo requiere la lucha contra los terrorismos -el de ETA y el transnacional islamista- es cooperaci¨®n internacional. Sin ella, Espa?a estar¨ªa a¨²n m¨¢s ciega de lo que est¨¢.
La Comisi¨®n de Secretos Oficiales del Congreso es el lugar adecuado para el acceso a estos documentos sin necesidad de desclasificarlos. Lo necesario es saber por qu¨¦ pas¨® lo que pas¨®, para evitar que vuelva a pasar: por qu¨¦ el CNI pareci¨® acertar en sus vaticinios meses antes cuando alert¨® de atentados importantes contra Espa?a o intereses espa?oles fuera, pero fall¨® estrepitosamente el 11-M, y pareci¨® quedarse in albis tras la tragedia. La creaci¨®n del Centro Nacional Antiterrorista (CNA) para impulsar la coordinaci¨®n entre los servicios de informaci¨®n -del CNI, de la Polic¨ªa Nacional y de la Guardia Civil, entre otros- es absolutamente necesaria y pone a las claras que, lamentablemente, no hubo tal coordinaci¨®n antes. Lo sensato ser¨ªa que esta coordinaci¨®n se llevara directamente desde La Moncloa, y no desde Defensa o Interior.
Falta potenciar los medios para penetrar estas redes del terrorismo global que aparentemente, en el caso del 11-M, fue tambi¨¦n muy local: conocimiento de idiomas varios, del ¨¢rabe al farsi, y agentes seguros, que no son f¨¢ciles de obtener. Es una labor de a?os, por lo que Espa?a no se puede permitir que se le sequen las fuentes de informaci¨®n de otros servicios amigos.
Desde el 11-S y con la guerra de Irak, todas las miradas acusatorias est¨¢n puestas sobre los servicios de informaci¨®n, en EE UU, en Espa?a y en otros pa¨ªses. Quiz¨¢s porque en el caso de EE UU, la CIA ha pasado de hacer evaluaciones a actuar, presionada por la pol¨ªtica, algo para lo que no est¨¢n los servicios de inteligencia. El 11-S no fallaron s¨®lo los servicios de informaci¨®n, sino tambi¨¦n la diplomacia y la pol¨ªtica, como queda meridianamente claro en el libro ahora traducido en Espa?a, Contra todos los enemigos (Taurus), de Richard Clarke, coordinador de la lucha antiterrorista en la Casa Blanca con tres administraciones, al que no se hizo caso hasta que ocurri¨® la tragedia.
La cooperaci¨®n en este ¨¢mbito en Europa no marcha como deber¨ªa, como ya puso de manifiesto un informe anterior al 11-M de los servicios de Javier Solana en el Consejo de la Uni¨®n. La creaci¨®n del coordinador europeo para la lucha contraterrorista, encarnada en Gijs de Vries, puede impulsar una visi¨®n estrat¨¦gica y empujar a los Estados a llenar sus lagunas en este terreno, pero como ha indicado un asesor gubernamental, "las mayores lacras no est¨¢n en las instituciones europeas, sino en la desigualdad de las medidas nacionales". Los expertos creen, sin embargo, mucho m¨¢s en la eficacia de la cooperaci¨®n bi o multilateral entre los servicios, especialmente entre los cinco: Reino Unido, Alemania, Francia, Italia y Espa?a, adem¨¢s de Estados Unidos, conscientes de que a lo m¨¢s que cabe aspirar a corto plazo es a reducir riesgos. Pues espacios seguros no hay ninguno en Europa. aortega@elpais.es
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