Marchando otra de lo mismo

"Lo poco agrada y lo mucho enfada". As¨ª de sabio es el refranero. El director de la Compa?¨ªa Nacional de Danza (CND), Nacho Duato, presenta estos d¨ªas en el Teatro Real de Madrid a sus core¨®grafos favoritos: Forsythe, Kyli¨¢n y, por supuesto, ¨¦l mismo. Tres espadas para un cartel demasiado trillado. El 95% de las obras programadas por la CND desde la reapertura del coliseo madrile?o llevan su firma.

Nadie discute sus m¨¦ritos -Forsythe y Kyli¨¢n son dos pilares de la danza contempor¨¢nea mundial-, pero en un pa¨ªs donde el ballet es una an¨¦cdota, donde vivimos en un p¨¢ramo art¨ªstico y donde muchos bailarines huyen al extranjero en busca de un futuro mejor, ofrecer siempre la misma cara de la moneda resulta, cuando menos, preocupante.

Pero en este desaguisado las culpas son compartidas. ?Qu¨¦ criterios inspiran a la direcci¨®n del Real a la hora de dise?ar la temporada? Existen otros core¨®grafos y otras sensibilidades igual de interesantes e igual de contempor¨¢neos que este tr¨ªo de lujo. Los aficionados y el p¨²blico necesitan salir de este sota, caballo y rey por muy maravilloso que sea.

La noche del estreno tuvo alguno de esos instantes maravillosos. La pieza Falling Angels (1989), de Kyli¨¢n, inunda el teatro de magia. Unos haces de una luz casi solar invaden el escenario. Ocho bailarinas en maillots negros se posan sobre ellos con unos movimientos llenos plasticidad. El trabajo gestual del core¨®grafo es brillante -muy original la uni¨®n de los brazos en una pieza ¨²nica y muy sensual el cimbreo de los hombros-. La obra viaja sobre un tejido r¨ªtmico creado por cuatro percusionistas. Su sonido s¨®lo acompa?a a la coreograf¨ªa, sin condicionarla. Y as¨ª surge una danza mec¨¢nica y excitante a la vez. Ante el espectador pasan sin descanso unos fotogramas-baile de un gran impacto visual y espacial.

Forsythe despliega con Workwithinwork (1998) todo un tratado sobre el movimiento en una caja esc¨¦nica con el fondo en penumbra. Es una obra dif¨ªcil, muy exigente t¨¦cnicamente. Se necesitan unos int¨¦rpretes con muchos fundamentos para llevarla a buen puerto. Quiz¨¢s a los chicos de la CND les hubiera venido bien una pasada por la sabia mano del autor para sacar m¨¢s partido a una creaci¨®n larga y desigual.

Duato crea un cl¨ªmax conmovedor en White darkness (2001) -blanca oscuridad, en castellano-. Un ambiente de tristeza llena la sala; un sentimiento hondo encoge al espectador. La muerte de un familiar por culpa de las drogas inspir¨® al core¨®grafo. Un polvo que atrapa, blanco, luminoso, cae sobre la protagonista, Yolanda Mart¨ªn, que protagoniz¨® el momento m¨¢s intenso de la noche. La destruye y, a la vez, la redime. ?sa es la met¨¢fora: en lo m¨¢s oscuro, en lo m¨¢s profundo, en lo m¨¢s terror¨ªfico tambi¨¦n hay luz. Y Duato, en una de sus piezas m¨¢s interesantes de los ¨²ltimos tiempos, propone volar hacia ella.

Las tres obras tienen su m¨¦rito. Pero hay que ampliar horizontes. Nadie quiere comer marisco todos los d¨ªas ni escuchar a Bach a todas horas.