S¨¦ tu nombre
S¨¦ que me est¨¢s leyendo. Te miro sin verte. S¨¦ que todos los d¨ªas abres los peri¨®dicos y rastreas sobre ellos, te detienes en alg¨²n titular que te interesa, desciendes y lees, te deslizas l¨ªnea a l¨ªnea. Pero un d¨ªa como hoy, jueves, acudes a la ¨²ltima de este cuadernillo central y esperas que te susurre algo diferente, algo nuevo que llevarte a los labios, al coraz¨®n, a la memoria incluso. Conozco tu nombre, pero voy a guardarlo hasta el final porque amo la lentitud de los gestos que se comparten a solas, como este mismo: yo a un lado de las palabras, t¨² al otro, sobrevol¨¢ndolas a treinta cent¨ªmetros de tu mirada so?olienta y amable, desvelando su alma, propag¨¢ndolas en ti.
El tema de esta columna de hoy, lo habr¨¢s comprobado, eres t¨², pero tambi¨¦n quiero que sea un homenaje al lector, esa especie que amenaza con extinguirse si no lo remedian a tiempo los peritos de la pol¨ªtica. Las estad¨ªsticas lo dicen: en Espa?a se lee muy poco. La televisi¨®n y los juegos multimedia hacen flaco favor a la imaginaci¨®n de los ni?os. No hay programas -tampoco interesa- que animen a leer. La situaci¨®n es de gravedad manifiesta y actuar contra ella es uno de los retos m¨¢s acuciantes de la sociedad que tenemos. M¨¢s all¨¢ de cualquier proyecto de ley est¨¢ la trasmisi¨®n del gusto por los libros, el regalo inestimable de contagiar el entusiasmo de la lectura, ese gozo en estado puro que genera la comunicaci¨®n entre un escritor y un lector como t¨². Y hay m¨¦todos, cr¨¦eme, para sembrar en el ni?o ese amor gratificante y fecundo; formas a veces tan sencillas como la lectura en voz alta, la memorizaci¨®n de textos, poemas sobre todo, que una vez interiorizados nos han de acompa?ar toda una vida. Y es all¨ª, en la escuela o junto a la cama, antes de dormir, donde los libros hablan con un susurro c¨®mplice, seductor y enteramente ¨ªntimo. La Feria del libro de Alicante se inaugura ma?ana. Quiz¨¢ sea un milagro como tantos otros. T¨² tambi¨¦n lo eres y no sabes c¨®mo me reconforta comprobar que est¨¢s ah¨ª, frente a esta columna que te habla lentamente al o¨ªdo, que pronuncia tu nombre, M? Carmen Blanca o cualquier otro; que me escuchas tambi¨¦n cuando m¨¢s lo necesito.
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