El esplendor de la melancol¨ªa
En sus ¨²ltimos libros, cada vez con mayor madurez y acendramiento, Luis Antonio de Villena ha ido despoj¨¢ndose de m¨¢scaras sin dejar de ser nunca ¨¦l mismo, cumpliendo etapas dentro de una obra po¨¦tica que traza un hilo autobiogr¨¢fico en movimiento dentro de su unidad, y que en sus libros m¨¢s cercanos se muestra menos ficcional y ret¨®rico gracias a una escritura m¨¢s confesionalmente personal. En su anterior libro, Las herej¨ªas privadas, quien hablaba era un ni?o adulto que sacaba a la luz la memoria interna de una infancia turbia y dif¨ªcil junto con la memoria externa de esos a?os en que tuvo lugar su propia educaci¨®n sentimental. Y ven¨ªa a acabar con un poema, 'Benar¨¦s', que mostraba la imagen del r¨ªo de la vida en camino hacia la muerte.
DESEQUILIBRIOS
LUIS ANTONIO DE VILLENA
VISOR. MADRID, 2004
64 P?GINAS. 6 EUROS
Retoma ahora De Villena ese camino de rastreo en la existencia y se instala en el presente de un hombre maduro que hace recuento de la vida, pues como reconoce en la nota que cierra el libro, "Desequilibrios soy yo siempre". A lo largo de su obra ya hab¨ªa dibujado el poeta diversos autorretratos, pero este libro entero viene a ser un nuevo y esclarecedor an¨¢lisis interior de la verdad de alguien que, como en 'Autorretrato con canas te?idas', reconoce que "La vida no es buena y la muerte es sue?o. Quedan / los d¨ªas, los dioses, las quimeras, los libros, la feliz / noche loca. Voluptuosamente habla un hombre vac¨ªo...
". Son poemas llenos de vital madurez y declarado desenga?o, de un pesimismo que a pesar de todo reconoce que es "Feliz quien sabe que la vida / corre. Feliz quien apura su raci¨®n de licor / aunque sea todo un inmenso esplendor de melancol¨ªa".
Son 51 "falsos sonetos verdaderos", como De Villena los define, y que bien podr¨ªan haberse llamado "sonetos impuros", pues mantienen en su irregularidad la estructura del soneto pero sin tener en cuenta ni la rima ni la medida estricta de los versos. A la unidad tem¨¢tica se une la formal, pues en cada uno de los sonetos el asunto queda planteado en los cuartetos y resuelto, como desenlace o reflexi¨®n consecuente, en los tercetos. Pensamientos desarrollados en su forma completa, y cada uno de ellos etapas precisas del desarrollo del libro. Aun as¨ª, y a pesar del tono desencantado, la variedad surge de la mezcla de realidad y sue?o, del sutil instinto material de ese autorretrato el¨ªptico y m¨²ltiple que es Desequilibrios, una reivindicaci¨®n moral que es "carne y belleza" y es deseo. Asistimos a un cat¨¢logo de vidas y de muertes, de momentos de soledad y olvido en el que, al cabo, "Mi vida no era sino vida. Mi oficio, placeres / y letras que se volv¨ªan placer, como siempre lo fueron". Todo al fin vida tenaz, pues "Entre la Muerte y la Vida han de existir lejanas praderas de ternura". Como vino a decir Diderot en De la poes¨ªa dram¨¢tica, el escritor nunca es cautivo de las reglas, sino de la coherencia est¨¦tica, aunque a veces el libro se imponga a su autor. El soneto es aqu¨ª una necesidad intelectual y emocional, una morada que describir y que so?ar, acaso un anhelo en el elevado camino del deseo.
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