Los abstencionistas de izquierda
La derecha siempre vota. En todas las elecciones veo acudir caminando con dificultades a personas muy mayores (segmento de edad que vota abrumadoramente conservador), tenaces jubilados de los que nunca se pierden una votaci¨®n. Tambi¨¦n aparecen siempre por las urnas las inevitables monjitas, que supongo que no votar¨¢n a esos partidos que quieren legalizar las uniones homosexuales o sacar la religi¨®n de los colegios.
La derecha son gente pragm¨¢tica. Al PP le vota incluso la derecha m¨¢s conservadora, a la que no le hace ninguna gracia que el PP mantenga, por ejemplo, el aborto legal en diversos supuestos. Los obispos seguro que no est¨¢n de acuerdo con el aborto, pero llaman a votar. Y votan sin purismos, no tienen problemas de conciencia, saben lo que se juegan, son gente sensata que no votan por un partido ideal, sino por lo que hay. La derecha es fiel. Saben que la alternativa al PP no es algo m¨¢s de su gusto, sino el PSOE m¨¢s ciertos compa?eros de viaje poco recomendables.
Parece sencillo el razonamiento, ?verdad? Pues mucho votante progresista todav¨ªa no lo ha pillado. Si no hubiera sido por doscientos muertos y tres d¨ªas de mentiras continuadas, es probable que mucho voto de izquierdas se hubiese quedado en casa, como de costumbre, y tendr¨ªamos PP para unos trienios m¨¢s.
Es curioso, la mayor¨ªa de este (potencial) voto progresista se declara agn¨®stico y sin embargo su discurso no puede ser m¨¢s religioso: no votan porque al parecer ning¨²n partido es suficientemente puro; a diferencia de los obispos, ellos s¨ª tienen problemas de conciencia, de coherencia. Son gente exigente, nada les convence; incluso he o¨ªdo decir: "Es que no hay donde votar..." Respondo asombrado: ?en Navarra? Otra cosa no tendremos, pero opciones pol¨ªticas a la izquierda del PP hay unas cuantas: Batzarre, Aralar, EA, IU, PSOE,... Pues nada, no hay manera, nada les satisface: o demasiado vascos o demasiado poco, o muy reformistas o muy ut¨®picos, o mediocres o arribistas; en fin, quiz¨¢s en otra vida encuentren su opci¨®n.
Eso s¨ª, se quejan habitualmente; se quejan mucho. Son gente le¨ªda, gente enterada: con un par de peri¨®dicos, un caf¨¦ y un poco de p¨²blico hablan con autoridad de todo, o sea, de lo mal que est¨¢ todo por culpa de los pol¨ªticos, esos pol¨ªticos que gobiernan porque ellos no votan. Les encanta ese papel de l¨²cido escepticismo, lo encuentran elegante y de buen tono, se sienten satisfechos despu¨¦s de darle un agudo repaso a la actualidad. ?Pero votar?: "?para qu¨¦?... todos son iguales, la democracia es un fraude... votar cada cuatro a?os y ya est¨¢". Curiosa paradoja: como, seg¨²n ellos, votamos poco, mejor no votar nunca. Cuando les preguntas si hablan en serio, si siguiendo su argumentaci¨®n habr¨ªa que suprimir el Parlamento y los partidos, dicen que no, que no es eso, pero que bueno, que todo es una porquer¨ªa.
Hay un punto de frivolidad en este divino abstencionismo de izquierdas, un punto de frivolidad que yo llamar¨ªa perverso, porque este purismo, este colocarse por encima del bien y del mal se da a menudo en personas que viven bien, materialmente bien, personas que se pueden permitir el lujo de que la derecha desmantele los servicios sociales, sea dura con los inmigrantes o frene las VPO, porque en realidad ellos no juegan en esa liga, ellos juegan en primera. Hay tambi¨¦n un punto de narcisismo en este radicalismo de sal¨®n, ese sentirse m¨¢s listo que nadie, m¨¢s perfecto que nadie. Hay en fin, no un punto sino -dig¨¢moslo claro- un mucho de inmoralidad, de falta de ¨¦tica, cuando no se vota desde esa postura de elegante desd¨¦n por lo real; tengo la impresi¨®n de que al divino abstencionista en realidad le da igual qui¨¦n gane, a ¨¦l le vale con el narcisismo de su coherencia.
Nuestro sistema electoral es claramente mejorable y, por citar inventos conocidos, yo plantear¨ªa listas abiertas o referendos, mejoras que sin duda animar¨ªan la vida pol¨ªtica. ?Satisfar¨ªan estas reformas a nuestros divinos progresistas? Tengo mis dudas. En un texto conocido criticaba Popper a Plat¨®n (y de paso a cualquier profeta de una sociedad perfecta) porque ¨¦ste equiparaba la tarea del pol¨ªtico con la de un artista creador en total comuni¨®n con lo divino. La pol¨ªtica real no es divina, es gris, imperfecta y poco espectacular. Pero cr¨¦anme, no da igual quien mande. Si a usted le importan las pol¨ªticas sociales, la vivienda o la cooperaci¨®n deber¨ªa votar. Eso s¨ª, s¨®lo en el caso de que le importen.
Jos¨¦ Luis Sesma S¨¢nchez es profesor de Filosof¨ªa.
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