Trasvase
?Empieza a imponerse en algunos sectores de la sociedad civil el sentido com¨²n al que tan al¨¦rgicos son el presidente de la Generalitat, Francisco Camps, y su partido? El rechazo de los colegios de abogados y de las organizaciones agrarias AVA y Uni¨® de Llauradors a seguir a pies juntillas la cruzada contra la derogaci¨®n del trasvase del Ebro en la que envuelven los dirigentes populares la cruda realidad de su descalabro electoral, ?es s¨ªntoma de que los valencianos volvemos a razonar y de que nuestro debate p¨²blico se desprende por fin de las pegajosas adherencias de la propaganda? He hablado de sentido com¨²n y tal vez se trate s¨®lo de sentido del rid¨ªculo. El s¨¢bado, en Madrid, Camps y algunos corifeos irreductibles montaron una versi¨®n victimista del mismo libreto que en plena campa?a electoral les llev¨® a inaugurar solemnemente en Vinar¨°s unos movimientos de tierras del trasvase que s¨®lo exist¨ªan en su publicidad. En el escenario de aquel fraude quedaron los restos de un decorado cuya visi¨®n debi¨® hacer enrojecer de verg¨¹enza a sus protagonistas. Sin embargo, ahora se permiten entonar c¨¢nticos de agravio contra el Gobierno socialista, en nombre de un di¨¢logo que descartaron cuando tuvieron todo el poder y contra una prepotencia que conocen demasiado bien. Es sabido que ciertas epopeyas valencianas tienden a convertirse en zarzuelas. La querencia por el "g¨¦nero chico", tan vibrante en algunos compases del mism¨ªsimo Himno regional, lleva al autoenga?o colectivo y a la inanidad. El manejo que Camps hace de una contrariedad mayor, como es la derrota de los suyos, intentando proyectar sobre el escenario pol¨ªtico una "traici¨®n" de argumentario, resulta trivial. Anunci¨® la semana pasada el Ejecutivo, que cuenta en esto, como en otras cosas, con el apoyo de todos los grupos excepto el PP, la adjudicaci¨®n este a?o de siete desaladoras para hacer efectiva una alternativa que garantice agua y consuma menos hormig¨®n, en lo que deber considerar una medida sensata cualquiera que no haga del patriotismo hidr¨¢ulico su raz¨®n de ser. Pero Camps busca conferir al trasvase un car¨¢cter sagrado. Est¨¢ empe?ado en convertir una obra p¨²blica en un t¨®tem, y corre el peligro de que le salga un ninot.
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