De subalterno a ¨ªdolo
Damiano Cunego, de 22 a?os, se impone en el Giro rebel¨¢ndose contra su jefe de filas, Gilberto Simoni
Seg¨²n Gilberto Simoni, el destronado, Damiano Cunego es un bastardo y un ignorante. Seg¨²n su m¨¦dico, es un superdotado gen¨¦ticamente. Seg¨²n la prensa italiana, que ha encontrado un nuevo ¨ªdolo cuando m¨¢s lo necesitaba el ciclismo, diez a?os despu¨¦s de la irrupci¨®n del Pirata Marco Pantani, tres meses despu¨¦s de su muerte, es fr¨ªo y calculador, subversivo y moderno, resistente y explosivo, escalador y sprinter, disciplinado y consecuente. Cunego, en resumen, debe de ser un dios o, si no, un Merckx.
Veron¨¦s, de 22 a?os, Cunego era hace un mes una esperanza de tantas como existen y que s¨®lo los buenos aficionados controlan. Hoy, ayer mismo, es el campe¨®n del Giro, ganador de cuatro etapas, el l¨ªder de la renovaci¨®n del ciclismo.
Hace s¨®lo siete a?os, Cunego, bajito -1,71 metros-, muy delgado -ha acabado ahora con 57 kilos-, f¨ªsico de escalador, piernas de velocista, muslos y coraz¨®n de campe¨®n, cabeza de l¨ªder, no sab¨ªa casi montar en bicicleta. Pero se enamor¨® de Pantani vi¨¦ndole conquistar el Alpe d'Huez, en el Tour, por la misma raz¨®n por la que se enamor¨® de Jim Morrison, Riders in the Storm, The End, The Doors...: por su eterna rebeld¨ªa, su inconformismo, su valor para arriesgarse y habitar los lados oscuros del alma.
De Morrison, muerto en Par¨ªs de sobredosis, lleva un p¨®ster que todas las tardes, al deshacer la maleta, desdobla con cuidado y clava con m¨ªnimos alfileres, aprovechando los agujeros ya hechos, encima de su cama. De Pantani, muerto en R¨ªmini de sobredosis, ha tomado la soberbia y el gusto por el dulce. El bocado favorito del Pirata era la piadina, especie de pizza, de nocilla, y ¨¦l, en este Giro, terminado ayer en Mil¨¢n, se ha puesto morado a espaguetis con miel. Y tambi¨¦n, los coches, la velocidad. Hijo de un chapista corredor de rallies como aficionado, se hizo mec¨¢nico, piloto, y habla m¨¢s de los rallies que del ciclismo.
A los 17 a?os, despu¨¦s de destacar como jugador de hockey sobre hielo y corredor de campo a trav¨¦s, Cunego cogi¨® la bici. Dos a?os despu¨¦s, en aquel 1999 en que ?scar Freire se proclam¨® campe¨®n del mundo, ¨¦l gan¨® su mundial, el juvenil. R¨¢pidamente, Giuseppe Martinelli, el mentor de Pantani, tom¨® nota, habl¨® con ¨¦l y empez¨® a cuidarlo. Pens¨® en una evoluci¨®n tranquila. Era una gran uva -enorme capacidad de consumo de ox¨ªgeno, 420 vatios de potencia, a m¨¢s de 7 por kilo, y gran capacidad de aceleraci¨®n- que deber¨ªa convertirse en un gran reserva.
Pero un ciclista no es un vino. Un ciclista es coraz¨®n. Y quien quiera criarlo deber¨¢ terminar por aprender de ¨¦l, por luchar para estar a su altura. Martinelli, que dirige el Saeco, el equipo de Gilberto Simoni, de 32 a?os, ganador de dos Giros, figura de referencia, pensaba que Cunego deb¨ªa desarrollarse a su sombra, aprender de ¨¦l, ayudarle a ganar su tercer t¨ªtulo antes de lanzarse libre. Pero los genios no entienden de escuelas y, como aquel Fausto Coppi de 20 a?os, que entr¨® en el Legnano de 1940 para ayudar a Gino Bartali, de 25, para aprender y le gan¨® el Giro, y como aquel Felice Gimondi de 1965, de 22, que tambi¨¦n se rebel¨® en el Salvarani contra Vittorio Adorni, o como aquel Eddy Merckx del Faema en 1968, que tambi¨¦n le hizo la envolvente al desgraciado Adorni, Cunego ha ido m¨¢s deprisa de lo que esperaba Martinelli, de lo que tem¨ªa Simoni.
Despu¨¦s de un juego florentino, seg¨²n el cual Cunego, que gozaba de libertad de marcaje y ganaba etapas de forma t¨¢ctica para que Simoni lograra la maglia rosa en los Dolomitas, se abatieron las caretas y estall¨® la tragedia. En las primeras rampas del Bormio 2000, Simoni mostr¨® su impotencia. Intent¨® fugarse. No pudo. Capturado por el grupo de Cunego, a¨²n se crey¨® con derecho a que aqu¨¦l le ayudara en el sprint. Pero, a 200 metros de la meta, como una bala, salt¨® Cunego. Simoni intent¨® seguirle y revent¨®. En tan poca distancia perdi¨® 9 segundos. Se sinti¨® humillado. Por eso llam¨® bastardo e ignorante al nuevo ¨ªdolo de las masas que ayer le mir¨® sonriente desde lo alto del podio, en el que ¨¦l s¨®lo fue el tercero.
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