Pixies y Korn ponen punto final a la octava edici¨®n de un Festimad con dudas sobre su nueva ubicaci¨®n
Una mezcla de p¨²blico de lo m¨¢s heterog¨¦neo se reuni¨® la segunda noche de Festimad, agotando el espacio f¨ªsico para disfrutar de dos propuestas musicales bien diferentes. Por un lado, la vuelta de los m¨ªticos Pixies, pioneros de los sonidos indies de la d¨¦cada pasada y grupo instalado ya en la mitolog¨ªa desde su disoluci¨®n hace ya 13 a?os. Black Francis, voz y guitarra; Kim Deal, bajista; Joey Santiago, guitarra, y David Lovering, bater¨ªa, aparecieron en escena con bastantes kilos de m¨¢s y, en el caso de los hombres, bastante pelo de menos. Pero tra¨ªan su modo de hacer intacto y la multitud agrupada ante ellos agradeci¨® el conocido sonido de la primera canci¨®n, Where is my mind. Con Monkey goes to heaven y Here comes your man qued¨® claro que, como dice el refr¨¢n: quien tuvo, retuvo. La manera que tienen Pixies de hacer del pop un formato descuadrado y dependiente de guitarras afiladas que casi nunca tocan lo que se espera dej¨® a los espectadores a sus pies. Muchos de ellos hab¨ªan venido expresamente al rescate emocional de un grupo que ya nadie esperaba volver a ver reunido, y lo celebraron ruidosamente y prestando sus gargantas en canciones como Debaser o Vamos, con el cl¨¢sico spanglish del grupo. Cincuenta y cinco minutos exactos estuvo la banda sobre las tablas. Fue corto pero intenso.
Korn, los segundos protagonistas de la velada, estiraron, sin embargo, algo m¨¢s su actuaci¨®n y el desbocado sonido de sus guitarras, m¨¢s la voz desesperada de su cantante Jonathan Davis, que luc¨ªa falda escocesa y trenzas jamaicanas dreadlocks, sirvi¨® para echar con fuerza el candado final al festival con 16 canciones, entre las que abundaban cl¨¢sicos de todas las ¨¦pocas del grupo. Take a look in the mirror, que da t¨ªtulo a su ¨²ltimo disco -del a?o pasado-, inici¨® la actuaci¨®n para que la multitud de espectadores se volvieran locos con una m¨²sica que, si bien no es nueva en absoluto, s¨ª parece gozar del benepl¨¢cito de los m¨¢s j¨®venes seguidores del rock en clave dura en Espa?a. Blind, Freak on a Leash o Shoots and Ladders fueron otros de los momentos m¨¢s inspirados de un grupo al que pocos periodistas musicales asistentes le otorgaban el derecho a cerrar un Festimad.
Korn, no obstante, cumplieron con su papel, y de tal modo finaliz¨® una nueva edici¨®n de un Festimad al que le acucian las dificultades de mantener cada a?o el mismo grado de inter¨¦s con respecto al cartel de estrellas y, como ya se ha dicho, la posici¨®n del gobierno municipal de M¨®stoles, que parece empe?ado en sacar al festival del parque del Soto de esta localidad madrile?a. Como cada a?o, nuevos interrogantes se abren en torno a Festimad y su supervivencia. Pero, como siempre, al final todo sale bien.
Babelia
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