Hora de abrir
Durante los ¨²ltimos cuatro a?os la cuesti¨®n de los horarios comerciales -es decir, la apertura al p¨²blico de los comercios en domingos y festivos- ha permanecido aletargada detr¨¢s de una legislaci¨®n que permite abrir durante 12 festivos al a?o y con el pretexto aplazado de que el Gobierno y las comunidades aut¨®nomas puedan ponerse de acuerdo para permitir la libertad total de horarios a partir del 1 de enero de 2005. El horizonte resulta m¨¢s bien lejano, sobre todo por la tradicional resistencia auton¨®mica a aceptar horarios libres para el comercio. Las organizaciones de peque?os comerciantes han tenido ¨¦xito hasta ahora en convencer a los Gobiernos auton¨®micos de que las grandes superficies son una amenaza de monopolio imbatible.
En este avispero dormido terci¨® recientemente el ministro de Industria, Comercio y Turismo, Jos¨¦ Montilla, anunciando su deseo de limitar a ocho d¨ªas al a?o el n¨²mero m¨ªnimo de festivos que pueden abrir los comercios. Y la verdad es que hizo un mal tercio, puesto que el vicepresidente y ministro de Econom¨ªa, Pedro Solbes, defendi¨® d¨ªas despu¨¦s la conveniencia de mantener el n¨²mero m¨ªnimo de aperturas en 12 al a?o y desautoriz¨® de paso p¨²blicamente al ministro de Industria.
En principio, es un caso claro de descoordinaci¨®n administrativa, dif¨ªcil de evitar en un Gobierno novel. Pero hay algo m¨¢s. Al menos en este punto, Montilla y Solbes mantienen concepciones pol¨ªticas distintas, por no decir opuestas. El primero se alinea con quienes creen que la mejor manera de proteger al peque?o comercio es reducir la capacidad de maniobra de los grandes centros comerciales. Es una premisa ideol¨®gica que identifica las grandes superficies con pr¨¢cticas abusivas, perjuicios para el consumidor y amenazas de monopolio. Solbes, m¨¢s pragm¨¢tico, no advierte razones pol¨ªticas para limitar el ya de por s¨ª escaso margen de los horarios comerciales en festivos. Estas diferencias de criterio, sean epis¨®dicas o arraigadas, existen y debe tomarse nota de ellas.
Montilla tiene a su favor el programa electoral del PSOE, que menciona la vuelta a un m¨ªnimo de ocho d¨ªas, pero poco m¨¢s. Los consumidores ya han decidido que la f¨®rmula de ¨¦xito est¨¢ en las grandes superficies y en los hipermercados, por sus ventajas de precios, en financiaci¨®n y en posibilidades de ocio. Es verdad que los peque?os comercios contribuyen a articular los barrios y fortalecer la convivencia. Razones suficientes para que se procure su supervivencia en condiciones de rentabilidad razonable. Si se quiere proteger al peque?o comercio, conc¨¦dansele en buena hora beneficios fiscales, ayudas econ¨®micas y planes de reforma comercial si la sociedad lo estima oportuno. Pero ning¨²n argumento justifica que se mutile la capacidad de competencia de un negocio pr¨®spero con el fin de favorecer a otro de menos ¨¦xito o al borde del fracaso econ¨®mico.
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