Atrapados entre las rejas de Gaza
Los habitantes de la franja viven asfixiados por la superpoblaci¨®n, el paro y los cierres dictados por Israel
![Jorge Marirrodriga](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2Fb7d04159-fd50-4038-8148-62d7daea4e80.png?auth=acdb7ba73364da07da149cc509a4d5bf3cfac329179bb6cb4e21540d18e8488f&width=100&height=100&smart=true)
A Tamer Muhaimar, de 21 a?os, le gusta ir a la ¨²ltima moda en Gaza. Un tel¨¦fono m¨®vil, unos tejanos Lee -originales, no falsificados-, escuchar m¨²sica rap y navegar por Internet, son todas sus aficiones y pr¨¢cticamente todo su horizonte vital. Y se puede considerar un afortunado. Su padre trabaja en la Seguridad Palestina y recibe un sueldo que le ayuda a sufragar sus estudios en la Universidad Al Azhar, una de las cuatro de la franja. Su primo Ahmed, de 35 a?os, ya ha dejado de tratar de evadirse mentalmente y quiere simplemente irse del territorio. "Vivimos encerrados tras una valla. Quiero marcharme y olvidar esto. Aqu¨ª la gente se vuelve loca", comenta.
Gaza est¨¢ rodeada por una verja que comenz¨® a construirse durante las conversaciones de Oslo entre el Gobierno israel¨ª y los representantes de la Organizaci¨®n para la Liberaci¨®n de Palestina. A mediados de los noventa ya estaba terminada. Dentro quedaron 1.300.000 palestinos con una densidad de poblaci¨®n de 14.000 personas por kil¨®metro cuadrado. "Antes era posible salir por dos puntos: por Eretz, al norte, para ir a trabajar a Israel o visitar familiares en Cisjordania, o por Rafah, al sur, para visitar a familiares en Egipto. Esto, s¨®lo unos pocos afortunados. Ahora, las dos fronteras est¨¢n cerradas", apunta Ahmed, que abandon¨® los estudios de inform¨¢tica y sue?a con un futuro mejor en Europa.
En Gaza no hay cines, ni teatros, ni centros de ocio. Un peque?o parque en el centro de la ciudad de Gaza y la playa son pr¨¢cticamente todas las diversiones al aire libre. La televisi¨®n ocupa la mayor parte del ocio en la franja, donde a trav¨¦s de las antenas parab¨®licas tienen acceso al mundo. Por la televisi¨®n conocen de primera mano la situaci¨®n en Irak, o los desplantes de Gaddafi a la Liga ?rabe, pero tambi¨¦n los mensajes de cadenas de organizaciones radicales como la libanesa Al Manar, propiedad de Hezbol¨¢, donde se exalta constantemente el "martirio", es decir, los atentados suicidas. Las manifestaciones pol¨ªticas y religiosas son los actos sociales m¨¢s comunes.
Las familias se agrupan en una sola vivienda, a la que van a?adiendo pisos para los nuevos miembros; por ello, las ciudades parecen constantemente en obras al dejar las casas con las vigas al aire en sus azoteas. Cada familia ocupa un piso, pero en muchos casos cada familia ocupa una habitaci¨®n. "Aqu¨ª no s¨®lo falta el trabajo; lo que falta es el dinero", se queja en perfecto castellano Ad¨¢n, un profesor que trabaja de portero en un peque?o hotel para ganar una cifra m¨ªnima que permita subsistir a su familia. "Y encima tengo suerte", reconoce. La tasa oficial de paro para los territorios palestinos es del 40%, pero en Gaza puede alcanzar el 60%. Sobreviven gracias a una fuerte estructura familiar -no s¨®lo padres e hijos, sino tambi¨¦n hermanos, sobrinos y primos- donde los que tienen un sueldo lo entregan al jefe de la familia para que lo distribuya. "Y as¨ª, donde come uno, comen cinco", dice Ad¨¢n. Productos de Israel, Turqu¨ªa y China son los que dominan el mercado. La gasolina entra desde Israel -un euro el litro- al igual que los coches. El arroz es la base de la alimentaci¨®n. El pollo se come de vez en cuando y el cordero en las grandes fiestas. La fruta de temporada -manzanas, naranjas y fresas- se produce en la franja y no es cara.
Hasta 200.000 palestinos llegaron a tener permisos de trabajo para trabajar en Israel, convirti¨¦ndose en el principal sostenimiento de la econom¨ªa de Gaza. Hoy, apenas son 25.000, de los que unos 5.000 trabajan en la zona industrial de Eretz, esto es, al lado de la franja. Pero desde el pasado 22 de marzo ning¨²n palestino de Gaza ha podido entrar en Israel para trabajar. Los d¨ªas que pueden se presentan en la frontera a las tres de la madrugada. Con un poco de suerte, a las siete habr¨¢n cruzado.
En 1994, con el establecimiento de la Autoridad Palestina (AP), la Administraci¨®n se convirti¨® en la primera fuente de empleo, con unos 500.000 trabajos -m¨¢s de 50.000 en cuerpos de seguridad y polic¨ªas-, aunque muchos son trabajos ficticios, donde lo ¨²nico real es el sueldo. Esto ha permitido a Al Fatah, el partido de Arafat, mantener el apoyo social frente al empuje de organizaciones radicales como Ham¨¢s o Yihad Isl¨¢mica.
Los ni?os respiran este ambiente desde el primer momento. Los colegios -muchos gestionados por la ONU y otros por la AP- tienen tal cantidad de alumnos que los organizan por turnos. Las clases duran unas pocas horas al d¨ªa y los peque?os no pueden permanecer en ellos, pero tampoco volver a sus atestadas casas. Resultado: los ni?os pasan la mayor parte del tiempo en la calle. "Es segura, se encuentran en la zona", repiten las madres de Gaza. Y es cierto que son excepcionales las desapariciones, pero los accidentes son frecuentes. La pol¨ªtica y el juego se mezclan. Los ni?os no juegan a polic¨ªas y ladrones, sino a israel¨ªes y palestinos y participan normalmente en las manifestaciones pol¨ªticas, cuando no en choques con los israel¨ªes.
Los j¨®venes escuchan al egipcio Amor Diab o la libanesa Nawal mientras intentan conseguir los 80 euros para unos vaqueros. En la mayor parte de las universidades son segregados por sexos. Las relaciones sexuales son un tab¨² que muchos explican con iron¨ªa: "En Gaza es imposible estar solo".
![Una familia de colonos en el asentamiento de Kfar Darom, en la franja de Gaza.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/JDE7AAKUUVWO4Z2XZRW6XD57VQ.jpg?auth=8e0684408db55356ff38050f8408aece580b80e1f00a214c2016e158fb0a7116&width=414)
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