Un chico del barrio aficionado a las artes marciales
Rodolfo Charrabe Gallego ten¨ªa 27 a?os cuando una bala termin¨® con su vida. Era hijo ¨²nico y hac¨ªa cuatro a?os que su madre se independiz¨® de ¨¦l. Desde entonces viv¨ªa solo, en un piso en la calle del Cardenal Siliceo, n¨²mero 10, con su perra que era "su amor plat¨®nico", seg¨²n cuenta su madre, Rosario Gallego, de 47 a?os.
A dos pasos de la casa de Rodolfo, en la calle de Mauro, vive su abuela, de 78 a?os, con quien ten¨ªa muy buena relaci¨®n, y quien le preparaba los platos que a ¨¦l le gustaban, sobre todo cocido madrile?o, "como todas las abuelas", dice Rosario. A unos cientos de metros de all¨ª est¨¢ el pub Versi¨®n Original. Un tri¨¢ngulo en pleno coraz¨®n del barrio de Prosperidad que le vio nacer y morir.
Rodolfo era un chico del barrio, "muy amigo de sus amigos, muy cari?oso y con un gran sentido de la justicia", asegura su madre, "si ve¨ªa alguna injusticia le afectaba mucho". Hac¨ªa poco que hab¨ªa roto con su novia, pero era "un donjuan", continua Rosario. "Hered¨® la sangre ¨¢rabe de su padre, y la facilidad de acercarse a las mujeres". Eso, junto a su facilidad de hacer chistes, y su f¨ªsico, le hac¨ªan muy popular entre las chicas.
A Rodolfo no le gustaba estudiar. Termin¨® EGB pero no continu¨® hasta el instituto porque prefer¨ªa el trabajo manual. "Ahora estaba estudiando para auxiliar de veterinaria, porque le encantan los animales", dice su madre.
Campe¨®n de Andaluc¨ªa
Pero por lo que sent¨ªa pasi¨®n Rodolfo eran las artes marciales, en concreto el taek-wondo. "Tiene varios trofeos", cuenta orgullosa Rosario. "Incluso lleg¨® a ser campe¨®n de Andaluc¨ªa y subcampe¨®n de Europa". Una lesi¨®n en la rodilla trunc¨® su carrera y le empuj¨® a trabajar como portero de discoteca en varias ocasiones y cobrador de morosos, aunque sus amigos aseguran que hac¨ªa varios a?os que ya no ejerc¨ªa esa ocupaci¨®n. Sin embargo "le gustaba mucho la noche, vivir al l¨ªmite del miedo", afirma su madre. Y es que Rodolfo sab¨ªa defenderse: "Si le hubiese dejado, le habr¨ªa partido la cara al tipo ese antes de que le disparara", cuenta con rabia uno de ellos.
Rosario sigue sin comprender por qu¨¦ ha muerto su hijo. "El da?o ya est¨¢ hecho, y no podr¨¦ recuperarlo", se lamenta destrozada. Sin embargo, sigue teniendo claro que "los problemas no se solucionan con disparos, sino hablando".
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