El perdurable alegato de fray Bartolom¨¦
"Destrucci¨®n de las Indias" llam¨® fray Bartolom¨¦ de Las Casas (1484-1566) a las acciones perpetradas por no pocos conquistadores y encomenderos en el Nuevo Mundo. Denuncias innumerables hizo ¨¦l de dicha destrucci¨®n que abarc¨® privaci¨®n de la libertad de los indios, derrocamiento de sus se?ores naturales, despojos e imposici¨®n de duros trabajos, acompa?ados de muertes y acabamiento de pueblos y culturas. Escribi¨® sin descanso, expres¨® sus razones ante Carlos V, obispos y funcionarios reales. Su vida fue un alegato en defensa de los indios.
Hoy, a m¨¢s de cuatrocientos a?os de distancia, aunque sabemos que sus denuncias fueron aprovechadas por los enemigos de Espa?a que forjaron la leyenda negra, reconocemos -como lo han hecho juristas, historiadores, antrop¨®logos y otros de muchos pa¨ªses del mundo- que el sevillano Las Casas fue el primero en la enunciaci¨®n de los derechos humanos y, adem¨¢s, defensor activo de los mismos.
Siendo tremendas sus denuncias y alegatos, el Emperador les prest¨® o¨ªdos y, lejos de ver en ¨¦l a un traidor o un exaltado, expidi¨® varias leyes y reales c¨¦dulas en las que, cual si hiciera suyo lo expuesto por Las Casas, reconoce las grandes injusticias padecidas por los indios y ordena sean atendidas sus demandas. Y otro tanto hizo m¨¢s tarde Felipe II. Como una muestra citar¨¦ una parte de la real c¨¦dula que el 27 de mayo de 1582 dirigi¨® al arzobispo de M¨¦xico:
"Somos informados que en esa tierra se van acabando los indios naturales della por los malos tratamientos que sus encomenderos les hacen. Y que, habi¨¦ndose disminuido tanto los dichos indios, en algunas partes faltan m¨¢s de la tercia parte... Y los tratan peor que esclavos y como tales se hallan muchos vendidos y comprados, de unos encomenderos a otros, y hay algunos muertos a azotes, y mujeres que mueren... Y que hay madres que matan a sus hijos pari¨¦ndolos, diciendo que lo hacen por librarlos de los trabajos que ellos padecen; y que han concebido los dichos indios muy grande odio al nombre de cristiano y tienen a los espa?oles por enga?adores y no creen cosa de las que les ense?an".
Eco son estas palabras de lo que a?os antes hab¨ªa denunciado fray Bartolom¨¦. ?l, que fue para Espa?a censor de sus obras -lo que ninguna otra potencia imperial tuvo-, influy¨® as¨ª en la pol¨ªtica y el derecho de su patria en favor de los indios e incluso de los esclavos africanos, ya que, si pens¨® originalmente que pod¨ªan sustituir a los indios en los trabajos m¨¢s rudos, se arrepinti¨® luego y fue el primero en condenar abiertamente que fueran llevados al Nuevo Mundo, oponi¨¦ndose a su esclavitud al igual que a la de los indios.
A la luz de esto, se me viene a la mente una pregunta: hoy, a m¨¢s de cuatrocientos a?os de distancia, ?el moderno imperio que se llama Estados Unidos de Am¨¦rica tiene por ventura un censor como Bartolom¨¦ de Las Casas? ?Estar¨ªa dispuesto el nada ilustrado, ni ilustre, George W. Bush a escuchar, como lo hizo Carlos V, las voces de denuncia y los alegatos que se levantan en contra de sus siniestras acciones en Afganist¨¢n e Irak y tambi¨¦n en contra de Cuba? ?Y estar¨ªa asimismo dispuesto a recibir a alguien que le removiera su conciencia en entrevista cara a cara?
La primera gran cuesti¨®n suscitada por Las Casas fue la concerniente a las justas causas para hacer la guerra. ?La ha justificado Bush con su pretensi¨®n de prevenir, buscando armas de destrucci¨®n masiva que nadie ha encontrado? ?Y qu¨¦ responder¨ªa el se?or Bush a la acusaci¨®n de haber provocado miles de muertes de inocentes, mujeres, ni?os y ancianos en Afganist¨¢n e Irak, as¨ª como las de sus propios soldados enviados por ¨¦l al matadero?
Volvamos de nuevo a recordar los excesos de las conquistas en el Nuevo Mundo, tantas veces condenadas hip¨®critamente en los Estados Unidos, aunque practicadas igualmente por ellos. Es verdad que los conquistadores destruyeron valiosos monumentos ind¨ªgenas, pero ?acaso la invasi¨®n de Irak no ha propiciado saqueos y destrucci¨®n de grandes tesoros culturales? Y si los conquistadores buscaban oro, ?no ambiciona tambi¨¦n el se?or Bush el oro negro que es el petr¨®leo?
En contraste con las locuras del psic¨®pata que gobierna en el hoy m¨¢s poderoso imperio de la Tierra, han estado las actitudes asumidas por pa¨ªses como Francia, Chile y M¨¦xico opuestas a la siniestra "guerra preventiva". Y qu¨¦ bueno ha sido tambi¨¦n que Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, en oposici¨®n a su predecesor de triste recordaci¨®n, haya retirado de Irak a las tropas espa?olas.
Concluir¨¦ con una recomendaci¨®n: acudamos a Bartolom¨¦ de Las Casas. Nos habla ¨¦l a trav¨¦s de sus obras: la Apolog¨¦tica Historia Sumaria, la Historia de las Indias, el Del ¨²nico modo de vocaci¨®n de los gentiles, la Apolog¨¦tica y su c¨¦lebre Brev¨ªssima relaci¨®n de la destrucci¨®n de las Indias. Abundan en tales obras las descripciones de los hechos -atropellos y cr¨ªmenes que hoy se vuelven a repetir-, as¨ª como el perdurable alegato del que es una de las m¨¢s grandes glorias de Espa?a: el pionero en la defensa de los derechos humanos.
Miguel Le¨®n-Portilla es historiador y antrop¨®logo mexicano.
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