Aymaras hartos de promesas
Ind¨ªgenas peruanos han matado a un alcalde y han intentado linchar a dos m¨¢s
El pueblo del altiplano peruano que hizo una revuelta para expulsar a su alcalde y termin¨® asesin¨¢ndolo contin¨²a en rebeld¨ªa tras 50 d¨ªas de violentos disturbios. El Gobierno del presidente Alejandro Toledo parece muy confiado en haber hallado una soluci¨®n. Sin embargo, la poblaci¨®n de Ilave (departamento de Puno, en el sur del pa¨ªs), mayoritariamente aymara, no parece dispuesta a dar su brazo a torcer en sus demandas, alguna de ellas inviable: exigen la libertad de los siete presuntos organizadores del linchamiento del alcalde Cirilo Robles y que notables del pueblo administren la alcald¨ªa vacante.
Pero Ilave no es el ¨²nico foco de conflicto en la regi¨®n. El diario El Comercio daba cuenta ayer de que dos alcaldes se salvaron de sufrir el mismo destino que Robles. El primero, en el distrito de Molino, en el departamento de Huanuco, regi¨®n selv¨¢tica al centro del pa¨ªs. El viernes pasado, el alcalde, C¨¦sar Luis Eugenio, tuvo que huir disfrazado de polic¨ªa para evitar ser linchado por una turba. Al d¨ªa siguiente, esta vez en Puno, en el distrito de Asilo, Antol¨ªn Huaricacha tambi¨¦n logr¨® fugarse de un grupo de enardecidos pobladores que criticaban su desempe?o en el municipio.
Cirilo Robles muri¨® desangrado tras ser apaleado y arrastrado por las calles del pueblo
La promesa sobre el asfaltado de una carretera fue el detonante de los tr¨¢gicos sucesos del 26 de abril en Ilave. Robles, en una audiencia p¨²blica a fines de marzo, anunci¨® esa mejora en la v¨ªa. Nunca se hizo. A esto se sumaron denuncias por corrupci¨®n que siguen sin ser comprobadas. La ira de los lugare?os se desat¨®. Y a pesar de que los titulares de los peri¨®dicos lime?os anuncian en un rapto de optimismo el levantamiento de la huelga general indefinida en Ilave, a orillas del lago Titicaca, la realidad es muy diferente.
Tras una larga reuni¨®n el pasado martes entre los principales dirigentes locales y las autoridades designadas por el Gobierno central se lleg¨® a un acuerdo, m¨¢s bien fr¨¢gil, que nunca se plasm¨® en un acta firmada por las partes.
Decidieron instalar una mesa de di¨¢logo, y, a cambio, el viceministro del Interior, Richard D¨ªaz, pidi¨® que se restablezcan los servicios b¨¢sicos y que se reanuden las actividades en el municipio. Los ilave?os se comprometieron a levantar el paro indefinido -en realidad, una tregua de diez d¨ªas que vence el viernes-, y el Ejecutivo, a retirar progresivamente a las fuerzas de seguridad de la zona.
Pero los problemas se suceden. Las masas ilave?as se niegan a aceptar al recientemente designado alcalde provisional por el Jurado Nacional de Elecciones, Ram¨®n Arias Santos. Seg¨²n fuentes locales, los lugare?os no aceptar¨¢n como regidor a nadie de la lista del extinto Cirilo Robles. Su propuesta es que entre los notables del pueblo se elija a quienes deber¨¢n administrar el municipio hasta las pr¨®ximas elecciones, convocadas para octubre. Incluso, los m¨¢s radicales insisten en que el teniente de alcalde -detenido y acusado del linchamiento- sea quien gobierne el municipio.
Una de las peticiones en la que dif¨ªcilmente habr¨¢ pacto es la propuesta de que las autoridades liberen a los siete sospechosos de haber organizado y alentado el asesinato de Robles. El alcalde difunto, junto a algunos de sus concejales, fueron sacados de sus casas a la fuerza y, tras apalearlos y arrastrarlos por las calles, Robles muri¨® desangrado. Los ediles tuvieron m¨¢s suerte, pero contin¨²an hospitalizados. El problema de fondo, sin embargo, es que el alcalde fue elegido con menos del 20% de los votos.
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