Ricardo Garc¨ªa Gil, el farmac¨¦utico que fren¨® el c¨®lera
Los hombres sabios siempre creen que lo que logran no es m¨¦rito suyo. ?sa era la m¨¢xima de Ricardo Garc¨ªa Gil, el farmac¨¦utico que descubri¨® y erradic¨® la epidemia de c¨®lera que en 1971 se desat¨® en el r¨ªo Jal¨®n en la provincia de Zaragoza. Garc¨ªa Gil falleci¨® el 1 de junio en Zaragoza a los 83 a?os.
Nacido en Mandayona (Guadalajara) un 10 de agosto de 1920, su vida profesional ha estado ligada a la provincia de Zaragoza y al pueblo de ?pila, donde fue boticario durante 33 a?os, desde 1953 hasta 1986, fecha de su jubilaci¨®n.Cuando recordaba su actuaci¨®n, imprescindible a la hora de detectar el brote de c¨®lera que se desat¨® en el Jal¨®n, siempre dec¨ªa que lo logr¨® con la ayuda y participaci¨®n de todos.
Aquel verano de filas para vacunarse contra el c¨®lera, en los finales del franquismo, cuando Espa?a daba en el mundo una imagen de miseria, la experiencia de este hombre demostr¨® que la sabidur¨ªa es certera y discreta.
Entonces era farmac¨¦utico de los Cuerpos Sanitarios del Estado y ya hab¨ªa enviado un escrito en el que advert¨ªa de que el r¨ªo Jal¨®n era un caldo de cultivo para una explosi¨®n del c¨®lera. Aquel informe no se entreg¨®. Envi¨® otro y, sin respuesta, se march¨® de vacaciones a su pueblo, pero le llamaron con urgencia.
Ricardo Garc¨ªa Gil estaba preparado. Le pusieron al frente de los equipos que ¨¦l mismo relataba no ten¨ªan m¨¢s que sentido com¨²n y un instrumental rudimentario. Depuraba las aguas de los pozos metiendo hipoclorito en un botijo, a?adiendo arena para suavizarlo y el agua entraba y sal¨ªa logr¨¢ndose la desinfectaci¨®n. Ech¨® lej¨ªa en las fuentes hasta que llegaron las cloradoras.
Tuvo colaboradores voluntarios para tratar a enfermos que perd¨ªan litros de agua. En 12 d¨ªas se fren¨® el brote. "Parec¨ªa incre¨ªble. Yo a¨²n no me lo creo. S¨®lo Dios quiso que se erradicara, porque yo no soy ni sabio ni Dios", aseguraba en una entrevista.
Tambi¨¦n se le llam¨® para paliar los efectos de las terribles inundaciones de Granada y Almer¨ªa en 1973, donde la falta de agua potable estuvo a punto de provocar una epidemia.
A Garc¨ªa Gil no le gustaba que le recordasen como el boticario del c¨®lera porque ¨¦l se consideraba sobre todo un ecologista que trabajaba junto a los j¨®venes y defend¨ªa el medio ambiente. Dedic¨® su vida a la investigaci¨®n y nunca se cas¨®
Coordin¨® la c¨¢tedra de Ecolog¨ªa de la Instituci¨®n Fernando el Cat¨®lico de Zaragoza, estudi¨® casi todos los r¨ªos de Arag¨®n. Experto en nutrici¨®n, cre¨® un banco de sangre viviente en ?pila para saber qu¨¦ donante era apropiado para cada enfermo.
Presidi¨® el Colegio Oficial de Farmac¨¦uticos de Zaragoza entre 1972 y 1975. Siempre defendi¨® el papel de los farmac¨¦uticos en la microbiolog¨ªa y la epidemiolog¨ªa y luch¨® por su profesi¨®n. El colegio le rindi¨® un homenaje con la publicaci¨®n de un libro en su honor -Ricardo Garc¨ªa Gil. Boticario de ?pila- en 2003, A?o Internacional del Agua Dulce.
En enero recibi¨® la Medalla Carracido, m¨¢ximo galard¨®n concedido por la Real Academia Nacional de Farmacia; la Encomienda al M¨¦rito de la Orden Civil de Sanidad, por sus m¨¦ritos en la epidemia de 1971, y la Medalla de Plata al M¨¦rito del Consejo General de Colegios Oficiales de Farmac¨¦uticos.
Ahora descansa en su pueblo natal, Mandayona, en Guadalajara. En Arag¨®n su figura y su trabajo nunca se olvidar¨¢n.-
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