Decepcion¨® Miura
No triunf¨® la ganader¨ªa de Miura en su reencuentro con Madrid. Dicho en castellano: fracas¨® estrepitosamente.
Para empezar, no es precisamente un ¨¦xito volver a San Isidro despu¨¦s de 10 a?os de ausencia y no poder lidiar la corrida completa porque los veterinarios rechazaron cinco de los toros presentados por tener "los cuernos defectuosos", seg¨²n el parte oficial.
Pero lo que pudiera entenderse como un sonrojo o una "mancha" en el historial de la ganader¨ªa no es tal, pues hoy todo vale. Qu¨¦ m¨¢s da, pensar¨¢n algunos, con la de miserias que estamos sufriendo en esta plaza. C¨®mo estar¨¢ la fiesta, dir¨¢n otros, para que a la ganader¨ªa de Miura le rechacen cinco toros en Madrid por pitones defectuosos, y que cada cual piense lo que quiera sobre tal calificativo...
Miura / Zotoluco, Padilla, D¨¢vila
Cinco toros de Eduardo Miura, desigualmente presentados, mansos, inv¨¢lidos y descastados; 2?, bravo y noble; 6?, devuelto, sustituido por un sobrero de Rivera Ord¨®?ez, descastado; 4?, de Espartaco, inv¨¢lido y deslucido. Zotoluco: bajonazo (silencio); media ca¨ªda y dos descabellos (silencio). Juan Jos¨¦ Padilla: pinchazo y media (silencio); tres pinchazos -aviso- y estocada (silencio). D¨¢vila Miura: pinchazo y estocada (pitos); bajonazo (algunos pitos). Plaza de las Ventas, 3 de junio. 20? corrida de feria. Lleno.
?Y qu¨¦ se puede decir de la decisi¨®n de completar la corrida con un toro de Espartaco en lugar de buscar un hierro m¨¢s cercano a la supuesta dureza de Miura? Eso se llama enga?o.
Salieron al ruedo cinco miuras y se devolvi¨® el sexto al lesionarse una pata en los primeros capotazos. De los cuatro restantes, los dos primeros tambi¨¦n lucieron pitones defectuosos; y sali¨® un artista, el segundo, casi con toda seguridad hijo natural de un semental vecino que se saltar¨ªa la valla de la finca de Zahariche; y otros tres, pura escoria, inv¨¢lidos, mansos, descastados y muy deslucidos.
El artista le toc¨® en suerte a Padilla, un torero que est¨¢ en las ant¨ªpodas del arte. As¨ª de veleidosa es la suerte. Lo veronique¨® aceptablemente, y el toro cumpli¨® con creces en el caballo; persigui¨® con alegr¨ªa en banderillas y lleg¨® a la muleta con las fuerzas justas, pero con una embestida noble, docilona y boba que supon¨ªa casi un insulto para su origen. Al toro le falt¨® codicia y al torero, profundidad. Aun as¨ª, Padilla consigui¨® unos buenos naturales y dio otros muchos pases que no tuvieron sabor torero. Fue, quiz¨¢, el mejor Padilla posible, pero no luci¨® como se merec¨ªa un toro de peluche como el tal Pep¨®n, que as¨ª se llamaba. Una parte de la plaza pidi¨® que se le diera la vuelta al ruedo, premio que hubiera sido excesivo por su anotada falta de acometividad, aunque el toro fue justamente muy aplaudido en el arrastre.
Los dem¨¢s toros no valieron nada. Y a su misma altura estuvieron el de Espartaco y el sobrero de Rivera Ord¨®?ez. Padilla no luci¨® con el artista ni pudo hacerlo con el manso que hizo quinto. A ambos los banderille¨® de manera desigual, pero su segundo no ten¨ªa un pase y se quiso justi-ficar tanto que le llamaron pesado.
Zotoluco, precavido y movido con el inv¨¢lido primero, mat¨® sin m¨¢s al deslucido cuarto que lo med¨ªa constantemente con malas intenciones. Y D¨¢vila Miura se llev¨® un susto de muerte a la salida de una larga cambiada en el tercio a su primero, que lo trastabill¨® y persigui¨® al hilo de las tablas. S¨®lo el capote milagroso del puntillero de la plaza lo salv¨® de lo que parec¨ªa una cornada segura. El toro, andar¨ªn y gazap¨®n, no le permiti¨® lucimiento, pero parte del p¨²blico pit¨® al torero sin motivo alguno.
Voluntarioso volvi¨® a mostrarse en el ¨²ltimo y s¨®lo consigui¨® aburrir con un trasteo insulso. No tuvo toros adecuados, es verdad, pero tampoco D¨¢vila demostr¨® poder¨ªo alguno con un lote dif¨ªcil. Cuando se hace un gesto, y el suyo lo era, hay que hacerlo hasta el final y tratar de superar todos los inconvenientes.
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