Machos
A menudo los leones j¨®venes matan a las cr¨ªas de la leona que acaban de tomar en la sabana tras ahuyentar al viejo macho. Es, si no la ¨²nica, una de las escasas ocasiones en las que el le¨®n no mata para comer y uno de los episodios m¨¢s repulsivos de la ley de la selva, pero ese espacio est¨¢ plagado de acontecimientos que el hombre ya no es capaz de concebir. Con esta matanza el macho secciona los lazos maternos que amarraban la sexualidad de la hembra y se asegura su propia descendencia y la supremac¨ªa en la manada. Creo que no existen otros animales que, de forma habitual, cometan este exterminio. Ni siquiera hay constancia de que el hombre, en un estado primitivo, hiciera cosas similares, aunque tampoco se puede afirmar lo contrario. Es posible que ¨¦ste sea s¨®lo un privilegio reservado a los machos que se sit¨²an en la cumbre de la cadena alimenticia, y el hombre no lo estuvo siempre. Tuvo que dejar de masticar hojas, bajar de los ¨¢rboles y comerse la carro?a que dejaban los leones y chupar la m¨¦dula de los huesos para que disminuyera su duodeno y se expandiese su cerebro. Pero ahora, consolidado ese proceso, el hombre ya es un macho que ha coronado la cima de la cadena alimenticia, y con asiduidad reduce el ritual del le¨®n a mero folclore zool¨®gico, puesto que a este animal no lo mueve el rencor. Algunos hombres no s¨®lo matan a la que ha sido su hembra cuando se rompe la relaci¨®n sino que, a menudo, ciegan con su odio el v¨ªnculo paterno y aniquilan a sus propios hijos s¨®lo por zaherirla. Por los hemisferios de ese enc¨¦falo que desarroll¨® a costa del intestino, fluyen con la misma intensidad el bien y el mal, que el le¨®n siempre tuvo simplificados en una misma expresi¨®n, y los dispara con id¨¦ntico poder. El mismo macho humano es capaz de hacerse percibir como un ser maravilloso para seducir a la hembra y fundar su propia manada, y luego, con el grado de combusti¨®n interior apropiado, despedazarla con sus garras y hacer una escabechina con sus descendientes. La diferencia es que el le¨®n, por instinto, respeta a la hembra. El hombre, en cambio, cuanto mayor es el impacto medi¨¢tico del ¨²ltimo macho que ha cometido esa atrocidad contra la mujer, mayor empe?o pone en superarla.
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