Las dos cantantes cubanas
Algunos informados vaticinaron hace poco que Estados Unidos levantar¨ªa el embargo contra Cuba en 2005. Sin embargo, ahora el Gobierno de George W. Bush ha anunciado un plan para endurecer el embargo y acelerar, desde fuera, una transici¨®n democr¨¢tica en la isla, a lo cual el Gobierno cubano ya ha respondido con un agravamiento de las restricciones econ¨®micas y el control pol¨ªtico de la poblaci¨®n. El vaticinio de un levantamiento del embargo y la propuesta de su endurecimiento reflejan las presiones de dos diferentes grupos de presi¨®n dentro de Estados Unidos, pero cada una de las dos pol¨ªticas ha sido tambi¨¦n argumentada como supuestamente favorable a la democratizaci¨®n.
En la pol¨ªtica exterior de Estados Unidos, el embargo fue inicialmente concebido como un disuasor de la exportaci¨®n de las guerrillas, la subversi¨®n armada y el terrorismo, as¨ª como de los posibles imitadores de la revoluci¨®n cubana en el hemisferio occidental. Actualmente, es tambi¨¦n una plataforma para una futura intervenci¨®n estadounidense en un hipot¨¦tico proceso de cambio pol¨ªtico en la isla. Al mismo tiempo, en pol¨ªtica interior el embargo busca el apoyo del grupo de presi¨®n cubano-americano, particularmente en el Estado de Florida. Nueve de los diez presidentes estadounidenses elegidos desde el establecimiento del embargo ganaron las elecciones en Florida; la ¨²nica excepci¨®n fue Clinton en 1992, pero tras su ratificaci¨®n de la Ley Helms-Burton conquist¨® el Estado en 1996. En la elecci¨®n de 2000, un 80% de los cubano-americanos en Florida votaron por Bush, quien, como casi todo el mundo recordar¨¢, acab¨® ganando el Estado y la elecci¨®n por un pu?ado de votos.
Sin embargo, en los ¨²ltimos tiempos, otro grupo de inter¨¦s ha desarrollado presiones alternativas para el levantamiento del embargo. Se trata de los agricultores exportadores de varios estados del Medio Oeste, como Illinois, Iowa, Minnesota, Misuri y Nebraska. Sus exportaciones frustradas de productos agr¨ªcolas a Cuba suponen s¨®lo un 0,5% del total de las exportaciones estadounidenses, pero -como sucede con el grupo cubano-americano- sus intereses pueden ser decisivos para decantar una mayor¨ªa pol¨ªtica en sus estados. As¨ª, al tiempo que los ¨²ltimos gobiernos estadounidenses han mantenido el embargo y anunciado su endurecimiento, han cedido tambi¨¦n a estas presiones y han permitido, desde octubre de 2000, ventas limitadas de alimentos a Cuba. Tras varios desembarcos en el puerto de La Habana, en noviembre de 2003 tuvo lugar en la capital cubana la primera feria agr¨ªcola estadounidense, jovialmente inaugurada por el propio Fidel Castro. Se estima que en el a?o 2005 las exportaciones agrarias estadounidenses a Cuba podr¨ªan alcanzar unos 500 millones de d¨®lares, aproximadamente el mismo valor que las exportaciones canadienses no sometidas a embargo. Cabe, pues, que, pese a las actuales propuestas de endurecimiento, el embargo acabe siendo levantado.
En la pol¨ªtica interior de Estados Unidos, esto significar¨ªa que las presiones del grupo cubano-americano habr¨ªan sido sustituidas por las del grupo de agricultores exportadores del Medio Oeste. Tras las elecciones de noviembre de este a?o, una mayor¨ªa en el Congreso podr¨ªa autorizar nuevas exportaciones e inversiones, incluso frente al probable veto presidencial, si, por ejemplo, la medida fuera incluida como enmienda en un paquete legislativo sobre otros temas que el presidente no quisiera bloquear -ya que carece de la posibilidad de vetar una ley s¨®lo en parte-. Sin embargo, no parece probable que un levantamiento del embargo contribuyera a la liberalizaci¨®n o la democratizaci¨®n del r¨¦gimen cubano. A los agricultores del Medio Oeste, la democracia en Cuba les importa menos que un pepino, nunca mejor dicho, por lo que por este lado no habr¨ªa incongruencia. Pero otros argumentan, en aras de la democracia, que el fin del "bloqueo" -como lo llama Castro- le quitar¨ªa coartadas, mientras que, en contraste, el flujo de turistas, inversiones y comunicaciones con el exterior facilitar¨ªa la liberalizaci¨®n del r¨¦gimen cubano. Sin ir m¨¢s lejos, el ejemplo de Espa?a, que fue sometida a un bloqueo diplom¨¢tico y un embargo comercial en los a?os cuarenta, y se abri¨® al exterior desde los sesenta, deber¨ªa decepcionar tales expectativas. Desde luego, los s¨²bditos espa?oles mejoraron sus condiciones de vida en aquella ¨¦poca, pero, como todo el mundo sabe, el dictador pudo prolongar as¨ª su mandato hasta morir de viejo en el cargo.
En la actual situaci¨®n, el embargo tiene para el r¨¦gimen de Castro unos costes limitados, debido en parte a las frecuentes visitas de cubano-americanos a la isla y las remesas de divisas a sus familiares -que han llegado ya a superar a los ingresos cubanos por turismo y que el Gobierno de Bush pretende ahora limitar-. Pese al fracaso econ¨®mico del sistema comunista y los da?os adicionales impuestos por el embargo, mientras Castro no vislumbre una crisis social susceptible de provocar una desestabilizaci¨®n interna de la dictadura, no se ver¨¢ empujado a aceptar serias reformas econ¨®micas y pol¨ªticas liberalizadoras. En los ¨²ltimos a?os ha habido varios atisbos de que las precariedades y el malestar de los cubanos podr¨ªan generar fuertes protestas contra el r¨¦gimen, pero, por ahora, la capacidad de la oposici¨®n democr¨¢tica en la isla de resistir el control y la represi¨®n no ha sido suficiente para concretar esta amenaza. Para Castro, el levantamiento del embargo sin contrapartidas pol¨ªticas ser¨ªa su ideal. Como ha se?alado con gran precisi¨®n en los ¨²ltimos a?os, Castro querr¨ªa establecer con Estados Unidos el tipo de relaciones que ya ha logrado durante algunos periodos con Canad¨¢ y la Uni¨®n Europea, incluida Espa?a, es decir, recibir sus bienes, inversiones y turistas, mientras ¨¦l mantiene el control de los empleados y las divisas como fuentes de sost¨¦n de su Gobierno dictatorial.
M¨¢s all¨¢, pues, de los intereses econ¨®micos de diversos grupos con relaci¨®n a Cuba, cabe dudar de que la apertura y el intercambio comercial favorecieran m¨¢s la liberalizaci¨®n y la democratizaci¨®n de la isla que el incremento de las presiones externas. Todo parece indicar que, si se levantara el embargo, el Gobierno cubano a¨²n tendr¨ªa menos incentivos que hasta ahora para iniciar una liberalizaci¨®n. El debate actual evoca a veces el dilema de un emperador romano que deb¨ªa juzgar un concurso de canto entre dos aspirantes. La primera cant¨® tan mal que el emperador decidi¨®, sin m¨¢s, dar el premio a la segunda, sin siquiera escucharla y arrostrando el riesgo de que a¨²n hubiera sido peor. Algo as¨ª podr¨ªa estar ocurriendo con la pol¨ªtica de embargo a Cuba, por mero cansancio y fastidio, tras varios decenios de ineficacia de las presiones por la democratizaci¨®n.
Josep M. Colomer es profesor de investigaci¨®n en Ciencia Pol¨ªtica en el CSIC y autor de C¨®mo votamos. Los sistemas electorales del mundo: pasado, presente y futuro (Gedisa).
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