'Palabros'
El formidable ling¨¹ista alem¨¢n Victor Klemperer, que, como jud¨ªo, soport¨® los horrores del nazismo, escribi¨® en su hermoso libro El lenguaje del Tercer Reich que "las palabras pesan y dicen m¨¢s de lo que dicen". La palabra es lo que nos hace humanos, y est¨¢ siempre cargada de sentido. No hay palabras neutras: todas nos conforman de alg¨²n modo. Las palabras falsas y las palabras necias terminan construyendo realidades mentirosas o est¨²pidas. "El lenguaje del vencedor no se habla impunemente", dec¨ªa tambi¨¦n Klemperer: y, en efecto, para m¨ª es obvio que hablar de una guerra preventiva en Irak, o decir que ETA es un grupo independentista, en vez de terrorista, es hacer una elecci¨®n moral.
Deber¨ªamos tener un mayor cuidado con las palabras, una mayor veracidad. El lenguaje pol¨ªtico, por ejemplo, est¨¢ lleno de palabros absurdos que nos ensucian la vida. Si la ministra de Vivienda no hubiera hablado de soluciones habitacionales, a lo mejor no habr¨ªa habido tanto baile en el n¨²mero de viviendas a construir. Esto es una broma, pero una broma muy seria. Porque no es s¨®lo un problema de los pol¨ªticos: todos tenemos la boca llena de tonter¨ªas dictadas por las convenciones dominantes. Y esas necedades revelan, como en una radiograf¨ªa verbal, los valores de nuestra sociedad. Hay maestros que ya no se consideran maestros (hermosa palabra, heredera del mag¨ªster medieval), sino profesores de primaria, porque lo de maestro suena a pobret¨®n y lo de profesor a m¨¢s sueldo y m¨¢s post¨ªn. Los cocineros se llaman restauradores, para no confundirse con las amas de casa, que tampoco ganan un m¨ªsero duro por chamuscarse las cejas en los fogones. Los peluqueros se est¨¢n convirtiendo en estilistas, porque con ese nombre tambi¨¦n pueden cobrar m¨¢s (c¨¢spita con el dinero, c¨®mo asoma siempre los hocicos detr¨¢s de los palabros), y as¨ª sucesivamente. Las palabras nos delatan tanto, en fin, que a veces dan miedo. Recordemos, por ejemplo, algunas de las perlas dichas por Bush (en El libro bobo de Bush): "La tercera prioridad de la campa?a es dar la primera prioridad a la ense?anza", o "ante todo quiero dejarlo muy claro: los pobres no tienen por qu¨¦ ser necesariamente asesinos". No me digan que no es para asustarse.
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