Incomprensiones taurinas

El bochorno debe ablandar los sesos y entorpecer las entendederas, ¨²nica forma de intentar interpretar la sinraz¨®n de una tarde de primavera.

Es dif¨ªcil entender la evoluci¨®n de El Cordob¨¦s, cuyo toreo se ha ido asolerando con el tiempo. Sin embargo, en vez de muleta, trastea violentamente con un l¨¢tigo con el que comenz¨® a rematar por arriba unos doblones a media altura, propiciando un concierto de derrotes. Los alardes consiguieron que la grada se entregara a un curso presencial de catetismo, que culmin¨® en dos cabezazos a la testuz la mar de ligados.

El quinto fue un animal bobo y sin fuerzas. Su matador tampoco lleg¨® mucho m¨¢s all¨¢.

Lo de Jesul¨ªn tambi¨¦n es complicado: torea mejor que nunca y le hacen menos caso que nunca. Su trabajo fue t¨¦cnicamente irreprochable, aprovechando las inercias cuando se acabaron las fuerzas, templando y sacando la franela con limpieza. Sin embargo, prevaleci¨® la frialdad.

El cuarto fue el mejor de la tarde, bien presentado y bravo; volvi¨® la t¨¦cnica, pero fall¨® la profundidad, el ligar los muletazos y evitar el pico. Se fue un toro de triunfo dejando detalles y falta de entrega. Lo apu?al¨® de un metisaca.

El tercer toro luc¨ªa una extra?a conformaci¨®n c¨®rnea con una distancia m¨ªnima de la mazorca a la punta del buido pit¨®n. M¨¢s que un barbero, un estilista. El tercio de banderillas fue apresurado y la faena una equivocaci¨®n al no aprovechar el mejor lado, que era el izquierdo. En chiqueros empez¨® con naturales llevando la muleta retrasada. Imposible.

Tras un segundo tercio algo populachero, vinieron los mejores momentos de la tarde en una serie despaciosa por la derecha, una segunda de acompa?amiento y una tanda de naturales bajando la mano y haciendo redondo cada muletazo.