Distensi¨®n y divisi¨®n
La reciente unanimidad sobre Irak en el Consejo de Seguridad habr¨¢ durado poco, aunque el ambiente entre los grandes es totalmente distinto al reinante un a?o atr¨¢s. El tiempo de las recriminaciones parece haber terminado, pero, a pesar de la distensi¨®n en la cumbre del G 8 en Sea Island (Georgia, EE UU), han vuelto a reaparecer las diferencias. La pretensi¨®n de Bush de involucrar directamente a la OTAN en Irak ha sido educadamente contestada por Chirac y por Schr?der. Pero Bush no ha renunciado a estas pretensiones, que aspiran tambi¨¦n a una presencia permanente de la OTAN en el golfo P¨¦rsico y pueden ser el gran tema de la cumbre de la Alianza a finales de mes en Estambul.
En Sea Island ha quedado claro que la resoluci¨®n 1.546 sobre Irak le ha resultado gratuita a los europeos, y sobre todo a Francia y Alemania, que no piensan enviar tropas all¨ª. Pero cuando EE UU ha pretendido que se condonara un 90% de la deuda externa de Irak, la reacci¨®n franco-alemana ha sido negativa. Con cierta raz¨®n, pues, aunque Irak tiene seis veces su PIB en deuda externa, condonar dicha deuda pr¨¢cticamente en su totalidad a un pa¨ªs que posee las segundas reservas conocidas de petr¨®leo enviar¨ªa una mala se?al a otros pa¨ªses deudores mucho m¨¢s pobres. Habr¨¢ que buscar seguramente una soluci¨®n intermedia.
El acercamiento transatl¨¢ntico se ha expresado tambi¨¦n en la aceptaci¨®n por parte de EE UU de algunas rebajas a su plan de democratizaci¨®n y modernizaci¨®n de Pakist¨¢n a Mauritania. Y los europeos han conseguido asimismo el apoyo del G 8 a una r¨¢pida convocatoria del Cuarteto (EE UU, Rusia, la UE y la ONU) para retomar el plan de la Hoja de Ruta, uno de los ejes esenciales para la paz en la regi¨®n.
Los dirigentes mundiales se han preocupado de ?frica, un continente castigado y olvidado. Seis presidentes de pa¨ªses africanos fueron invitados a almorzar junto a los grandes en este concurrido G 8, que les ha prometido grandes planes de ayuda a la lucha contra el sida y la desaparici¨®n de la polio y ha hecho un llamamiento para poner fin a las matanzas en Darfur (Sud¨¢n). Esta nueva cat¨¢strofe pone de relieve la urgencia de esa fuerza de pacificaci¨®n africana que apoy¨® el G 8, pero que a¨²n tardar¨¢ unos cinco a?os en ser una realidad. Un cierto aire de artificialidad ha dominado la concordia de los ocho grandes. Que un presidente franc¨¦s valore la cocina norteamericana, como hizo Chirac en Sea Island, es una an¨¦cdota que no tapa el sabor de las serias desavenencias que permanecen.
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