M¨¢s botellones que entradas
Muchos j¨®venes espa?oles acuden a Faro a darse "un garbeo y pasar la noche como Dios manda"
Alex, Sacha y Pavel compraron las entradas en la p¨¢gina de la UEFA en Internet. Se subieron a un avi¨®n en San Petesburgo hace dos semanas, volaron a Tampere, en Finlandia, y de all¨ª saltaron a Jerez de la Frontera haciendo escala en Francfort, en Alemania. Despu¨¦s de pas¨¢rselo en grande dando vueltas por C¨¢diz, Sevilla y Huelva, cruzaron a Portugal por la frontera de Ayamonte y, en media hora de caravana por la autopista internacional, entre bocinazos y coches que agitaban banderitas espa?olas y toros de Soberano, se encontraron en medio del valle donde se levanta el estadio del Algarve, rodeados de espa?oles con m¨¢s botellones que entradas: sevillanos, gaditanos, onubenses, extreme?os, alicantinos y manchegos en su mayor¨ªa. "Mira", dijo un chaval de Badajoz para explicar la situaci¨®n de su banda; "nosotros no tenemos entradas y la mayor¨ªa de los que vienen tampoco las tienen. El caso es darnos un garbeo por aqu¨ª y terminar la noche como Dios manda".
Dejaron la furgoneta en el aparcamiento, abrieron el Dyc y la Coca-Cola y subieron el 'loro'
Nunca un partido internacional de la selecci¨®n espa?ola en territorio extranjero cont¨® con tanto apoyo de la afici¨®n como el de anoche ante la rusa en Faro. Si hay que sacar una conclusi¨®n sociol¨®gica de lo que ayer ocurri¨® en el suroeste de la Pen¨ªnsula, se podr¨ªa decir que a los espa?oles les gusta m¨¢s hacer vida social que desga?itarse por el escudo. El Campeonato de Europa como la Copa del Mundo es una oportunidad perfecta para expresar los chauvinismos en el escenario de enfrentamientos cargados de simbolismo. Los espa?oles que ayer viajaron a la costa portuguesa no parec¨ªan demasiado preocupados por el encuentro en s¨ª como por pas¨¢rselo bien al calor de las discotecas y las playas de Albufeira, Vila Moura y la Laguna de Formosa. El gesto de patriotismo m¨¢s extendido fue agitar la camiseta de Ra¨²l como si se tratara de un capote de torero cit¨¢ndose unos a otros y citando a las aficionadas rusas.
La entrada fue un lujo al que no aspiraron necesariamente, en efecto, los miles de espa?oles que cruzaron la frontera. La federaci¨®n espa?ola s¨®lo vendi¨® 13.000 y la rusa unas 7.000 mientras que la capacidad del estadio es de 30.000 espectadores. Hubo gente que la consigui¨® por otros medios o que, simplemente, acudi¨® al campo sin ella para hacer como unos chicos de Alicante, suplicar a los guardias que los dejasen entrar s¨®lo por hacer ruido, o como otros de Sevilla, que hermanaron al Betis y el Sevilla por una tarde, dejaron la furgoneta en el aparcamiento abrieron las botellas de Dyc y Coca-Cola y subieron el volumen del loro.
En la puerta principal del recinto deportivo un hombre ofrec¨ªa entradas por 500 euros -llegaron a pagarse incluso 1.000 por una localidad cuyo precio inicial era de 100- y no tard¨® en vend¨¦rselas a unos turistas rusos. Altivos, orgullosos de representar a su naci¨®n, estos rusos que se alojan en un hotel de Albufeira entraron al estadio por la puerta grande el d¨ªa en que su pa¨ªs conmemoraba algo que el Estado denomina "la independencia".
"Rusia celebra una cosa que llaman independencia", se re¨ªa Pavel, uno de los chicos que hab¨ªan volado desde San Petersburgo; "y yo me pregunto: ?independencia de qui¨¦n?, ?de nosotros mismos? Lo ¨²nico que ocurri¨® fue que cambiaron el nombre del KGB por el de FBS y que Rusia, que hab¨ªa inventado la URSS, se liber¨® de la URSS".
La gente peregrin¨® al estadio entre atascos y ruido, bajo un calor sofocante y una nube de humo ocre que cubr¨ªa las colinas hacia el Oeste, en las proximidades de Queteira. El estadio del Algarve, monumento a las naos de Enrique el Navegante y s¨ªmbolo de la explosi¨®n tur¨ªstica y urban¨ªstica de la regi¨®n, se cubri¨® de una bruma carb¨®nica. El incendio del monte natural, un hecho cotidiano que acompa?a al crecimiento econ¨®mico, coincidi¨® con la llegada de la gente tres horas antes del partido y no fren¨® ni la fiesta ni la exhibici¨®n de banderitas.
El Servicio de Extranjeros y Fronteras (SEF) luso registr¨® un aumento del 200% en el paso de espa?oles a Portugal por la frontera del Guadiana. La media de veh¨ªculos fue de 1.200 por hora. A unas 25 personas no se las permiti¨® la entrada en el pa¨ªs luso. En su mayor¨ªa, se trat¨® de ciudadanos de la Europa del Este o de Suram¨¦rica cuyas documentaciones no estaban en regla.
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