Cuando No¨¦ tomo la alternativa

Rayos, rel¨¢mpagos, truenos y agua reprodujeron las condiciones en que el patriarca No¨¦ tom¨® la alternativa en el monte Ararat. Hay que se?alar que la profesionalidad de los toreros, y no menos la del p¨²blico, salvaron un espect¨¢culo que ten¨ªa todas las papeletas para suspenderse. La lluvia comenz¨® durante la lidia del segundo toro y ya no par¨® en toda la tarde.

Enrique Ponce estuvo muy t¨¦cnico con el sobrero de Alcurruc¨¦n, que en todo momento amenazaba, con incierta embestida, cambiar el viaje inopinadamente. Mantuvo muy bien las fuerzas del tercero, en una faena que no hay que calificar como de enfermer¨ªa, sino como de gran sapiencia taurina para que la res pudiera llegar a embestir. En el quinto, el toro m¨¢s bonito del encierro, se volvi¨® a enfrentar a unas ca¨ªdas constantes, y aunque estaba deseoso de lograr mejores objetivos, hubo de terminar su labor a petici¨®n popular, lo que hizo de un certero bajonazo.

El Fandi no pudo salir esta vez a hombros de su plaza, ya que fall¨® a espada. Entr¨® realmente dentro de la leyenda el tercio de banderillas del ¨²ltimo, arrodillado en mitad del barrizal antes de quebrar al toro. En los anteriores hab¨ªa lucido especialmente en un par de poder a poder y en otro al cuarteo. Sus toros se acabaron pronto, y cuando despu¨¦s de torear al natural de rodillas al sexto parec¨ªa que iba a lograr el triunfo, el toro se raj¨® y El Fandi pinch¨® muchas veces.