Cultura isl¨¢mica y titulares
El aumento de la inmigraci¨®n de cultura isl¨¢mica en Espa?a, la guerra de Irak y los atentados del 11-M han tra¨ªdo a la actualidad informativa, en el ¨²ltimo a?o, una serie de hechos o situaciones relacionadas con el islamismo -familiares ya a otros pa¨ªses europeos pero a los que los espa?oles comenzamos a enfrentarnos- cuyo tratamiento informativo en EL PA?S da lugar a reflexiones y cr¨ªticas por parte de algunos lectores.
Varios miembros de la cooperativa Magerit Dis. S. Coop. Mad, distribuidores en Espa?a de Mecca Cola y otros productos de comercio justo y "comprometido" (el entrecomillado es suyo), se han quejado a esta Defensora por el sumario o destacado Mecca Cola en la casa de los terroristas de Chinch¨®n, publicado en la portada del peri¨®dico el 27 de mayo pasado. Y tambi¨¦n por el subtitulo Aparatos electr¨®nicos, botellas de Mecca Cola, pesas, un zulo y una moto en el hogar de Chinch¨®n, correspondiente a la informaci¨®n firmada por Francisco Perejil y Pablo X. Sandoval -p¨¢ginas 22 y 23-, ya que consideran que su producto se ha destacado en portada "ligado a los presuntos terroristas de la masacre el 11 de marzo".
Los distribuidores de este refresco se consideran directamente perjudicados "por la relaci¨®n que de este producto hacen con integrantes de una banda armada como si alguna multinacional de refrescos de la competencia hubiese financiado el art¨ªculo". "Nos preguntamos", se?alan, "por qu¨¦ no dicen en el titular que han encontrado unas zapatillas de marca X, unos pantalones de la misma condici¨®n, una motocicleta japonesa de marca..., etc¨¦tera, y pasa a ser noticia de portada que algunos consumidores de Mecca Cola sean isl¨¢micos".
Contra la guerra
La Mecca Cola, un refresco contra la guerra. As¨ª encabezan la carta los firmantes, y aseguran que cuando el refresco sali¨® al mercado su ¨¦xito se bas¨®, adem¨¢s de en su bajo contenido en az¨²car y de unas determinadas caracter¨ªsticas de sabor, en que supuso "una alternativa de consumo a las colas que patrocinan la campa?a electoral de Bush". Por ¨²ltimo, reclaman "un consumo responsable, incluyendo el frente informativo".
Vicente Jim¨¦nez, subdirector del peri¨®dico, afirma, en una amplia respuesta, lo siguiente: "Comprendo el malestar de los representantes de Mecca Cola. No es del agrado de ninguna marca ser citada en un reportaje sobre los terroristas del 11-M. Mucho menos cuando la cita aparece en la primera p¨¢gina de EL PA?S. "?Por qu¨¦?, protestan los responsables de Mecca Cola, ?por qu¨¦ no aparecen otras marcas, como el arroz Brillante, los caramelos Werther's o Pepsi-Cola, tambi¨¦n presentes en la casa de Chinch¨®n? Las razones las tomo prestadas de Tawfiq Mathluti, el empresario franc¨¦s de origen tunecino que lanz¨® la bebida: 'Mecca Cola es un producto pol¨ªtico que utiliza una plataforma comercial. Es un acto de protesta contra los cr¨ªmenes de Am¨¦rica y el sionismo. Sentimos un odio inconmensurable hacia la pol¨ªtica americana, que se basa en el crimen, la segregaci¨®n, la explotaci¨®n de los dem¨¢s, el pillaje y el robo'(CNSNews.com, 30/4/2003). 'Se trata de combatir el imperialismo americano y el sionismo, facilitando un sustituto a los productos americanos. Nuestro prop¨®sito es m¨¢s pol¨ªtico que comercial' (BBC News Online, 8/1/2003)".
"La BBC", contin¨²a Jimenez, "calific¨® entonces Mecca Cola como 'una nueva bebida para hacer negocio con el sentimiento antiamericano en todo el mundo'. En su p¨¢gina web, Mecca Cola mantiene sus esl¨®ganes 'No m¨¢s bebidas est¨²pidas, bebe con compromiso' y 'No me agites, agita tu conciencia' junto a fotograf¨ªas de ni?os palestinos enfrent¨¢ndose al Ej¨¦rcito israel¨ª. Mathluti ha explicado en reiteradas ocasiones que dedicaba el 10% de los beneficios de su compa?¨ªa a financiar organizaciones que ayudaban a los ni?os palestinos. No estamos, por lo tanto, ante una cola cualquiera. Conscientemente, sus creadores la han dotado de un valor militante y reivindicativo, contrario a la pol¨ªtica de EE UU en Oriente Pr¨®ximo, algo en lo que coinciden los grupos radicales de la zona".
Por ¨²ltimo, Jim¨¦nez a?ade que "la bondad de un titular es asunto siempre discutible. La titulaci¨®n period¨ªstica es un ejercicio de discriminaci¨®n: de una realidad compleja se escoge una parte (lo m¨¢s importante, seg¨²n el criterio del periodista, en unas ocasiones; lo m¨¢s llamativo o curioso, en otras) y se desprecia el resto. Lo que s¨ª se le debe exigir a un titular es que sea pertinente y, por supuesto, veraz. En mi opini¨®n, el caso que nos ocupa cumple estas dos condiciones".
Tiene mucha raz¨®n el subdirector de EL PA?S cuando afirma que los creadores de este refresco lo han dotado de un prop¨®sito pol¨ªtico y reivindicativo -con el que se puede estar o no de acuerdo- que no ocultan. Pero esta Defensora opina que una cosa es asociar una marca a un consumo responsable (como hacen las ONG que venden productos de comercio justo), e incluso "comprometido", ofreciendo un "sustituto a los productos estadounidenses", y otra que se asocie en la primera p¨¢gina del peri¨®dico a la violencia terrorista.
Pa?uelo, no 'burka'
Una lectora de Madrid, Malika Embarek L¨®pez, protesta por el titular Indignaci¨®n en Marruecos ante la decisi¨®n de Europa de destapar el rostro de las mujeres en las fotograf¨ªas para el documento de viaje (7 de mayo, p¨¢gina 36 de Sociedad) y por la fotograf¨ªa que ilustra la noticia. "El subt¨ªtulo puede inducir a error a los lectores. Y la ilustraci¨®n confunde a¨²n m¨¢s: el burka afgano es una prenda ajena a la indumentaria en uso en Marruecos".
Embarek, adem¨¢s de asegurar que el titular es "enga?oso", hace referencia al contenido de la cr¨®nica enviada desde Rabat por Ignacio Cembrero. "En el texto se deduce que la 'indignaci¨®n' proviene de un partido islamista marroqu¨ª, no de Marruecos en general, ni de todas las mujeres marroqu¨ªes; y que las que aplican un islam riguroso no es que se nieguen a 'destaparse el rostro' para la fotograf¨ªa del documento de identidad -ya lo llevan destapado-, sino a destaparse parte del pelo y los l¨®bulos de las orejas, ocultos por el pa?uelo (el hiyab), que es lo que exige la nueva normativa europea para los visados de Schengen. En cuanto al material gr¨¢fico utilizado para ilustrar la noticia, la reproducci¨®n de un carn¨¦ de identidad de una persona que oculta su identidad bajo el burka, que, seg¨²n reza el pie de foto, pertenece a una mujer musulmana de Zagreb (Croacia), desconcierta, ?adem¨¢s de parecer un chiste, pues se trata precisamente de un documento de identidad!".
El autor de la informaci¨®n, Ignacio Cembrero, responde: "Me atrevo a decir que los islamistas moderados, los legales del Partido de la Justicia y del Desarrollo, y los ilegales, pero tolerados, del movimiento Justicia y Caridad, reflejan el sentimiento mayoritario de la sociedad marroqu¨ª. Luego la indignaci¨®n es mayoritaria o generalizada. En la pieza mencionaba adem¨¢s el disgusto de un peque?o partido, la Uni¨®n Constitucional".
En refuerzo de su tesis, Cembrero a?ade que, en su cr¨®nica -que fue cortada al editarse- quedaba claro que el Gobierno marroqu¨ª asume la preocupaci¨®n del Partido de la Justicia y del Desarrollo. "Por eso el ministro de Exteriores, Mohamed Benaissa, se comprometi¨® en el Parlamento a hacer gestiones con las autoridades francesas. Luego si no est¨¢ indignado, el Gobierno de Rabat est¨¢ al menos preocupado o descontento con esa iniciativa".
El subdirector Vicente Jim¨¦nez, al referirse a la foto, concede a la lectora "que no es la mejor para acompa?ar el reportaje sobre Marruecos". Pero a?ade que, con alg¨²n matiz, " la imagen ilustra el problema de los documentos de identidad en pa¨ªses en los que por tradici¨®n o religi¨®n las mujeres se cubren el pelo, el rostro... En mi opini¨®n, ni la foto es un chiste (la misma imagen se public¨® en Domingo del 30 de mayo para ilustrar la prepublicaci¨®n de un cap¨ªtulo dedicado a Afganist¨¢n -la foto es de Croacia- del libro de Jos¨¦ Mar¨ªa Ridao Weimar entre nosotros), ni juega fr¨ªvolamente con ning¨²n concepto, ni confunde cultura y religi¨®n".
Fotos de archivo
Realmente no se puede decir que la foto de archivo que ilustraba la informaci¨®n fuera demasiado afortunada. Tiene raz¨®n la lectora al afirmar que "confunde", ya que pese a que explicaba en el pie que se trataba del carnet de conducir de una musulmana en Croacia, la informaci¨®n se refer¨ªa s¨®lo a Marruecos. Y ni se trata de una mujer marroqu¨ª, ni en Marruecos se usa el burka, ni en el texto se citaba este tipo de vestimenta, sino que s¨®lo se hablaba del pa?uelo o hiyab, que, como dice la lectora, deja la cara de las mujeres al descubierto.
El Libro de estilo de EL PA?S establece que "debe extremarse el cuidado con la publicaci¨®n de fotos de archivo". Y tambi¨¦n que "los redactores han de velar porque tal inserci¨®n de ilustraciones, al ser extra¨ªda del entorno en que fueron tomadas, no da?e la imagen de las personas que aparezcan en ellas". En esta ocasi¨®n no hab¨ªa peligro de da?ar imagen alguna, dado que era imposible ver a nadie. Pero hubo poco cuidado al elegir la foto.
Los lectores pueden escribir a la Defensora del Lector por carta o correo electr¨®nico (defensora@elpais.es), o telefonearle al n¨²mero 91 337 78 36.
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