Armstrong se abstiene, Mayo gana
Nadie atac¨® el fin de semana al vizca¨ªno del Euskaltel, quien mantuvo la ventaja obtenida en el Ventoux y sucede a Indurain en el palmar¨¦s
La Dauphin¨¦ Lib¨¦r¨¦ es una carrera importante. Anquetil, Merckx, Hinault, Indurain y Armstrong, los cinco miembros del club de los cinco -aquellos ciclistas que han ganado cinco veces el Tour-, tienen una cosa en com¨²n: los cinco han ganado al menos una vez la Dauphin¨¦ Lib¨¦r¨¦, nivel que no alcanza ni el Giro -donde no han visto a Armstrong- ni la Vuelta -que les falta a Indurain y Armstrong-. As¨ª reza la publicidad de la carrera francesa de ocho d¨ªas, un peque?o ensayo del Tour a un mes vista, que ayer termin¨® en Grenoble. Iban Mayo, evidentemente, no ha ganado cinco Tours, ni siquiera uno, pero se ha impuesto en la Dauphin¨¦ Lib¨¦r¨¦, cerrando el paso a Armstrong a su tercer triunfo consecutivo, lo que s¨®lo puede significar dos cosas: o Mayo es un impostor, lo que no parece, o tiene posibilidades de ganar el pr¨®ximo Tour, lo que s¨ª parece. Si llega entero, claro.
Tres espa?oles antes que el vizca¨ªno Mayo (Igorre, 19-8-77) han ganado la Dauphin¨¦ Lib¨¦r¨¦: Valent¨ªn Uriona, el triunfador de 1964, se mat¨® al a?o siguiente en el Campeonato de Espa?a; los otros dos, Luis Oca?a (1970, 1972 y 1973) y Miguel Indurain (1995 y 1996), ganaron tambi¨¦n el Tour. Otro espa?ol, Abraham Olano, que se cay¨® cuando ten¨ªa pr¨¢cticamente ganada la Dauphin¨¦ de 1997, nunca pudo con el Tour.
Iban Mayo conoce todas las historias, las analiza y saca conclusiones. Armstrong tambi¨¦n conoce sucedidos que le ayudan a tomar decisiones. Despu¨¦s de que en la cronoescalada del Mont Ventoux las cosas no le fueran como esperaba y cediera dos minutos a Mayo -lo que, inmediatamente le hizo sentirse gordo: ayer dijo que necesitaba perder un kilo-, Armstrong, que s¨®lo piensa en su sexto Tour, ten¨ªa dos alternativas: imitarse a s¨ª mismo en el 2003 o al Indurain del 96, los corredores rabiosos que respondieron a un mal d¨ªa en la Dauphin¨¦ con soberbia y orgullo y cediendo m¨¢s fuerzas de la cuenta para lograr que nadie pensara que estaban en declive, con lo que uno, Armstrong, anduvo demasiado justo en el Tour siguiente, y otro, Indurain, lleg¨® pasado de forma. La otra alternativa era conformarse, gozar del privilegio de los campeones -que no se ven nunca obligados a demostrar nada- y dejar al aspirante, esto es a Mayo, la ilusi¨®n de creerse invencible. La misma t¨¢ctica, ponerse a rueda, pasar inadvertido en los momentos clave si es posible, la siguieron con Armstrong otros favoritos del Tour, la siguieron tambi¨¦n Hamilton, ganador de la Dauphin¨¦ de 2000, y Basso, la gran esperanza italiana.
Pero a Mayo, un ciclista que no sabe correr si no es pensando en la victoria y que en el ¨²ltimo mes ha ganado la Cl¨¢sica de Alcobendas, la Subida al Naranco, la Vuelta a Asturias, el pr¨®logo, el Ventoux y la general de la Dauphin¨¦, no le ha importado derrochar energ¨ªa y talento en su exhibici¨®n: se dio una alegr¨ªa a s¨ª mismo, dio una alegr¨ªa y una ilusi¨®n inusitada a la afici¨®n. Vive al d¨ªa. Parece importarle poco o¨ªr a los que saben se?alar que ni Armstrong ni Ullrich, precisamente los dos favoritos que ya han ganado el Tour, han hecho el m¨ªnimo esfuerzo de m¨¢s.
Las dos ¨²ltimas etapas, el fin de semana monta?oso, fueron, as¨ª, escenario de las aventuras de actores secundarios. El s¨¢bado gan¨® el escalador dan¨¦s Rasmussen; ayer, por la comarca del Vercors en homenaje al 60? aniversario de la Resistencia, tras una escapada en la que anduvo tambi¨¦n Pedro Horrillo, se impuso el tremendo australiano Stuart O'Grady, el pelirrojo que tambi¨¦n sprinta. Ninguno de los dos d¨ªas ninguno de los grandes nombres, ni siquiera el potente Phonak de Sevilla, Guti¨¦rrez, Pereiro, Hamilton y Dessel, hizo un serio intento desestabilizador ante el imponente Mayo.
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