?Colaboracionismo ir¨®nico?
Si la frase se hubiera acu?ado hoy, quiz¨¢ no se dijera que los experimentos se deben hacer con gaseosa. Es obvio que el europeo usa las elecciones a Estrasburgo para jugar con cierta extravagancia e irresponsabilidad. Tambi¨¦n el espa?ol, que ha ofrecido en las encuestas una actitud participativa que luego no se ha traducido en la pr¨¢ctica. No existe la conciencia de un espacio p¨²blico europeo, ni en los pa¨ªses que fueron padres de esta experiencia colectiva, ni en los m¨¢s recientes, ni tampoco en los tempran¨ªsimos. Lo m¨¢s evidente e inmediato, generalizable a toda la Uni¨®n Europea es, adem¨¢s, que se castiga en mayor o menor medida a quien est¨¢ en el poder.
Esta evidencia es compatible con la presencia de un malhumor colectivo que no nace tanto de la lejan¨ªa de la burocracia comunitaria o de sus galimat¨ªas institucionales como de una desafecci¨®n ante la pol¨ªtica de los partidos. Eso es lo verdaderamente preocupante y aquello de lo que los comicios espa?oles han ofrecido un buen ejemplo. La campa?a no s¨®lo ha resultado tediosa sino que la ¨²nica novedad (los debates) merece el calificativo de decepcionante. Contemplar la lista de candidatos produce asombro; tal es la abundancia de cad¨¢veres o de personalidades irrelevantes en aparatosa huida hacia un sueldo opulento. D¨ªa tras d¨ªa nos ha visitado esa pedestre crispaci¨®n gratuita que ni siquiera sirve para que acudan a las urnas los m¨¢s cercanos. Hemos tenido que ser muy responsables para acercarnos a las urnas.
Llama la atenci¨®n hasta qu¨¦ punto la campa?a ha estado, adem¨¢s, plagada de afirmaciones inciertas que no pod¨ªan creer ni quienes las emit¨ªan. Ni la retirada espa?ola de Irak ha sido determinante de la adopci¨®n de una actitud por parte del Consejo de Seguridad de la ONU, ni tampoco nos ha condenado al aislamiento del leproso. Lo que ha sucedido sencillamente es que la situaci¨®n es tan tr¨¢gica que facilita la rectificaci¨®n norteamericana y el consenso de los dem¨¢s. Era excesivo pretender que se trataba de volver a Europa como si este ap¨¦ndice de ella que somos se hubiera desprendido de tierra firme. M¨¢s desmesurado todav¨ªa resultaba pretender que nos convert¨ªamos en esclavos de quienes a lo largo de los a?os nos han proporcionado 85.000 millones de euros.
Si el elector, como parece, ha dirigido su voto (o su abstenci¨®n) pensando en t¨¦rminos de pol¨ªtica dom¨¦stica en ellos debemos intentar interpretarle. El PP debiera recordar aquella frase de George Orwell en su conocido ensayo sobre el nacionalismo: "Pensar con claridad es el primer paso para la regeneraci¨®n pol¨ªtica". Durante semanas, dominado por el estupor que le produc¨ªa el manotazo electoral de las generales, la derecha ha oscilado entre una ciega esperanza en una posible revocaci¨®n del mandato y una perpleja incertidumbre acerca de sus propias posibilidades. Un resultado, a fin de cuentas mejor de lo previsto, debiera contribuir a consolidar el liderazgo, descartar a los fantasmag¨®ricos representantes del pasado que pululan en G¨¦nova y a pensar que s¨®lo muy poco a poco y en el centro se volver¨¢ a las expectativas de poder.
Cualquiera que pretenda ser imparcial tiene la sensaci¨®n de que el ambiente pol¨ªtico por el momento favorece al PSOE. La cuesti¨®n es cu¨¢nto durar¨¢. Hemos tenido durante pocas semanas de gobierno buen sentido desde Moncloa pero tambi¨¦n, con demasiada frecuencia, biso?ez, fatua pretensi¨®n de descubrir mediterr¨¢neos y desconcertada blandura o incertidumbre en alg¨²n terreno. El pr¨ªncipe de Lampedusa en su conocida novela aseguraba: "El pecado que nosotros los sicilianos no perdonamos nunca es que otros hagan cosas". En el caso de los espa?oles lo evidente es que nos fastidia el pavoneo exhibicionista. Aqu¨¦llos que le dieron su ventaja electoral al PSOE -los j¨®venes, los que votaron ¨²til, los centristas fluctuantes, los abstencionistas arrepentidos-, liquidado el ¨ªncubo Aznar, no se han sentido animados al entusiasmo.
Quiz¨¢ el maestro Josep Pla proporcione la cita oportuna para uso del PSOE. En tiempos de Franco dec¨ªa practicar un "colaboracionismo ir¨®nico", lo primero para que le dejaran escribir y lo segundo para hacerlo con una capacidad cr¨ªtica que pod¨ªa llegar a ser ser corrosiva. ?No habr¨¢ actuado el electorado con el Gobierno de modo parecido?
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