Eurodemocracia ?sin euroimpuestos?
Las colonias americanas libraron su guerra de independencia de la Corona brit¨¢nica al grito de "?No impuestos sin representaci¨®n!". Pero la democracia moderna obliga a invertir los t¨¦rminos: "No representaci¨®n sin impuestos". Aunque no sea un Estado, vale tambi¨¦n para ese extra?o ente pol¨ªtico que es la Uni¨®n Europea. En el gran ejercicio de democracia que han constituido las elecciones al Parlamento Europeo, los ciudadanos han elegido una representaci¨®n con capacidad de gasto -su autoridad presupuestaria crecer¨¢ con la Constituci¨®n europea-, pero sin capacidad de recaudar impuestos. Lo que acaba llevando a una cierta irresponsabilidad.
Evidentemente, en una Uni¨®n Europea con un tope de gastos de 1,27% del PIB (y que se podr¨ªa rebajar a un 1% pr¨®ximamente) la situaci¨®n a este respecto no parece grave. Sin embargo lo es. Para empezar, es dif¨ªcil construir Europa sobre una base tan escasa, aunque incluso con ese poco, la pol¨ªtica de cohesi¨®n econ¨®mica y social ha tenido un efecto notable. En segundo lugar, todo ejercicio de gasto debe implicar responsabilidad. Y la Uni¨®n ganar¨ªa en autonom¨ªa si se nutriera de aut¨¦nticos recursos propios, fijados por, al menos, los Gobiernos (y parlamentos nacionales) y el Parlamento Europeo. Ha habido varias propuestas en este sentido pero no han dado frutos. La mera idea de armonizar impuestos nacionales en la UE por mayor¨ªa cualificada es a¨²n anatema para Londres.
Se suele afirmar que el Parlamento Europeo ha ganado mucho en poder legislativo, y es verdad. Colegisla y codecide con el Consejo de Ministros en lo que es m¨¢s un reparto que una divisi¨®n de poderes como la que propugnara Montesquieu y toca ya a un 60% de los asuntos que nos afecta a cada cual, o incluso m¨¢s cuando la Euroc¨¢mara incremente su poder con el Tratado Constitucional. A este respecto, un fallo democr¨¢tico es que los 25 hayan preferido esperar a despu¨¦s de las elecciones europeas para, el pr¨®ximo jueves y viernes, intentar cerrar esta Constituci¨®n, cediendo todos un poco, como es habitual en Europa. Est¨¢ por ver si un grupo de dirigentes que, salvo excepciones, han salido debilitados de estos comicios podr¨¢ tomar las mejores y necesarias decisiones.
La falta de relaci¨®n entre impuestos y gastos existe tambi¨¦n en nuestro sistema auton¨®mico (m¨¢s que en el municipal), no adaptado a las transferencias reales de competencias y recursos. Esta carencia no s¨®lo lleva a la irresponsabilidad, sino que puede ser fuente de corrupci¨®n, especialmente cuando, como ocurre en casi todos los pa¨ªses, la regionalizaci¨®n o la europeizaci¨®n no van acompa?adas del consiguiente refuerzo de los controles de gasto a esos nuevos niveles.
En otro extremo est¨¢ la falta casi total de impuestos en pa¨ªses petroleros que sacan sus recursos p¨²blicos de la venta de crudo. Algo tiene que ver con la corrupci¨®n y la falta de democracia en reg¨ªmenes como los de Arabia Saud¨ª, Libia o Argelia. La exigencia democr¨¢tica de impuestos -en este caso capacidad de recaudaci¨®n m¨¢s que tipos elevados- es uno de los grandes dramas de Am¨¦rica Latina. All¨ª ha avanzado la democracia, pero no el sistema fiscal, lo que impide unas pol¨ªticas de redistribuci¨®n y al final puede llevar a involuciones populistas y antidemocr¨¢ticas.
En un sistema democr¨¢tico, ya desde los tiempos de la Grecia cl¨¢sica, la ciudadan¨ªa pasa por los impuestos, directos o indirectos (cuanto m¨¢s indirectos, menos ciudadanos resultan). Aunque el ambiente no sea propicio a proclamarlo, en Europa tambi¨¦n deber¨ªa ser as¨ª. La revoluci¨®n americana empez¨® contra unos impuestos. La europea podr¨ªa serlo a favor de otros. La Uni¨®n Europea ha desarrollado la idea de ciudadan¨ªa europea, pero casi s¨®lo como portadora de derechos, y no de deberes. Suprimido el servicio militar, ¨¦stos parecen ser cada vez menos, a todos los niveles.
aortega@elpais.es
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