Contra la guerra

Dice el c¨®mico, o el clown, lo que es la guerra de Troya: esta desverg¨¹enza, este juego de villanos, esta cuesti¨®n de lujuria y sangre, entre dos facciones iguales, por un asunto de puta y cornudo. Hay motivos para creer que Shakespeare pensaba as¨ª, y la obra se desarrolla seg¨²n este patr¨®n; desde luego, el director Francisco Vidal lo piensa tambi¨¦n, y lo destaca: y esta frase la dice el actor en corbata dirigi¨¦ndose al p¨²blico. Con el texto de Cernuda (no lo tengo; las citas las traduzco por m¨ª mismo, s¨®lo por informaci¨®n), que tiene su altura, su calidad, pero que resulta anticuado por una raz¨®n: el camarada Cernuda -como le llamaban en el Batall¨®n Alpino- quiso hacerlo en el castellano de aquel tiempo para aproximarlo, pero aquel lenguaje no es el de este tiempo y, al rev¨¦s, lo distancia. Hay una cierta oquedad, o resonancia en el Pav¨®n que hace que se entienda mal.

Francisco Vidal da a esta versi¨®n toques taurinos, aflamencados, nazificados, fascistizados, notas homosexuales. No parece que est¨¦n norteamericanizados o democratizados, como ser¨ªa el tema de la agresi¨®n actual. Se entiende que los troyanos son los buenos y los griegos, imperialistas, los malos. No era la tendencia de Homero. Ni el poema de Chaucer del que debi¨® salir esta obra, ni la pel¨ªcula de Petersen con Brad Pitt, ni las de Shakespeare, son dignos: ahora prefiero la lamentable pel¨ªcula por su espect¨¢culo cinematografista que esta representaci¨®n, por teatralista. El fondo de escenario es una barrera de plaza de toros con su estribo y su burladero. Los trajes son equ¨ªvocos, y no de una gran belleza. Vidal dice, en el programa, que su trabajo es contarlo, sobre todo, a trav¨¦s de los actores. No lo ha conseguido. Est¨¢n un poco sobreactuados -algunos, excesivamente-, gritones, poco claros. Claro que alguno hay mejor que esta media, alguno tambi¨¦n hay peor. En la segunda jornada de estreno hubo aplausos suficientes que recogieron el director y sus autores.