Chirac se niega a cambiar de Gobierno y a parar las reformas
El presidente franc¨¦s decide seguir con un partido aislado dentro del centro-derecha
Dirigentes de los partidos socialista y comunista insistieron ayer en pedir la dimisi¨®n del primer ministro franc¨¦s, Jean-Pierre Raffarin, que ya se encontraba muy tocado por la derrota del partido gubernamental en las regionales de marzo. Tambi¨¦n exigieron la paralizaci¨®n de la reforma del Seguro de Enfermedad y la privatizaci¨®n del gigante el¨¦ctrico EdF, dos de los cambios en profundidad intentados por su Gobierno. Sin embargo, el presidente de la Rep¨²blica, Jacques Chirac, mantiene su confianza en el primer ministro. Anoche asegur¨® que Raffarin "continuar¨¢ su tarea" y que el programa de reformas propuesto por el Ejecutivo seguir¨¢ adelante, porque es "necesario para Francia".
El jefe del Estado reconoci¨® que los resultados del domingo fueron "decepcionantes para nosotros y para Europa", pero que ese rev¨¦s se produjo en un contexto de sanci¨®n a casi todos los Gobiernos de los pa¨ªses de la Uni¨®n Europea. Por tanto, y en lo que a Francia se refiere, Chirac se atiene as¨ª a la formalidad de que el Gobierno sigue gozando de mayor¨ªa absoluta en el Parlamento nacional, por m¨¢s que el partido gubernamental, la Uni¨®n por un Movimiento Popular (UMP), quedara reducido el domingo al 16,6% de los votos; 12 puntos menos que el Partido Socialista, revalidado en las urnas como la principal fuerza pol¨ªtica del pa¨ªs.
?C¨®mo es que una mayor¨ªa absoluta encoge hasta convertirse en una de las minor¨ªas en dos a?os escasos? La explicaci¨®n no tiene nada que ver con lo que le ha sucedido al primer ministro brit¨¢nico, Tony Blair. El presidente franc¨¦s y el Gobierno de Par¨ªs no se han desgastado por la pol¨ªtica exterior y la guerra y posguerra de Irak. Su actitud contraria a la intervenci¨®n ha gozado de consenso por parte de la izquierda: ¨²nicamente un grupo de liberales ha pasado factura a la UMP por no haber apoyado a Estados Unidos.
La verdadera raz¨®n del desgaste hay que buscarla en la pol¨¦mica sobre las reformas sociales emprendidas, la falta de crecimiento econ¨®mico y los discursos del Ejecutivo a favor de adelgazar unas Administraciones p¨²blicas y unas empresas estatales de las que dependen m¨¢s de cinco millones de empleos directos (cerca del 20% de la poblaci¨®n activa), con todo lo que eso implica de cuestionamiento del pacto social vigente en Francia desde la II Guerra Mundial.
Pocos tienen una idea clara de los objetivos perseguidos con las reformas gubernamentales: ni siquiera existe una Agenda 2010 en Francia. Los dirigentes de izquierda son conscientes de que sus listas no han sido votadas por el carisma de los candidatos, ni por la claridad de su programa, sino como instrumento de castigo contra un Gobierno que da miedo cuando propone privatizar EdF o recortar las prestaciones del seguro de enfermedad, despu¨¦s de haber alargado el tiempo de trabajo necesario para jubilarse.
Reelegido en 2002 con el 82% de los votos -como ¨²nica alternativa posible al ultraderechista Jean-Marie Le Pen, que se col¨® en la segunda vuelta a costa del socialista Lionel Jospin-, el presidente franc¨¦s es v¨ªctima de un error de estrategia. Chirac interpret¨® ese respaldo como la palanca que iba a forzar la reunificaci¨®n de los grupos de centro y derecha en el seno de un partido ¨²nico, la Uni¨®n por un Movimiento Popular, concebida como la m¨¢quina de ganar elecciones. El invent¨® funcion¨® en las legislativas de 2002, pero ha naufragado en la doble convocatoria electoral (regionales y europeas) de este a?o.
La soluci¨®n para Chirac y los suyos ser¨ªa aliarse con el centrista Fran?ois Bayrou, convertido en el tercer hombre gracias al 11% de votos alcanzado por su partido, Uni¨®n por la Democracia Francesa (UDF).
El primer ministro, silencioso en p¨²blico, lo ha intentado en privado. Sin embargo, el centro pol¨ªtico franc¨¦s ha llegado a donde est¨¢ gracias a la autonom¨ªa demostrada frente a Chirac y su partido: se neg¨® a participar en la operaci¨®n reunificadora de 2002, fue tratado de "traidor" por ello y Chirac le rob¨® a algunos de sus colaboradores, todo en una estrategia destinada a reducirle a cero. Ahora es Bayrou el que cree que el Gobierno est¨¢ bajo m¨ªnimos y se ha aislado de la opini¨®n p¨²blica.
En definitiva, los problemas de pol¨ªtica interior han jugado mucho m¨¢s que Europa o la pol¨ªtica exterior. En t¨¦rminos estrictos de pol¨ªtica europe¨ªsta, los movimientos de extrema derecha, los soberanistas de derecha y la extrema izquierda (todos ellos muy cr¨ªticos con Europa, por razones diferentes) tienden a reducirse electoralmente.
A juicio de Pascal Perrineau, uno de los polit¨®logos m¨¢s respetados de Francia, la ¨²nica persona capaz de volver a dar esperanzas a la derecha es Nicolas Sarkozy, ex ministro del Interior y actual titular de la cartera de Econom¨ªa. Pero ¨¦l mismo es esc¨¦ptico respecto a la posibilidad de que Chirac conf¨ªe a Sarkozy su herencia pol¨ªtica.
As¨ª las cosas, ayer lleg¨® a las redacciones una primera se?al desde la oficina del primer ministro: Raffarin felicitaba p¨²blicamente al equipo franc¨¦s de f¨²tbol por la victoria del domingo frente a Inglaterra con dos goles de Zidane en los ¨²ltimos minutos. A juicio del l¨ªder socialista Fran?ois Hollande, "esto es el colmo del cinismo".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.