Eugenio Tr¨ªas reivindica la lecci¨®n moral y la condici¨®n tr¨¢gica del 'Quijote'
Isidoro Reguera conecta el personaje con la posmodernidad en el congreso de Barcelona
Nadie sale indemne de la aventura de leer el Quijote. Con esta consideraci¨®n inici¨® Eugenio Tr¨ªas la lecci¨®n inaugural del congreso internacional que, desde ayer y hasta el viernes, se celebra en Barcelona y que propone explorar la ¨ªntima relaci¨®n que el pensamiento moderno ha establecido con la obra de Cervantes. Al Quijote se fueron acercando diferentes especialistas y las aventuras del ingenioso hidalgo y de su fiel escudero se volvieron a disfrutar, y a pensar desde ¨¢ngulos muy sugerentes. Isidoro Reguera, por ejemplo, reflexion¨® sobre el Quijote y la posmodernidad.
Ante la derrota del h¨¦roe, el despliegue humor¨ªstico cede su lugar a la melancol¨ªa
Es una una obra que no deja a nadie indiferente y "nuestra vida queda zarandeada" durante su lectura, dijo ayer el fil¨®sofo Eugenio Tr¨ªas (Barcelona, 1942) en la conferencia que titul¨® Traves¨ªas quijotescas de la conciencia moderna, con la que inaugur¨® el congreso internacional y en la que quiso reivindicar la condici¨®n tr¨¢gica del personaje de Cervantes. El ingenio, la hilaridad y la iron¨ªa van marcando el lento paseo por el que deambulan Don Quijote y Sancho Panza, pero detr¨¢s del humor se agazapa de manera latente la tragedia, que irrumpe finalmente cuando el h¨¦roe cervantino es derrotado por el bachiller Sans¨®n Carrasco y Alonso Quijano pone fin a la aventura del personaje que ha encarnado, y se retira a morir.
El congreso, organizado por la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales, ha puesto en marcha la maquinaria de eventos que van a celebrar durante los pr¨®ximos meses el IV centenario de la aparici¨®n de la grandiosa novela de Miguel de Cervantes y, como era l¨®gico, Tr¨ªas dedic¨® la primera parte de su intervenci¨®n a mostrar la riqueza de una obra que no se agota nunca y que ha generado miles de lecturas muy diferentes. Como las tragedias de Esquilo, S¨®focles y Eur¨ªpides, como la producci¨®n entera de Shakespeare, como las pasiones y las cantatas de Bach, como la Divina Comedia, el Quijote es una de esas contadas creaciones que son capaces de "pulverizar el espesor de tiempo que media entre esas obras y nosotros", coment¨® Tr¨ªas, y por tanto sigue ah¨ª, viva, interpelando nuestra conciencia, exigiendo una respuesta.
Es m¨¢s que una parodia de las novelas de caballer¨ªa, es m¨¢s que una obra literaria que resume un tiempo y sus contradicciones, es m¨¢s que la bisagra que abre una ¨¦poca caduca a la modernidad, el Quijote es mucho m¨¢s y va m¨¢s all¨¢ de los t¨®picos a los que se recurre para resumir su importancia. Eso fue lo que cont¨® Tr¨ªas, y entonces sac¨® la espada y decidi¨® enfrentarse a una de las lecturas que se han hecho de la obra de Cervantes, la del pensador alem¨¢n Erich Auerbach (1892-1957), que en su libro Mimesis destac¨® las situaciones hilarantes del Quijote y su valor como fresco naturalista, pero critic¨® el "car¨¢cter irresponsable" del caballero y la falta de consistencia pol¨ªtica de la novela, incapaz de alcanzar "una dimensi¨®n tr¨¢gica".
No hay ninguna lecci¨®n ¨¦tica ni moral en el Quijote, coment¨® Tr¨ªas que sosten¨ªa Auerbach. Y no es as¨ª, contest¨® el fil¨®sofo catal¨¢n, que reconstruy¨® entonces la visita de Don Quijote a Barcelona, su encuentro con el bandolero Roque Ginart y el episodio de la segunda batalla en la que se enfrent¨® al bachiller Sans¨®n Carrasco, y fue derrotado. En ese momento, explic¨® Tr¨ªas, hay un "viraje tr¨¢gico". El personaje cervantino recupera "la cordura para bien morir", est¨¢ abatido, humillado ante su dama, y no tiene otro remedio que darle la raz¨®n al mundo, abandona los libros con las aventuras de los caballeros andantes y se entrega a lecturas espirituales. Entre el "mundo encantado" que ha habitado y "el duelo por la derrota que acaba de padecer" hay una "inflexi¨®n tr¨¢gica", y la novela cambia de rumbo.
El lector se reconoce en el dolor del personaje derrotado, surge entonces hacia ¨¦l una "honda e intensa compasi¨®n" por las perradas que le ha jugado el destino y el despliegue humor¨ªstico cede su lugar a la melancol¨ªa. Se ha desencadenado la tragedia y Don Quijote vuelve a la fea prosa del mundo, es devuelto a las sombras de la vida corriente donde no hay lugar para las gestas heroicas.
Tr¨ªas tuvo todav¨ªa tiempo para mostrar c¨®mo en la novela de Cervantes "todos bailan al comp¨¢s de la ficci¨®n que Don Quijote ha introducido" al convertirse en caballero andante y celebran sus locuras contagiosas como una forma de romper con la trama habitual de la vida. Es ah¨ª donde resplandece su desvar¨ªo, capaz como ninguno de iluminar el mundo de tinieblas en el que habitamos. Y al que regresa para morir, derrotado por el Caballero de la Blanca Luna, el bachiller Sans¨®n Carrasco.
La moral del fracaso
Isidoro Reguera, catedr¨¢tico de Historia de la Filosof¨ªa en la Universidad de Extremadura, traductor de Wittgenstein y Sloterdijk y autor de distintas obras -La miseria de la raz¨®n, Objetos de melancol¨ªa, La l¨®gica
kantiana...-, fue uno de los pensadores que intervinieron ayer en la primera jornada del congreso internacional dedicado a El
Quijote y el pensamiento moderno.
En su intervenci¨®n propuso un gran salto, el que va de la generaci¨®n del 98 a nuestros d¨ªas, estos d¨ªas te?idos de posmodernidad, confusos, conflictivos, inciertos. Unas horas antes de su intervenci¨®n comentaba que hab¨ªa mucho de "extravagante" en los autores del 98. "Empezaron teniendo ideas progresistas, aunque no fueran nunca revolucionarios, y terminaron defendiendo posturas retr¨®gradas, antieuropeas, persiguiendo la recuperaci¨®n de una vieja idea de Espa?a".
Lo curioso, explicaba Reguera, es que esa transformaci¨®n se produjo gracias a la lectura que Unamuno, Azor¨ªn o Maeztu hicieron del
Quijote. "Encontraron ah¨ª la materia que les sirvi¨® para hacer esa especie de pirueta virtual a trav¨¦s de la que pretend¨ªan rescatar la Espa?a de los Reyes Cat¨®licos y, al mismo tiempo, llorar por la p¨¦rdida de su esplendor".
"Su acercamiento fue exclusivamente literario, no supieron formular planteamientos pol¨ªticos o sociales de cierta envergadura y con esa actitud terminaron por frustrar el paso hacia una Espa?a m¨¢s moderna, abierta a las corrientes que circulaban entonces y no sumergida en la contemplaci¨®n de sus viejas y a?oradas esencias", dijo Reguera.
De aquel Quijote que se inventaron los del 98 a un Quijote para estos tiempos agitados de la posmodernidad, ¨¦se fue el reto de Reguera. ?Pero qu¨¦ Quijote es el que habr¨ªa que reencontrar ahora?
"En esta ¨¦poca de pastiches, de fragmentos, en este mundo en el que nadie tiene patria, donde no hay criterios claros y reina la confusi¨®n, el Quijote que nos seduce es un Quijote plural, que puede ser una m¨¢scara en un carnaval de Bolivia o un ideal -pero d¨¦bil- en Rusia. El Quijote que nos habla es el que encarna la moral del fracaso. Es el que ha descubierto que quiz¨¢ su obra sea in¨²til, in¨²tiles sus batallas por la justicia, la verdad y la libertad, pero sigue perseverando en sus andanzas, peleando en su empresa aunque sea ilusoria".
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