Arte de altos vuelos
El Museo de Navarra exhibe 21 obras de la colecci¨®n de AENA, entre ellas los modelos de las Damas de Barajas
Los modelos a escala de las tres Damas de Barajas creadas por Manolo Vald¨¦s para la nueva terminal del aeropuerto madrile?o y cuyos pechos de bronce ha llenado de poes¨ªa Mario Vargas Llosa se han mudado estos d¨ªas al Museo de Navarra. Comparten espacio con lienzos de gran formato de autores como Miquel Barcel¨®, Jos¨¦ Manuel Broto, Luis Feito, Luis Gordillo, Manolo Quejido o Juan Usl¨¦ y esculturas de Leiro, Ibarrola, Irazu, Navarro, Plensa o Paz.
Su exhibici¨®n en la pinacoteca navarra responde al deseo de la Fundaci¨®n Aeropuertos Espa?oles y Navegaci¨®n A¨¦rea (AENA) de acercar su fondo art¨ªstico al p¨²blico, sacando las piezas de los aer¨®dromos en que normalmente est¨¢n ubicadas.
El Museo de Navarra exhibe 21 obras de 19 artistas. AENA selecciona piezas exclusivas para cada exposici¨®n, aunque su iniciativa va recorriendo toda Espa?a.
La muestra incluye piezas de Barcel¨®, Sicilia, Broto, Feito, Gordillo o Genov¨¦s
La so?adora, La coqueta y La realista, las tres Damas de Barajas forjadas por Vald¨¦s este mismo a?o, constituyen uno de los principales puntos de inter¨¦s de la muestra, que se puede visitar hasta el pr¨®ximo 18 de julio. Resultado de la colaboraci¨®n entre el artista y Vargas Llosa, el conjunto ocupa un espacio destacado en la nueva terminal de Barajas, un edificio dise?ado por el brit¨¢nico Richard Rogers. AENA exhibe en Pamplona los modelos a escala en bronce con los que trabaj¨® el autor en su fase definitiva de creaci¨®n.
Con obras habitualmente instaladas en los aeropuertos de A Coru?a, Palma de Mallorca, Santander y Zaragoza, entre otros, la exposici¨®n permite observar con detenimiento trabajos que muchas veces la prisa del viajero impide disfrutar. AENA distribuye sus fondos, m¨¢s de 1.500 piezas, entre 47 aeropuertos espa?oles. M¨¢s all¨¢ de su objetivo de ornamentaci¨®n y promoci¨®n art¨ªstica, las obras adquieren una notoriedad especial en un espacio exclusivamente dedicado a ellas como las paredes de un museo.
La madera, el hierro fundido, el acero corten o el bronce se unen a la serigraf¨ªa sobre cobre de Cristina Iglesias (Pol¨ªptico tres, 2000) o al sorprendente cibachrome sobre aluminio de Pablo Genov¨¦s (Enlaces 1/3; 1998).
El automatismo colorista de Buena vista (2000), de Broto; Taula amb polp i calamar, de Barcel¨®; El anhelo conquistado (1994), de Jos¨¦ Manuel Ciria, o Corona de espinacas (1996), de Luis Gordillo, despliegan su magnificencia de dimensiones inusitadas junto a trabajos en hierro de Miquel Navarro (Luna atravesada, 1995) o Jaume Plensa (De l'aigua, 1998), el granito de Manolo Paz (Sin t¨ªtulo, 1999) o la madera de casta?o policromada de Francisco Leiro (Palabra, 1997).
Los trabajos de Ant¨®n Lamazares (Eidos de Rosal¨ªa, 1996), Manolo Quejido (Tabique IX, 1991), la figuraci¨®n de Bernardi Roig (The fight of the soul, 1998), Josep Guinovart (Sin t¨ªtulo) o el hierro policromado de Pello Irazu (Dreambox, 2000) reflejan todas las tendencias de una colecci¨®n que crece d¨ªa a d¨ªa y que en muy pocas oportunidades puede verse agrupada en un mismo recinto.
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