El hombre que habla con Guille
Este hombre de 71 a?os que ve su propio rostro, cuando se afeita, como el de un boxeador algo sonado, tiene ahora en el recuerdo de las cosas que le han hecho re¨ªr una conversaci¨®n con su nieto Guille, de cuatro a?os, y entre aquellas que le han indignado m¨¢s, unas declaraciones del hasta ahora presidente del Tribunal Constitucional, Manuel Jim¨¦nez de Parga. Es importante saber de qu¨¦ se r¨ªe y qu¨¦ le indigna a Juan Mars¨¦ porque ambas actitudes forman parte del retrato civil del autor de ?ltimas tardes con Teresa, ganador, el pasado fin de semana, del Premio Extremadura otorgado por un jurado que presid¨ªa Jos¨¦ Saramago. Rosa Reg¨¢s, su amiga, presente tambi¨¦n en aquel jurado, y una de las mujeres cuya esencia se asoci¨® al m¨ªtico personaje que encarn¨® Teresa, afirma que Mars¨¦ se r¨ªe por debajo de la nariz, como dicen los catalanes; le ves re¨ªr y de pronto esa misma risa le lleva a la rabia o a la indignaci¨®n. Y se r¨ªe de ¨¦l, claro, ¨¦sta es la caracter¨ªstica m¨¢s feliz del personaje.
Lo que le indign¨® de Jim¨¦nez de Parga es lo que dijo sobre la intangibilidad de la Iglesia, a la que el ex presidente del Constitucional consideraba insultada por una caterva de facinerosos izquierdistas. Y la conversaci¨®n con Guille forma parte de las antolog¨ªas de conversaciones con su nieto que el propio escritor propicia, acaso para escribirlas alg¨²n d¨ªa. Le dijo Guille: "?Tienes novia?". Y el abuelo respondi¨®: "Tuve muchas. Desde hace tiempo s¨®lo tengo a la abuela. ?Y t¨²? ?Una ni?a del colegio?". "No, yo tengo a mam¨¢, mam¨¢ es mi novia". "No, mam¨¢ es la novia de Gast¨®n". "Ya le he dicho a Gast¨®n que mam¨¢ es mi novia; ¨¦l tiene que buscarse otra".
Hay una fotograf¨ªa de Mars¨¦ con Guille, el ni?o duerme en una cama, en la casa familiar de Calafell, y el abuelo y el perro Sim¨®n velan el sue?o del ni?o. Mir¨¢ndola imagin¨¦ la infancia de Mars¨¦, que tanto ha determinado su vida; ¨¦l mismo lo dice: el momento culminante de su biograf¨ªa se produjo cuando ten¨ªa siete d¨ªas de edad y lo recogi¨® la que en seguida ser¨ªa su madre adoptiva. Su vida le llev¨® a los trabajos m¨¢s diversos, entre los cuales el de joyero es el que m¨¢s sal¨ªa en sus notas biogr¨¢ficas; pero, como explica Rosa Reg¨¢s, nada, ning¨²n premio (y algunos le son muy esquivos), ni el m¨²ltiple contacto literario que le propici¨® su amigo Carlos Barral, ni ninguna caricia literaria le han variado el gesto. Ella, por ejemplo, nunca lo ha visto con corbata. Pero al menos la us¨® una vez... Quiz¨¢ la m¨¢s c¨¦lebre de las an¨¦cdotas del Mars¨¦ p¨²blico es aquella que le relaciona con el president Tarradellas; era 1978 y al autor de Si te dicen que ca¨ª le acababan de conceder el Premio Planeta. Era domingo y lo localizaron viniendo del pueblo, vestido con una casaca amarilla y con chancletas. Tarradellas le hizo entrega del premio, lanz¨¢ndole una mirada de desaprobaci¨®n manifiesta. Alg¨²n tiempo despu¨¦s, en el inicio de un concierto, se saludaron otra vez y el legendario pol¨ªtico le dijo en catal¨¢n: "Parece que viene usted hoy m¨¢s arregladito".
Cuando a¨²n era joven y joyero, Barral le quiso ayudar a instalarse en Par¨ªs, y le escribi¨® una carta al famoso bi¨®logo Jacques Monod, amigo y autor del editor. Monod lo pase¨® por su impresionante laboratorio lleno de humos y de gente, y al t¨¦rmino del recorrido grit¨® a sus empleados, con toda la solemnidad de su franc¨¦s: "Se?ores, les presento al candidato al puesto de mozo de laboratorio". Pero a¨²n hay otra que refleja el deseo de protecci¨®n que en alguna gente despierta Mars¨¦, acaso entre los escritores m¨¢s queridos de Europa. Y es lo que le dijo un famoso c¨¦libe, el poeta Salvador Espr¨ªu. Enfrentados los dos t¨ªmidos, el m¨¢s viejo le dijo al joven escritor: "Mars¨¦, en lugar de escribir lo que usted tiene que hacer es casarse".
Ahora ha terminado el gui¨®n de una pel¨ªcula y est¨¢ en una novela. Su gran momento fue cuando escribi¨® ?ltimas tardes con Teresa. Repiti¨® la euforia cuando escrib¨ªa Si te dicen que ca¨ª. Nunca le han hecho feliz las adaptaciones que se hicieron de su obra para el cine, y eso acaso es porque -seg¨²n Rafael Azcona- nunca le llevaron a la pantalla su pel¨ªcula m¨¢s obvia, la novela Ronda del Guinard¨®. Al atardecer, su felicidad ser¨ªa escuchar a Cole Porter (I get a kick out of you) junto a las maderas del Boadas, su bar favorito en el mundo y, por tanto, en Barcelona.
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