Incomunicaci¨®n y espiritu festivo en la secci¨®n oficial de Cinema Jove
El retrato de un adolescente argentino con problemas de comunicaci¨®n y el esp¨ªritu festivo de un grupo de personas en un caluroso d¨ªa de verano en Amberes sirvieron ayer como arranque de la secci¨®n oficial de Cinema Jove. Dos pel¨ªculas que, pese a sus diferencias, tienen un punto de contacto en la inmadurez de sus propuestas. Nadar solo, de Ezequiel Acu?a, es un filme dif¨ªcil, no s¨®lo porque en su transcurso no ocurre nada, sino porque sus referentes, otras obras de similar corte como la uruguaya 25 Watts o la tambi¨¦n argentina Pizza, birra, fasso, pusieron el list¨®n muy alto. La cinta de Acu?a, como aquellas, es un relato existencial de la adolescencia incomprendida, pero la fuerza de sus di¨¢logos se ve empa?ada por un sonido paup¨¦rrimo en el que parece que la apuesta por el silencio como estilo narrativo que la pel¨ªcula contiene sea tambi¨¦n una imposici¨®n para el espectador. Un hecho que, unido a su irregular ritmo, hace que Nadar solo salga a flote y se hunda en muchas ocasiones a lo largo de su metraje.
La belga Any way the wind blows, de Tom Barman, posee una de esas bandas sonoras que la hacen inolvidable por su mestizaje de estilos. Pero es uno de sus escasos m¨¦ritos. Lamentablemente, la historia coral de ocho personajes que viven diariamente en Amberes y confluyen, cual santuario de peregrinaci¨®n, en una fiesta salvaje en una casa particular, es ¨²nicamente un inconexo puzzle en el que las piezas que lo componen pocas veces encajan y, para colmo, carece de sentido del humor. Y, si a la sensaci¨®n de filme sin pies ni cabeza que destila, se le suprime la gracia, el resultado es el aburrimiento.
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